"Uno se queda con el sabor amargo de una ley de convivencia vial que fue implementada con un sesgo anticiclista tremendo", dice al teléfono el ex ministro de Medioambiente, Marcelo Mena, un reconocido usuario de bicicletas que circula hace más de trece años por las calles de Santiago montado en dos ruedas. Lo dice a pocas horas de una noticia que vuelve a enlutar a la comunidad: la muerte de una joven de 24 años que fue arrollada por un bus de Red.
Por estos días, las noticias así se repiten. El martes un hombre falleció en Maipú arriba de su bicicleta, la semana pasada otro lo hizo en Santa Isabel. Entre enero y septiembre de 2020, se registraron 85 decesos de ciclistas por accidentes de tránsito. La cifra iguala la totalidad de las muertes ocurridas en 2019, y representa un aumento del 28%.
En este contexto, organizaciones de la sociedad civil y expertos en ciclismo llegaron hasta La Moneda este martes. Allí le entregaron al ministro del Interior y Seguridad Pública, Rodrigo Delgado, una carta pidiendo mayor fiscalización y mejor infraestructura. En respuesta, el Gobierno dio suma urgencia a la ley CATI, que implementará un sistema automatizado de monitoreo de la velocidad de los vehículos.
Pero nada de eso parece ser suficiente ni lograr de inmediato que las calles sean más seguras para todos quienes las usan. Ese era, precisamente, el fin de la ley de convivencia vial que entró en vigencia a fines de 2018. Con ella se le atribuía espacio de la calzada a las bicicletas, se bajaba la velocidad máxima para los automóviles y se establecía una distancia de 1,5 metros para poder sobrepasar a un ciclo.
"Al final, lo único que sacó en limpio el Gobierno en su momento es que había que fiscalizar a los ciclistas que estaban en las veredas y que tenían que andar con chaleco reflectante. Al final fue una oportunidad educacional desaprovechada, que ha sido descontinuada. No se sabe que haya una campaña de educación vial y eso es muy negativo, porque hay un detrimento de la seguridad de los ciclistas y de los peatones también", dice Mena a Emol.
Ante la falta de condiciones que aseguren la integridad de los ciclistas, Mena comparte su decálogo para la convivencia vial, que podría resumir en un principio básico: "Nadie merece la pena de muerte por cometer un error".
10 consejos para moverse con seguridad
Lo primero, explica el ingeniero civil bioquímico, es "ser predecibles al pedalear". "Yo siempre asumo el principio de invisibilidad, es decir, que el auto no me ve", prosigue. "Eso me ha permitido, gracias a Dios, nunca tener un accidente".
Su tercera máxima es asumir que "la maniobra que va a hacer el automovilista va a ser abrupta". "En algunos tipos de vehículos, va a ser simplemente peligrosa. Por ejemplo, cuando veo a algún taxista, siempre me pongo un poco más a la defensiva, porque sé que una vuelta en U en tercera fila está dentro de las opciones", comenta.
El punto cuatro es el uso de luces. "Muchas", advierte. "Yo tengo por lo menos dos luces adelante, una atrás y el chaleco reflectante, sobre todo para el tránsito nocturno", dice. Otra recomendación es "tener en cuenta que gran parte de los accidentes ocurren en las intersecciones". "No sirve de nada tener la razón en un accidente si significa una fatalidad, por lo tanto siempre cuando hay una luz roja uno tiene que asumir que algunos automovilistas van a seguir andando más rápido", expone.
"El error del ciclista muchas veces se paga con la muerte. El error del automovilista pocas veces tiene ese resultado y la sanción que logra es casi nada. El problema que hay, en el fondo, es que no hay proporcionalidad en la responsabilidad del automovilista con respecto al daño que puede causar"
Marcelo Mena
El sexto tipo: "Cuando voy por la Alameda, pedaleo por el carril interno, porque sé que ahí no hay micros ni vehículos pesados". El séptimo: "Tampoco doblo en la izquierda, porque ahí es donde pasa gran parte de los accidentes. Y si vengo detrás de un automóvil en una intersección, nunca adelanto por la derecha".
En octavo lugar, sugiere ir "con cierta cautela" cuando se avanza cerca de autos estacionados. "Basta que uno abra la puerta para que te empuje a la calle y eso pueda significar un accidente fatal", ilustra. Recomienda, también, practicar la empatía y el respeto entre ciclistas. "Algunos se meten en ciclovías contra el tránsito y a veces con velocidades imprudentes. La cantidad de veces que ciclistas me han sacado del camino porque están adelantando sin mirar que venía alguien en contra ha sido alta", dice.
Responsabilidad de los vehículos grandes
Si bien los ciclistas pueden tomar resguardos para evadir el riesgo o disminuirlos, la responsabilidad primaria en un accidente de tránsito es del vehículo más pesado. Por eso la sugerencia que Mena hace a los autos es respetar las velocidades. "Por ejemplo, no llegar acelerando a cada esquina, porque hay mucha gente que anda en contra de los tiempos. Hay que tratar de andar con velocidad crucero, que respete y que esté sincronizada con los semáforos, que no estén todo el rato acelerando en trayectos que pueden tornarse mucho más peligrosos", dice.
"Hay que tener en cuenta que la energía corresponde al cuadrado de la velocidad. Una persona que anda a 100 kilómetros por hora, versus una que anda a 50, tiene una energía cuatro veces mayor. El índice de fatalidad es, en esos escenarios, casi total. Si andan a 40 o 50 kilómetros por hora, van a tener mucha mejor capacidad de reaccionar", agrega.
"Acá hay una realidad", cierra Mena. "El error del ciclista muchas veces se paga con la muerte. El error del automovilista pocas veces tiene ese resultado y la sanción que logra es casi nada. El problema que hay, en el fondo, es que no hay proporcionalidad en la responsabilidad del automovilista con respecto al daño que puede causar". Hasta que eso cambie, sugieren diversas voces en el tema, lo mejor que puede hacer un ciclista es seguir apostando por su medio de transporte, pero tomando todos los resguardos posibles.
