SANTIAGO.- El mensaje comenzó a aparecer la mañana del lunes, un poco antes de que fueran las 10:00 AM. "Si a alguien le interesa el DM, que me lo pida". "DM" es la forma de abreviar direct message, la manera privada de comunicarse en Twitter. A medida que se desperdigaba el mensaje, por las bandejas de entrada se repartía una captura de pantalla.
"A las 10 AM comenzamos a viralizar lo que pasa en Chile, para que los medios no sigan desinformando y nuestros compatriotas en el extranjero puedan conocer desde el territorio lo que en nuestro país pasa". Para ello, llamaban a compartir videos y fotografías acompañados del hashtag "#EstoPasaEnChile". "No tuitees esto hasta las 10 AM en punto, o no lograremos ser el Trending Topic mundial".
La estrategia ya había sido probada: compartir la información de manera privada y a modo de imagen, para que el sistema de Twitter no identificara que una gran cantidad de personas se pondría a compartir lo mismo, al mismo tiempo. Al generarse de manera imprevista toda esa cantidad de tuits, los algoritmos reconocen una tendencia mundial y comienza a aparecer en el listado de los temas más hablados a nivel global.
A los pocos días, la iniciativa fue otra: redactar el mensaje en inglés y acompañarlo del hashtag "#ChileViolatesHumanRights", o "Chile viola los Derechos Humanos" en español. El objetivo, en esa ocasión, fue dar visibilidad a los videos y fotografías de enfrentamientos entre militares y civiles para que se conocieran en el extranjero.
"Las redes sociales permiten una forma de coordinación para buscar mecanismos de acción común que den más fuerza a la forma de protesta que se está organizando", explica a Emol el director de Políticas Públicas de la ONG Derechos Digitales, Juan Carlos Lara, pero en ese mismo espacio, advierte, residen riesgos que se amplifican en tiempos de crisis como los que atraviesa el país.
Un "ambiente de desconfianza"
"Las redes sociales son una forma muy relevante de canalizar varias necesidades de información: por una parte permite que las personas comuniquen —entre sí y al público— situaciones de emergencia, de protesta, o situaciones en las que puede ser necesaria la acción", explica Lara.
Además del rol informativo, destaca la posibilidad que entrega este lugar para "organizarse". "Sea una forma específica de manifestación una reunión en algún lugar, o para organizar alguna acción adicional que pueda servir a los propósitos de una protesta, las redes sociales son útiles", añade.
Pero como se ha expuesto durante los últimos años, las redes sociales conllevan un riesgo y pueden convertirse en "algo peligroso". "Dentro de un contexto de alta connotación, donde hay mucha necesidad y ansiedad por información, es también una situación propicia para que se produzca desinformación", asegura Lara.
"Dentro de un contexto de alta connotación, donde hay mucha necesidad y ansiedad por información, es también una situación propicia para que se produzca desinformación"
Juan Carlos Lara
Así, es común que las personas usen sus redes y la influencia que tienen en ella para "difundir noticias y acciones que no son reales". "Por eso hay que tratar de confirmar la información que estamos recibiendo, de buscar fuentes confiables, de encontrar algún respaldo gráfico, documental o audiovisual de lo que estamos compartiendo", sugiere.
"Las redes sociales también pueden crear un ambiente de desconfianza, porque sirven para minar no solamente la confianza en los movimientos sociales, sino también en las instituciones públicas y la sociedad en general", asegura Lara. Por ello, explica, se hace necesario "tomar medidas", tanto a nivel individual como colectivo. Lo primero es "cultivar cierto nivel de escepticismo" para detectar a tiempo las amenazas asociadas a la desinformación.
"Hay que tratar de desmentir, pero lo ideal es no amplificar la desinformación más allá de lo que ya se está amplificando por la predisposición a compartir esa clase de contenido", dice, y resalta que aunque "prolifera independientemente de las redes sociales", ellas "entregan un mecanismo adicional para desinformar a otros".
Y la desinformación, explica, va más allá de las noticias falsas.
Desviar la atención también es desinformar
Para profundizar, Lara se remite a una definición básica de lo que significa "desinformación". "Es un fenómeno complejo de la comunicación, que consiste en la emisión, proliferación y réplica de formas de discursos, de expresión o de contenidos que traten de sembrar desconfianza en la población mediante la falsedad, la distracción y la reinterpretación de circunstancias comunes, a fin de minar la confianza en el discurso y el debate público".
Lara se detiene en una de las vías para desinformar: la de "desviar la atención". "Se puede considerar desinformación que la cobertura, sea de la prensa o de otras personas, se enfoque en aspectos no centrales de lo que está ocurriendo", explica. Entrega un ejemplo que se repitió los primeros días de la crisis en la televisión: "La cobertura que se centra en actos vandálicos de minorías o en enfrentamientos violentos, y no así en la existencia de la protesta y las peticiones que pueden estar dentro de ella, está desinformando".
"Los medios de comunicación tienen la posibilidad de servir para cultivar la desinformación o de ejercer una función social relevante, porque son instituciones profesionales que cuentan no solamente con la capacidad para cubrir hechos que están sucediendo, sino también de verificar su veracidad, y de recoger inquietudes sociales y verificar si es que se basan en la realidad"
Juan Carlos Lara
Se trata de una crítica que la ciudadanía dirigió en contra de los medios tradicionales de prensa, al punto de convocar manifestaciones a las puertas de los canales de televisión. Pero Lara resalta que los medios también pueden ser una herramienta para combatir esa desinformación, si se preocupan de ejercer ese rol.
"Tienen la posibilidad de servir para cultivar la desinformación o de ejercer una función social relevante, en el sentido de que son instituciones profesionales que cuentan no solamente con la capacidad para cubrir hechos que están sucediendo, sino también de verificar la veracidad de esos hechos, y de recoger ciertas inquietudes sociales y verificar también si es que se basan en la realidad", comenta.
En ese sentido, entrega una advertencia: "Es muy importante que esta confianza que existe en que ellos tienen herramientas para proveer la verificación se mantenga con mecanismos responsables de fact checking". Entrega otro ejemplo: "Ocurrió que un medio recibió información por redes sociales de carabineros que habrían estado consumiendo drogas, y la forma en que verificaron si eso era cierto fue preguntándoles directamente a ellos", dice.
"No es precisamente la mejor forma de hacer fact checking", opina Lara. "Es importante no hipotecar esa confianza pública mediante formas más bien flojas de reporteo o de investigación, porque existe una confianza en que se trata de medios profesionales, que tienen una función social y una credibilidad relevante, por lo que es esperable que respondan a eso mediante mecanismos responsables", comenta.
A su juicio, los medios "no solamente deben cumplir con su función de la manera que lo han hecho históricamente", sino que al estar expuestos al escrutinio público tienen la obligación de capacitarse. "Eso los obliga a adaptarse a circunstancias que los obligan a ser más receptivos con lo que está ocurriendo, a ser suficientemente proactivos en la búsqueda de información y a la vez a ser reactivos respecto de las cuestiones que están siendo planteadas por la comunidad como dignas de atención", concluye.