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Humberto Maturana y Ximena Dávila tras el "vaso medio lleno" de la pandemia: "La transformación cultural ya comenzó"

Ambos docentes en biología cultural creen que el coronavirus representa una gran oportunidad: la de entender que los cambios dependen del ser humano. "Tenemos responsabilidad en cómo vivimos y convivimos", dicen.

27 de Abril de 2020 | 08:01 | Por Consuelo Ferrer, Emol
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Revista Sábado (archivo)
SANTIAGO.- El domingo pasado, cuando estaba programado que Chile concurriera a las urnas a participar del plebiscito por una nueva Constitución, Humberto Maturana y Ximena Dávila —docentes en biología-cultural y cofundadores de Matríztica, una escuela de pensamiento de la humanidad desde la ciencia— estaban en cuarentena, frente al computador, hablando sobre momentos de sensibilidad democrática frente a miles de espectadores.

Se trató del segundo episodio de "Pandemia reflexiva", un ciclo de conversaciones acerca de las oportunidades que el coronavirus puede representar para el mundo, más allá de su amenaza sanitaria y sin obviar el peligro que representa. Y es que en el torbellino de hechos que se suceden en torno al virus, ellos creen que existe un resquicio de esperanza.

"Es importante poder mirar el vaso lleno más que el vacío", dice Dávila al comienzo de esta entrevista. "Me gustaría que empecemos agradeciéndole a todas las personas que siguen trabajando —del área de la salud, basureros, cajeras—, que hacen posible que el país siga su curso", añade.

"Es fundamental", comenta Maturana, Premio Nacional de Ciencias 1994. "Que podamos hacer esta entrevista quiere decir que el país está funcionando y está funcionando porque las personas están siendo honestas y cumpliendo con las tareas que les corresponden, no en la queja sino en la conciencia de que son tareas fundamentales y las hacen suyas en el respeto por lo que están haciendo y por sus consecuencias".

En 1972, Maturana y su alumno Francisco Varela definieron la autopoiesis, la cualidad de un sistema capaz de reproducirse y mantenerse por sí mismo. Su trabajo se ha centrado en cambiar la pregunta por el "ser" hacia la pregunta por el "hacer". No es extraño, entonces, que al hablar del virus, el biólogo en realidad hable del ser humano.

"Tenemos que ser responsables de las cosas que van sucediendo, porque estamos participando en ellas, ¿y cómo participamos en ellas? no directamente en la cercanía. Si no somos serios en nuestra responsabilidad, se produce una distorsión, pero si somos serios, se produce fluidez en la convivencia y en la realización de las tareas en las cuales estamos involucrados", dice.

Volver a colaborar


"Para definir hacia dónde vamos, tenemos que empezar yendo ahora", asegura Maturana. Para él, lo que venga después de esta crisis no se puede pensar como algo que llegará indefectiblemente, sino que estará ligado a las acciones que tomemos hoy. "El futuro no está allá: está aquí, y aparecerá de una u otra manera según cómo me conduzco", explica.

La semana anterior, la escritora Isabel Allende planteó que la pandemia representa una oportunidad para la humanidad, y que "la peor pesadilla o un sueño son posibles". La peor pesadilla: que lo que se imponga sea lo negativo, como el hambre o el individualismo. El sueño: que la sociedad salga, de todo este proceso, fortalecida.

"Para definir hacia dónde vamos, tenemos que empezar yendo ahora. El futuro no está allá, está aquí, y aparecerá de una u otra manera según cómo me conduzco"

Humberto Maturana
"A lo que ella está llamando sueño es a un vivir en la honestidad, la colaboración y el mutuo respeto. La pesadilla es justamente cuando eso no se hace, cuando en vez de una reflexión hay una crítica... la crítica siempre se siente como una agresión y la reflexión siempre se siente y se vive como una invitación a una ampliación de la mirada", dice el biólogo.

Dávila, por su parte, piensa que con estas crisis también aparece "lo mejor del ser humano" y asegura que una característica constitutiva de la especie es que somos "colaborativos". "Lo humano surge en el colaborar, en el vivir juntos, desde los homo sapiens, que son seres humanos en ese espacio pequeño que son las familias ancestrales: vivir juntos, compartir alimentos, la cercanía corporal", dice.

"Ahí va surgiendo el lenguaje y ahí surge lo humano. Podemos tener la forma humana, pero si no nos hemos criados con otros seres humanos en el lenguaje, no somos seres humanos". Esa cualidad inherente, asegura, se ha ido difuminando por las características de la vida moderna, una "cultura centrada en el resultado, en la competencia, en la crítica, donde dejamos de lado a los otros y no tenemos una mirada sistémica", explica.

Lo que presenta el coronavirus, entonces, es la posibilidad de influir en un proceso de transformación que "siempre está ocurriendo, porque somos seres dinámicos", pero que puede adquirir un matiz particular. "Con todo lo que hemos vivido, ya la transformación cultural a partir de este evento comenzó", asegura.

Un cambio de lenguaje


Muchos líderes mundiales han usado las mismas fórmulas semánticas para representar el virus: un "enemigo" al que hay que "combatir". "Estamos en una guerra", repiten. Es una elección de palabras que devela la forma en que los seremos humanos entendemos las interacciones. Refleja, para ambos docentes, la necesidad de un cambio de lenguaje.

"Cuando decimos 'semántico', no estamos entendiendo lo que es el lenguaje", explica Dávila. "Lenguajear es coordinar nuestros sentires, haceres y emociones, entonces cuando las personas dicen 'combatir' es el lenguaje de esta cultura lineal y frontal, donde se combate, se desafía, no se dice 'esto llegó para quedarse y tenemos que aprender a convivir con el covid-19 porque todos nos vamos a contagiar en algún momento'. Tenemos en el trasfondo de nuestro pensar cultural la guerra, la lucha".

"Cuando las personas dicen 'combatir' es el lenguaje de esta cultura lineal y frontal, donde se combate, se desafía, no se dice 'esto llegó para quedarse y tenemos que aprender a convivir con el covid-19 porque todos nos vamos a contagiar en algún momento'. Tenemos en el trasfondo de nuestro pensar cultural la guerra, la lucha"

Ximena Dávila
"Va absolutamente de la mano con el lenguaje cultural que tenemos, que es la gran trampa que tenemos los seres humanos: creemos que es un tema semántico cuando el lenguaje no es un tema semántico, es un tema de convivir, de cómo nos relacionamos", agrega. "La gran transformación en todo esto sería la transformación del lenguaje. Si no hay una transformación en el lenguaje, no hay un cambio cultural".

El lenguaje del que hablan no es el conjunto de palabras. Maturana lo explica: "El lenguaje surge en nuestro convivir coordinando nuestros sentires, nuestros deseos, nuestros haceres... eso es el lenguaje. Surge en la familia ancestral, en el juego de los niños, en el hacer cosas juntos, antes de que haya lenguaje. Cuando eso se empieza a conservar de una generación a otra en el aprendizaje de los niños, surge el lenguaje. Si tú miras, todas las cosas que hacemos con el lenguaje son coordinaciones conductuales, de nuestras emociones, de los deseos, de los haceres", dice.

La "coordinación", por su parte, es "hacer cosas juntos, en la cual lo que hace uno se engarza con lo que hace el otro, de una manera que da a un resultado deseado". "Cuando dicen que es un problema semántico, se pone la atención en el significado de la palabra y no en la conducta que coordina, cuando el significado es la conducta que coordina, entonces lo central no es la palabra, sino las coordinaciones", añade.

"Somos nosotros los que estamos haciendo las cosas"


Para Maturana, se trata también de una oportunidad de hacer ciencia. "La ciencia, lo único que hace —que no es poco— es fundamentar la validez de lo que se hace", dice. "Lo que la ciencia nos dice es la naturaleza de las consecuencias de lo que hacemos y de dónde es válido lo que estamos haciendo con respecto a ello. Cuando la mamá le enseña al niño que si hace algo de cierta manera va a tener tal resultado, en el fondo está haciendo ciencia. No hay que esconderse detrás de la palabra ciencia", añade.

En este caso, hacer ciencia, explica, es simple. "La presencia del covid-19 en estos momentos solamente se detiene a través de evitar los contagios, y esta es una afirmación científica (...) Esto representa una oportunidad para darnos cuenta de que somos nosotros los que estamos haciendo las cosas y que podemos colaborar entre nosotros. Si queremos evitar el contagio, tenemos que colaborar en conducirnos de una manera en que no se produzcan contagios", agrega.

Es la misma ciencia que opera en la crisis climática, otro tópico que se discute en diálogo con la pandemia, debido a que las medidas de resguardo ante el virus dieron un respiro a las emisiones de CO2 a nivel mundial. Hay quienes dice, incluso, que el coronavirus es "la venganza de la naturaleza".

"La naturaleza es armónica y cuando se desarmoniza genera malestar. El calentamiento de la atmósfera es un problema para los hombres, pero no es la intención de la naturaleza. La naturaleza no se venga: ocurre, y si se hacen estas cosas ocurre de esta manera, y si ocurre de esta otra manera, va en esta otra dirección", explica Maturana.

"Lo que se destruye si se calienta la atmósfera y sube la temperatura del mar es la destrucción de la biósfera, es decir, los seres vivos no pueden estar ahí, pero resulta que los seres vivos son los que producen los gases que llevan al calentamiento o que lo impiden. Si hacemos una serie de cosas que produzcan CO2, eso favorece el calentamiento. Si cultivamos plantas y hay fotosíntesis, eso disminuye el CO2. Está en juego siempre la armonía y no la lucha, y eso depende de lo que hacemos", agrega.

Para él, la pausa en la contaminación no "va a poner feliz" a la naturaleza. "El mundo natural no va a decir 'estoy feliz': simplemente va a recuperar su armonía, porque nosotros recuperaremos la armonía que nos permite colaborar en que el mundo natural recupere la suya. Es una transformación nuestra en el modo de relacionarnos, no sólo en relación al covid-19, sino en nosotros: la responsabilidad que tenemos en cómo vivimos y convivimos de modo que conservemos el bienestar y la armonía del mundo natural", concluye.
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