SANTIAGO.- Las políticas públicas y las características del sistema educacional suelen estar en el centro de los análisis cuando se intentan leer los resultados que arrojan las distintas pruebas que miden el aprendizaje de los estudiantes chilenos. Así ocurrió esta semana al conocerse los puntajes de la prueba PISA –que realiza la OCDE–, donde Chile pasó de ser uno de los países que más mejoró entre 2000 y 2009, a evidenciar un estancamiento en la última década.
Pero Tomás Recart, fundador y director ejecutivo de "Enseña Chile", tiene una mirada distinta sobre el tema. En su opinión, la "paz social" y el nivel de "convivencia" –tanto en las comunidades escolares como en el país– han tenido, en este caso, un mayor impacto que el modelo en el progreso de nuestro sistema educativo.
"Yo no necesito una política pública para tratar bien a una persona; le podemos meter miles de recursos al sistema, pero si no tenemos un mínimo nivel de convivencia, nunca habrá resultados"
Tomás Recart, director ejecutivo Enseña Chile
"A pesar de todos los problemas que tenía nuestro modelo educacional, en su estructura, financiamiento y una larga lista de cosas, del 2000 al 2009 fuimos el país que más mejoró en el mundo en calidad, porque había un mejor nivel de convivencia; después hicimos cambios importantes, se aumentaron los recursos, y en los últimos 9 años no hemos mejorado prácticamente nada. (Antes) teníamos un peor modelo educacional, pero con mejor convivencia, y mejoramos más; y ahora tenemos un mejor modelo, con peor convivencia, y los resultados no han mejorado", sostiene.
Recart, que es Ingeniero Civil de la UC y Máster de la Universidad de Harvard, es claro en señalar que, en los últimos años "se han hecho varias reformas que mejoran el modelo", como el fin al copago o el nuevo sistema de admisión, "que permite que las familias elijan al colegio y no el colegio a las familias". "Yo aplaudo todo eso; pero si no tenemos un mínimo nivel de convivencia, comunidades escolares sanas y a los alumnos yendo a clases de manera consistente, no va a haber modelo que aguante", señala.
A modo de ejemplo, menciona cómo en las movilizaciones de 2011 "hubo comunidades donde los mismos estudiantes quemaron sus colegios". "Son momentos extremos, en que la euforia emocional produce acciones que tienen consecuencias a largo plazo muy grandes", afirma.
Ambiente polarizado y comunidades divididas
También advierte que, actualmente, "el nivel de discusión que estamos teniendo en educación es bien nocivo" y dice que han podido constatar en su trabajo en terreno cómo "en los colegios, muchas comunidades se han ido dividiendo".
"Los debates están siendo muy polarizados. Hoy día no entendemos una persona que piense distinto, la etiquetamos (...) Nosotros (en "Enseña Chile") estamos a favor de una mayor equidad, y con urgencia, pero no podemos estar con el nivel de violencia verbal que hoy día estamos ocupando en redes sociales, porque eso quiebra las comunidades; ese nivel de violencia verbal produce heridas profundas, que no estamos contabilizando", indica.
Hace ver que "cada vez que hay este tipo de discusiones, cada vez que las comunidades (escolares) dejan de ser para lo cual fueron formadas, que es el aprendizaje de los alumnos, se producen divisiones". En su opinión, esto "tiene que ver con una sociedad que se ha ido polarizando, independiente de la causa" y enfatiza que "hay cosas que no tienen que ver con las políticas públicas" que contribuyen a mejorar el panorama, "que es cómo nos tratamos, cómo conversamos, cómo nos escuchamos; cómo generamos comunidades que, independiente de sus diferencias, son capaces de tener conversaciones constructivas, sin descalificaciones y sin violencia".
"Yo no necesito una política pública para tratar bien a una persona; le podemos meter miles de recursos al sistema, pero si no tenemos un mínimo nivel de convivencia, nunca va a haber resultados", señala. Plantea que "ahí es ahí donde los adultos tenemos que modelar y no esconder los problemas bajo la alfombra, sino que saber tener conversaciones difíciles".
"Los colegios no pueden ser instrumentos para otra causa"
Relacionado con lo anterior, menciona como otro factor clave en los resultados educativos de los últimos años la pérdida de clases que tienen los estudiantes debido a las constantes movilizaciones. "En los últimos seis años, la cantidad de clases perdidas es brutal. Antes que esto (el estallido social), tuvimos paro de profesores que nos dejó dos meses sin clases. Prácticamente, todos los años tenemos razones para dejar de hacer clases", cuestiona.
Y si bien cree que es necesario que se debatan los temas relevantes al interior de los establecimientos, remarca que "el colegio no puede dejar de ser colegio". "Estas conversaciones hay que tenerlas, es importante debatirlas, son justas y necesarias, pero la comunidad debe seguir adelante con su misión principal, que es el aprendizaje de sus estudiantes, y además poder tener estas conversaciones, pero no dejar de ser profesores ni estudiantes. Los colegios no pueden dejar de ser colegios, no pueden ser instrumentos para otra causa", subraya.