SANTIAGO.- "
Hemos perdido la habilidad de prevenir crisis y fortalecer instituciones de los Estados miembros, con el objetivo de generar una verdadera cultura de resiliencia democrática, capaz de sobrevivir a quiebres como el que viven algunos países de nuestra región".
Fueron las palabras con las que el Presidente Sebastián Piñera se dirigió a la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas hace un año, cuando volvió a tener la oportunidad de exponer frente al organismo internacional en nombre de Chile. Fue una oportunidad que tuvo por primera en 2010, cuando se convirtió por primera vez en Presidente.
A lo largo de los años, ha sido tradición el derecho de cada Mandatario de los países miembros de la ONU el de intervenir ante la totalidad de la asamblea. En 2018, uno de los grandes énfasis de Piñera fue la situación que atraviesa Venezuela. El Presidente dijo, incluso, que quería darle voz al "pueblo venezolano que el régimen del Presidente Maduro ha enmudecido".
La contingencia en ese momento llevaba hacia allá el mensaje, pero en sus discursos anteriores, cuando Bolivia se preparaba para demandar a Chile ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, era la relación entre ambos países la que predominaba en sus palabras. Y es que en cada momento, el discurso del Ejecutivo ha tenido que adaptarse a los tópicos vigentes.
Hoy, cuando el Presidente se dirija a la asamblea una vez más, se espera que el foco principal de su discurso sea la crisis climática, un tópico que comenzó a tratar con fuerza en la misma instancia su antecesora, Michelle Bachelet. Antes de ella, fue Ricardo Lagos quien impulsó temas como la globalización y sus riesgos, y previamente fue el turno de Eduardo Frei y Patricio Aylwin.
¿Cómo han evolucionado los énfasis propuestos por los presidentes chilenos ante la ONU en las últimas décadas?
Una democracia reinaugurada
"Traigo a esta asamblea, con alegría y emoción, la auténtica voz de la nación chilena, que acaba de renacer a la democracia". Con estas palabras se paró frente a las Naciones Unidas Patricio Aylwin en septiembre de 1990, durante su primer año como Presidente. Con él se reestrenaba en Chile la democracia.
Como es de esperar, sus intervenciones frente a la ONU tuvieron ese énfasis: alejar la discusión de la "lógica de la guerra", relevar la importancia de los derechos humanos y también la de conocer la verdad sobre los hechos que ocurrieron en el país durante la dictadura "para no prolongar indefinidamente una fuente constante de dolor".
"Traigo a esta asamblea, con alegría y emoción, la auténtica voz de la nación chilena, que acaba de renacer a la democracia"
Patricio Aylwin
En su lógica, Aylwin siempre acompañó la democracia con otros dos conceptos: el crecimiento económico y la justicia social. "Para lograr la paz y la estabilidad en la convivencia nacional es, pues, indispensable, procurar al mismo tiempo la democracia en lo político, el crecimiento en lo económico y la justicia en lo social", aseguraba.
Con el paso de los años, su discurso fue añadiendo conceptos que seguían la misma línea. "La historia demuestra que se requieren acciones conscientes para lograr la equidad y la participación y, que sin ellas, el desarrollo no se sostiene. La equidad y la participación se construyen, no se reciben", decía a fines de octubre del mismo año.
Ya entonces asomaba para Chile la preocupación por una "marcha inexorable en la destrucción del medio ambiente y los recursos naturales". "Nuestro planeta está cambiando profundamente y hoy, más que nunca, se requiere de visiones imaginativas y creadoras para enfrentar la realidad internacional", aseguraba Aylwin entonces.
Un puesto para Chile
Después de Aylwin, fue el turno de exponer ante la ONU de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, quien centró sus esfuerzos en lograr que Chile se convirtiera en un miembro del Consejo de Seguridad en calidad de no permanente, para representar a América Latina y el Caribe. Su postulación recibía apoyo cerrado en la región.
Por lo mismo, sus intervenciones apuntaban a reafirmar la voluntad del país de que "Naciones Unidas continúe siendo el principal espacio de diálogo y cooperación universal". "A mi Gobierno le interesa consolidar una organización representativa, democrática y pluralista", afirmaba en 1995.
Frei centró sus intervenciones en recalcar la importancia de que Chile entrara al Consejo de Seguridad de la ONU
Frei mostró a Chile como una república "partidaria del fortalecimiento y la democratización del Consejo de Seguridad, para que pueda cumplir de manera más efectiva el papel que le asigna la Carta, conforme a las exigencias de una nueva realidad internacional".
El entonces Presidente le aseguraba además al líder de la ONU que Chile seguiría trabajando "con intensidad" en "la reestructuración y el fortalecimiento de Naciones Unidas". Su foco estuvo puesto en consolidar a Chile como un miembro importante dentro de la organización, que a su vez ameritaba cambios, y como un pilar en el cual la ONU podía confiar.
"Del resultado de las reformas dependerá en gran medida el éxito de la cooperación internacional para el desarrollo y las actividades operacionales que den expresión concreta a esa cooperación", afirmaba.
Un país abierto al mundo (y sus riesgos)
"La forma en que nuestros países participen en la globalización determinará los resultados de cada uno", afirmaba en el año 2000 el Presidente Ricardo Lagos, inaugurando su mandato en un mundo cada vez más conectado. "Digámoslo con claridad: así como no debemos sufrir las injusticias en solitario y en silencio, tampoco debemos culpar a otros por lo que nosotros no hagamos en nuestros países".
Para Lagos, la globalización y sus riesgos fueron temas centrales en sus alocuciones. Su interés estaba en establecer "normas e instituciones globales capaces de regular la globalización en todos sus planos: financiero, tecnológico, jurídico, medio ambiental y comercial". "Ningún mecanismo automático reducirá las desigualdades, la inestabilidad y la crisis que trae consigo la globalización. Se necesita de voluntad política y yo quisiera decir aquí que esa voluntad sólo puede nacer de los estados aquí reunidos", enfatizaba el entonces Presidente.
"El temor se apodera de los mercados, obstaculizando el flujo financiero y los intercambios comerciales. Si esta situación se mantiene, el terrorismo habrá alcanzado una imprevisible victoria"
Ricardo Lagos
En los discursos venideros, ya identificaba un fenómeno como "la fuerza oscura de la globalización": el terrorismo. Según Lagos, la crispación en el ambiente luego de hechos como el atentado a las Torres Gemelas estaba "afectando a las economías mundiales". "El temor se apodera de los mercados, obstaculizando el flujo financiero y los intercambios comerciales. Si esta situación se mantiene, el terrorismo habrá alcanzado una imprevisible victoria", opinaba.
De la mano de su diagnóstico, proponía una solución: el multilateralismo, que calificaba como "la única forma de hacer frente a los aspectos negativos de la globalización". Para él, la complejidad del mundo actual obligaba a las naciones al respeto irrestricto del derecho internacional para la construcción de un orden mundial compartido. "Nadie podrá moldear al mundo que viene si no es a través de acuerdos y negociaciones", decía.
En sus discursos, también se tomó el tiempo de resaltar figuras chilenas como Pablo Neruda y de rendir honor a las formas que marcaron discursos anteriores, como el que emitió Salvador Allende con su icónico "Vengo de Chile, un país pequeño..." en 1972. Cuando fue su turno, Lagos se presentó así: "Vengo de Chile, del extremo sur de América, de lo que se ha llamado el fin del mundo".
De límites fronterizos e "injerencismo"
Pero Lagos no fue el único en hacer ese guiño a Allende. "Vengo como la primera mujer elegida Presidenta de Chile", dijo en 2006 Michelle Bachelet, cuando dio su primer discurso ante la instancia. En sus palabras, encabezaba un país que "sin temor a mirar el pasado, construye unido su propio futuro".
Durante sus dos mandatos, Bachelet tuvo múltiples oportunidades para intervenir ante la asamblea. En su primer discurso, el énfasis estuvo puesto en la promoción de la justicia social y, a diferencia de sus antecesores, no presentó una agenda de futuro ni un análisis de los desafíos y oportunidades que presentaba la situación mundial. En cambio, lo que hizo fue precisar algunas situaciones externas e internas, lo que algunos interpretaron como un signo de "realismo".
En los años venideros tuvo palabras para criticar a quienes consideraba los responsables de la crisis financiera que se sentía en el mundo. "La codicia y la irresponsabilidad de unos pocos, unidas a la desidia política de otros tantos, han arrastrado al mundo a una situación de gran incertidumbre", decía en 2008.
En su segundo periodo, se vio en la necesidad de referirse a los tratados limítrofes y de abogar por un "respeto a la estabilidad de las fronteras". "Cualquier acción destinada a afectar los tratados de límites vigentes abre espacio para incerteza jurídica. Abrirles paso sería un muy mal precedente y puede afectar a la estabilidad y la paz internacional", aseguraba en 2014.
También destacó sus propias políticas, como la reforma tributaria y la educacional, y se defendió de las acusaciones que Venezuela propiciaba a Chile en 2016, acusándolo de un "inadmisible injerencismo" por la preocupación expresada ante la detención del periodista Braulio Jatar. "La promoción y defensa de la democracia y los derechos humanos a nivel internacional no se opone al principio de no intervención", aclaró Bachelet.
Fue ella también quien le dio un mayor énfasis al tema medioambiental. En 2017, en su último discurso, enfatizó en la idea de "crecimiento económico sin descuidar el medio ambiente". Aprovechó también de repasar a Donald Trump al afirmar que no había "dudado" en sumarse al "combate del cambio climático" porque ahí no había "cabida para el negacionismo".
Aniversarios y nuevos escenarios
En sus primeras intervenciones ante el organismo, Piñera se preocupó de retomar el discurso de un país reunificado tras una dictadura, debido a que se trató del primer Presidente de centroderecha elegido desde el retorno a la democracia.
Por ello en 2013 aprovechó el aniversario número 40 del "quiebre más profundo y duradero que haya sufrido nuestra democracia" y los 25 años "del inicio de la recuperación pacífica de nuestra democracia por voluntad libre y soberana de una amplia mayoría de chilenos expresada en un plebiscito".
Así, compartió "lecciones" que consideró "de aplicación universal". Entre ellas, que "existen normas morales y jurídicas que deben ser respetadas por todos" y que "no existe conflicto bélico externo, estado de excepción interna, ni revolución política, económica o social alguna, que justifique la intromisión de la violencia como medio de acción política ni el abuso a los derechos humanos".
Con el tiempo, debió también responder a los reclamos bolivianos por una salida soberana al mar, afirmando siempre que "los asuntos territoriales entre Chile y Bolivia quedaron definitivamente resueltos por el Tratado de Paz y Amistad de 1904".
En su segundo mandato, nuevas problemáticas entraron en su discurso, como la preocupación de las naciones "respecto de la seguridad y la migración masiva", un fenómeno que en Chile aumentó mayormente en los últimos años. "Queremos recibir y acoger a todos aquellos que vienen a Chile a iniciar una nueva etapa y mejor vida, que lo hacen respetando nuestras leyes y que se comprometen con el desarrollo de nuestro país", afirmó en 2017.
Piñera ha abogado también por una modernización de la ONU para "actuar de forma más rápida y eficiente frente a los desafíos de los tiempos modernos" y mantuvo el énfasis medioambiental de Bachelet, incluso haciendo alusión al caso de Quintero y Puchuncaví, prometiendo terminar con lo que se ha denominado como "zonas de sacrificio". Se espera que este año, en la víspera de la COP25, el acento en esta arista se intensifique.