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¿Definir o no la identidad de un país?: El debate sobre plasmar la "chilenidad" en la Constitución

Ad portas de un Plebiscito y en el inicio de las Fiestas Patrias, se abre la discusión de si una nueva Carta Magna debería realizar un pronunciamiento en ese sentido. "La identidad de un pueblo es algo difícil de atar", explican los expertos.

18 de Septiembre de 2020 | 09:00 | Por Consuelo Ferrer, Emol
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En el artículo 22 de la Constitución Política de la República de Chile, se lee que "todo habitante de la República debe respeto a Chile y a sus emblemas nacionales". "Los chilenos tienen el deber fundamental de honrar a la patria, de defender su soberanía y de contribuir a preservar la seguridad nacional y los valores esenciales de la tradición chilena".

Es el único artículo que aborda de alguna manera la identidad común de quienes viven en el país, y aunque hace referencia a la "tradición chilena", no la define. "Es un concepto que no está explicitado y en ninguna parte dice qué es, simplemente se hace una referencia que tiene más bien una función de decir: es contra ideas foráneas", explica el director del doctorado de Teoría Crítica y Sociedad Actual de la U. Andrés Bello e investigador COES, Mauro Basaure.

La comisión Ortúzar, que redactó la Constitución de 1980 —explica el sociólogo—, asoció los elementos de "chilenidad" a la idea de que lo que ocurría a comienzos de los 70, además de un conflicto político y económico, se debía a "una especie de invasión de ideas extranjeras, como el marxismo y la lucha de clases, que serían antichilenas y antinacionales", comenta a Emol. "Ellos se arrogan la interpretación de qué es lo que es la chilenidad. La Constitución, en ese sentido, vendría a expresar algo que ya está ahí y ellos saben lo que es, cuando en realidad esa es una ficción, porque trata de construirla e imponerla", agrega.

Ad portas de un Plebiscito constitucional y en el día en que se conmemora la independencia, la idea de ''chilenidad'' abre un debate: ¿Se debe incluir en una nueva Constitución? ¿De qué manera se plasma en una Carta Magna la identidad de un país? ¿Corresponde ese ejercicio a un instrumento como la Constitución?

Para Basaure, "esa dimensión referida a la chilenidad debiera transformarse por un concepto más pluralista". "Lo que debiese expresar es una cultura política que defina cómo debe ser organizada la sociedad, no una cultura sustantiva que se refiera a valores como la familia, la lengua. Ese sentido sustantivo tiene el problema de que es excluyente de la diferencia. Una sociedad pluralista tendría que tener una Constitución que esté ajena a esos elementos", dice.

"La Carta Magna no tiene solamente una dimensión técnica o instrumental, sino que tiene una dimensión simbólica", explica. "Para que logre generar identidad, para que exprese algo de los chilenos y lo transformen en un símbolo patrio —como la bandera o el escudo, que es lo que ocurre con la Constitución norteamericana—, la gente tiene que sentirse expresada en esa Constitución, y eso es lo que no pasa con la actual. No genera unidad, porque no genera identificación. No hay patriotismo constitucional".

Algo ''difícil de atar''


"Creo que esta cuestión tiene poco de legal y más de cultural", aclara de entrada la abogada constitucionalista y académica de la U. Adolfo Ibáñez, Claudia Sarmiento. "Las Constituciones reflejan un marco general de convivencia y entendimiento a partir del cual se va a ordenar el sistema normativo y la vida política, y en ese sentido puede ser depositaria, y suele serlo, de ciertas tradiciones, pero habitualmente esas tradiciones se relacionan con la generación del poder y con la forma a través de la cual el Estado se relaciona con los ciudadanos", expone.

"La identidad de un pueblo, de una nación, es mucho más dinámica. Es una cuestión que puede llevarse adelante o existir incluso en oposición a una Constitución. Yo no creo que esta pueda, en primer lugar, recoger una cuestión que no es estática, y en segundo lugar resolver cómo debe ser algo que se rige por cánones que no son normativos", agrega. "Me parece improbable que una Constitución pudiera moldear o contener una definición de identidad que además nos amarrara u obligara a ser de una determinada forma, porque la identidad de un pueblo es algo bastante más fluido, que es difícil de atar".

. "En una sociedad que es moralmente plural, en un contexto que cada vez nos empuja a una posición más cosmopolita de las sociedades, me cuesta trabajo pensar que pueda atarse un texto constitucional a una noción única, estática o pétrea de identidad nacional"

Claudia Sarmiento
Las sociedades, explica Sarmiento, evolucionan a través del tiempo. "Las constituciones son textos vivos, y para que puedan mantener la vigencia que requieren es necesario que sus conceptos se interpreten conforme con el momento histórico en el que se encuentran. Por ejemplo, la Constitución establece la igualdad como un principio relevante. Tal vez hace algunos años esa igualdad amparaba diferencias entre hombre y mujeres que ahora nos parecerían totalmente arbitrarias, porque nuestro concepto y nuestra mirada sobre 'lo igual' ha ido mutando", comenta.

"Lo mismo pasa con conceptos como la democracia. Nuestras exigencias sobre democracia en 1990, saliendo de un contexto de dictadura, eran muy distintas a nuestra idea de democracia y exigencia social hoy. En el 90, la hipótesis de la democracia directa habría estado vedada, en circunstancias que nosotros, a estas alturas, ya tenemos debates sobre temas como la paridad, una hipótesis necesaria para un buen sector de la población", ejemplifica.

La Constitución, a juicio de la abogada, va a determinar algunos principios, "pero eso no es equivalente a decir que va a determinar cuál es la identidad del pueblo de Chile". "Uno bien podría preguntarse si existe algo como la identidad de un pueblo, porque eso supone grados de hegemonía y de cohesión cultural que no tengo certeza de que existan en el Chile actual, o que alguna vez hayan existido", argumenta.

No se trata, asegura, de una "receta de cultura hegemónica". "En una sociedad que es moralmente plural, en un contexto que cada vez nos empuja a una posición más cosmopolita de las sociedades, me cuesta trabajo pensar que pueda atarse un texto constitucional a una noción única, estática o pétrea de identidad nacional", apunta.

Un espacio democrático común


Una visión similar tiene el abogado constitucionalista y académico de la U. de Chile, Fernando Atria. "La idea de que hay algo así como una identidad chilena que se debe manifestar me resulta ininteligible", responde a Emol. "Eso se usa para justificar posiciones conservadoras que no encuentran otros argumentos y se limitan a decir 'porque siempre ha sido así'. Yo creo que en la Constitución actual hay una manera de referirse a la identidad chilena que simplemente esconde una suerte de conservadurismo irreflexivo", dice.

"Lo que la Constitución hace es crear un espacio democrático común, y ese es el daño que esta Constitución ha causado por no hacerlo. Creo que no se le asigna la suficiente importancia al daño que ha causado como consecuencia de que el espacio político institucional no puede ser visto como común, es un espacio que yo llamaría tramposo, porque es siempre un espacio de 'ellos', donde juegan para ganar, porque incluso cuando nosotros ganamos, ese 'ganar' no significa ganar: fijaron la cancha de un modo tal que ellos juegan de local y nosotros de visita", explica.

"Para que logre generar identidad, para que exprese algo de los chilenos y lo transformen en un símbolo patrio como la bandera o el escudo, la gente tiene que sentirse expresada en esa Constitución, y eso es lo que no pasa con la actual. No genera unidad, porque no genera identificación. No hay patriotismo constitucional"

Mauro Basaure
"Eso es lo que ha hecho un imposible entender la política como un espacio común y eso ha producido una deslegitimación política que es evidente para cualquiera que quiera mirarlo. En ese sentido, lo que yo esperaría de la nueva Constitución es que contribuyera a fijar una comprensión común de nuestra vida, de lo que es 'pertenecer a Chile', pero yo no miraría la identidad en términos de contenidos específicos que deben ser rescatados y mantenidos", añade.

Eso, además, generaría un problema por la mutabilidad de las creencias y modos de vida de la nación. Por ejemplo, en el primer artículo de la Carta Magna se establece que "la familia es el núcleo fundamental de la sociedad", una noción que el propio Presidente Piñera pidió mantener en su decálogo. "Esas comprensiones pueden cambiar. No me extrañaría nada pensar que es un tema con respecto al cual la sociedad chilena ha cambiado radicalmente su pensamiento en los últimos 20 o 40 años. ¿Por qué pensar que hay una cuestión inmutable de los chilenos y la familia en Chile?", dice.

"Lo que importa es cómo podemos organizar la vida de modo tal que esas evoluciones que están ocurriendo en la sociedad tengan cómo manifestarse políticamente. Eso supone una vida institucional donde todos juguemos de local, porque si 'familia' se va a entender como lo que el Opus Dei llama 'familia', entonces ellos siempre van a ganar. ¿Cómo alguien podría pensar que una Constitución así va a crear una vida institucional común, reconocida por todos?", plantea.

Lo mismo ocurre, apunta Mauro Basaure, con el crecimiento migratorio en Chile. "Ya somos una sociedad multicultural, y si hay una referencia a 'tradición chilena' ninguna persona extranjera que resida en Chile ni ninguno de sus hijos, que van a ser chilenos, se van a sentir expresados muy bien en esa 'chilenidad'", comenta. "La Constitución debiese expresar lo menos posible la diferencia de 'lo chileno', salvo que nuestra cultura política exprese alguna diferencia, y eso sólo se va a mostrar en las discusiones democráticas donde se le dé forma", añade.

Un texto "minimalista"


"No creo que sea una muy buena idea regular en términos micro cómo se deben organizar las distintas culturas", opina por su parte el doctor en Ciencia Política, Kenneth Bunker. "Las culturas son, en general, algo que fluye, algo que va cambiando a través del tiempo y no es siempre lo mismo".

Lo que sí piensa que tendrá que ser abordado en un órgano constitucional es el rol de los pueblos originarios dentro de la nación. "Una bandera de lucha literal de toda la movilización fue la bandera mapuche. Lo mismo con Isla de Pascua, los diaguitas y varias otras culturas. ¿Cómo se podría incluir eso? Porque de todas maneras se va a definir", añade.

"Una Carta debe ser simple, minimalista, de derechos y deberes y nada más, y dejar que la cultura rellene y permee todo lo demás, pero no desde la Constitución"

Kenneth Bunker
El tema, explica el analista político, se debe abordar porque es uno que "corre por la sangre" de la nación. "Pero en general, qué es ser chileno y qué no... eso ya es el mismo texto. El texto constitucional es un compendio de ideas, de reglamentos, de regulaciones que definen lo que es ser chileno. En definitiva, es lo que nos hace distintos de los argentinos, de los peruanos", expone.

"Yo no entraría a definir qué es cultura, porque en el fondo puede que los asambleístas de ese momento tengan una visión y en 20 años sea distinta, y no creo que sea bueno entrar a regular algo que fluye tanto. Hay cosas que hoy día significan ser chileno y que en diez años o veinte, con la rapidez con que está cambiando todo, pueden mutar", agrega. Un ejemplo sería el rodeo, que de ser considerado "deporte nacional" hoy su continuidad está cuestionada.

"Decir que debemos ser de determinada manera, con un approach normativo, creo que sería erróneo. Una Carta debe ser simple, minimalista, de derechos y deberes y nada más, y dejar que la cultura rellene y permee todo lo demás, pero no desde la Constitución", concluye.
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