Según un informe de 2012 de la Organización de Naciones Unidas (ONU), hacia el año 2025 se estima que 1.800 millones de personas vivirán en países o zonas con escasez absoluta de agua y la mitad de la población mundial vivirá en áreas de estrés hídrico el año 2030. En el Foro Económico Mundial de 2016, la crisis del recurso hídrico se calificó como uno de los principales riesgos globales en cuanto al desarrollo de los países, según consignó El Sur de Concepción.
Según el Balance Hídrico de la Dirección General de Aguas (DGA), en Chile hay un déficit entre un 10% y 37% de disponibilidad de agua, según cifras preliminares. La disminución de precipitaciones sería una de las causas: la comparación entre los años 1981 y 2010, supone un 100% menos de lluvias en el norte del país; una variación entre el 84% y 91% en la zona central; mientras que en la Región del Biobío alcanza un 63%. Esto, sumado a la sequía que afecta hace más de una década al país.
El doctor en Geofísica y académico de la Universidad de Concepción, Rodrigo Abarca, explicó al medio local que el problema "no es que se esté acabando el agua, sino que hay una muy mala gestión de ella".
Cambios necesarios
"El cambio climático influye en la sequía, pero más aún afecta la mala gestión basada en la ley sobre derechos de agua. El consumo no está bien regulado, principalmente por las grandes diferencias de derechos de agua que poseen las empresas mineras, forestales, de la agroindustria, respecto de las posibilidades que logra la población. Esto debe ser replanteado completamente", manifestó el académico.
Para Abarca, uno de los principales cambios que se deben realizar tiene que ver con la "negativa prioridad comercial" en la entrega de derechos de agua, ya que sólo un 10% del gasto de agua del mundo corresponde a consumo humano, un 25% para uso industrial y el otro 65% para uso agrícola y/o ganadero.
"El consumo no está bien regulado, principalmente por las grandes diferencias de derechos de agua que poseen las empresas mineras, forestales, de la agroindustria, respecto de las posibilidades que logra la población. Esto debe ser replanteado completamente"
Rodrigo Abarca, geofísico U. de Concepción
Otro factor que influye en el manejo de agua, y que según el geofísico también debe modificarse, es modificar la producción de alimentos y el régimen de alimentación actual, no sólo por la huella de carbono asociada a los alimentos, sino que también por su huella hídrica.
Así, detalló que una familia consume 40 litros de agua al día, que un vaso de leche, por ejemplo, requiere de 200 litros de agua y que para producir un solo kilo de carne, se necesitan 15 mil litros de agua, equivalente al consumo de un año de agua para una familia de cuatro personas.
Otras variables que influyen en la mala gestión del recurso, tendrían relación con el constante aumento de la población y la falta de infraestructura adecuada para mejorar su manejo, apuntó Abarca.
"Siembra de agua"
En cuanto a soluciones concretas, según Abarca, es necesario comenzar estudios para la "siembra de agua", es decir, estudiar la ubicación y el estado de los acuíferos subterráneos de Chile, para poder recargargarlos con agua a través de un sistema que, según indicó el académico, ya se utiliza en el país.
La recarga, explicó Abarca, se puede realizar llenando estanques para que el agua escurra al subsuelo por la gravedad, o bien, inyectando agua directamente por tuberías.
"Esta técnica se realiza desde tiempos prehispánicos en América, trasladando agua hacia estructuras que interceptaban y recolectaban agua para facilitar su traslado a sitios precordilleranos llamados mantos acuíferos, donde ésta podía infiltrarse en el subsuelo en otoño e invierno para que en primavera y verano tuviesen agua en el valle central, hacia donde escurría por acuíferos naturales", aseguró.
Según precisó el experto, naciones como Bélgica y Holanda tienen muy desarrollada esta técnica, mientras que hay empresas en Chile que también realizan esta actividad, pero reparó en que "lo primero que se debe hacer en el país es investigar dónde están los acuíferos".
Sin embargo, el problema actual de estos acuíferos es que son explotados de forma no planificada, por lo cual se secan: "Se hacen pozos de 5 metros de profundidad, los años siguientes de 10 metros y así cada vez, porque los mantos acuíferos demoran entre 10 y 1.000 años en recargarse en forma natural, dependiendo de su estructura geológica", señaló Abarca.
"Una opción descabellada y criminal"
En cuanto a la construcción de una carretera hídrica en el país para distribuir agua a la zona norte desde los ríos del centro y sur de Chile -opción que ha estado en el debate últimamente-, Abarca considera que "es una opción descabellada y criminal".
"Aunque en otros países se ha aplicado en decisiones inconsultas -a excepción quizás de España-, sacar agua de una cuenca, y además en régimen de sequía, genera impactos ecológicos, biológicos e hidrológicos en la hoya hidrográfica intervenida y en su mar adyacente por la baja en el aporte de nutrientes que transportan al océano los sedimentos de los ríos", aclaró el geofísico.
En cuanto a la creación de embalses, proyectos que ya se están desarrollando, opinó que la sequía podría evaporar el agua, mientras que la desalinización si bien la considera una buena opción, puntualizó que el precio es elevado.