Patricio Zapata volvió hace poco a tener un auto mecánico. Está feliz con el modelo, pero además encontró ahí una metáfora para graficar el proceso constitucional.
Zapata —académico de la UC, director del área de derecho público en el estudio Carey, impulsor desde hace más de una década de la idea de una nueva Constitución y democratacristiano de toda la vida— dice que, en esta imagen rutera, el camino es el que inició Chile con el acuerdo del 15 de noviembre de 2019, y el vehículo, la propia Convención.
Pero hay un problema:
"Los que manejan el auto, varios convencionales, creen que este es un proceso automático y que el auto funciona con puro acelerador y freno. Unos quieren puro meter chala y otros andan con el freno de mano puesto".
El detalle es que este vehículo —como el de Zapata— es mecánico. O sea, "tiene varios cambios. Y hay que saber cuál usar y cuándo. Y para eso está el embrague. Esa es la función que permite avanzar sin que el auto corcovee. Varios de los convencionales no saben usar el embrague. No tienen el hábito o lo encuentran anticuado... El embrague es la prudencia, la responsabilidad, la humildad y el realismo. Y es lo que permite pasar bien los cambios".
—A propósito de cambios y de lo que ha pasado con la Convención en estos meses, ¿qué es lo positivo y qué lo preocupante?
—Desde el principio ha habido personas que se han precipitado a dictar sentencia antes de que aparecieran los testigos, desahuciando la Convención antes de que empezara a funcionar… Hay muchos que se apresuraron a ponerle la lápida en agosto, en septiembre, en octubre, en noviembre, pero la Convención siguió avanzando. De mejor o peor manera se zanjó el tema de los dos tercios, que es de las cuestiones más cruciales: si la Convención no hubiera aceptado que su trabajo supone ese nivel de acuerdo, ahí estaríamos ante un problema gravísimo…
—¿Pero no es lo mínimo que la Convención acepte las reglas por las cuales se la eligió?
—Para mí, y creo que para muchos de los que hemos participado en la vida de este país, producto de un aprendizaje muy doloroso, el respeto a las reglas es una cuestión bien central y asentada. Pero hay un sector, que había sido muy minoritario, que siempre estuvo al margen de ese consenso; en un momento dado, ese sector mostró ser más importante y se manifestó con mucha fuerza. Y dado el clima existente en 2020 y a principios de 2021, cuando se decide el proceso constituyente, de apasionamiento y radicalidad, nos encontramos con una Convención en que hay no pocas personas que participan de ese ánimo. Entonces, cuando digo que es importante valorar que la Convención esté ajustándose a este marco, estoy diciendo que es relevante, desde el punto de vista de la realidad social chilena, que hayamos logrado que sectores que son eminentemente rupturistas y radicales terminen aceptando, a regañadientes, refunfuñando y cada cierto tiempo haciendo una pataleta, pero aceptando que esta Convención está sujeta al control de la Corte Suprema; que necesita del financiamiento que le otorga una partida del Tesoro en la Ley de Presupuestos; que los gastos pueden ser fiscalizados por la Contraloría; que los convencionales pueden ser investigados por un fiscal… Que en un momento en que muchos pensaron que estábamos en un tiempo revolucionario, personas que llegan con ese ánimo revolucionario terminen por aceptar que esto es institucional, que tienen un plazo, que tienen condiciones para sesionar… En fin, se anunció tantas veces que esto iba a ser una fiesta rousseauniana y eso no ha ocurrido.
"Si estuviéramos hablando de una nueva ley del tránsito, ello no tendría ningún mérito. Pero estamos hablando de una nueva Constitución, de reconfigurar el contrato político, de tocar aspectos importantes del poder. Y que se haga institucionalmente no es baladí. Lo que estamos haciendo es muy difícil. Ahora, esto no significa que uno deba disculpar todos los errores. Uno puede decir: hay áreas en que la Convención está al debe. Y más aún: si no se corrigen algunas cosas, esto, para usar una comparación actual, va a ser más difícil que llegar a Qatar".
—¿Qué hay que corregir para llegar a Qatar?
—Es indispensable que haya mayor capacidad para escuchar a la técnica, a los especialistas. No para que los especialistas dicten los términos de la Constitución, pero es indispensable que se instale en la Convención, o al menos en sus directivos, el que tienen que escuchar más a los que saben más. En segundo lugar… puede que no les guste la palabra negociar, que no les guste la palabra transar; usemos entonces conciliar. Y conciliar significa que hay que estar dispuesto a renunciar a algunas de las cosas que quiero, a priorizar y decirle al país: estas son las cuatro cosas diferentes que va a tener esta Constitución. No 72 cosas; cuatro, pero importantes. Yo quiero cambiar 12, pero solo voy a conseguir siete, porque es la única forma de conseguir los dos tercios. Generar ese momento es imperativo.
"Algunos creen que uno puede trabajar con la pura ética de la convicción hasta el minuto 89 del partido y que, en el minuto 90, ahí sí llamamos a la ética de la responsabilidad y nos preocupamos de las consecuencias. A mí lo que me complica con ese razonamiento es que tú vas quedando amarrado con las cosas que apoyas y la gente te lo va a cobrar después. La responsabilidad no es un lujo que nos podemos dar en los últimos cinco minutos. Debe ser el criterio rector desde el minuto uno. Esto no es como una campaña en que tú en primera vuelta te das ciertos gustos y luego en la segunda te moderas…".
—¿En qué ha faltado esa responsabilidad?
—Me sorprende que en lo que respecta a la libertad de expresión como valor, cada vez que ha surgido una iniciativa discutible o francamente autoritaria, no haya habido una reacción fortísima de lo que yo pensaría que es el 70% de la Convención. Y ha preferido ese 70% decir, bueno, si es una propuesta solamente. Me sorprende ese laissez faire, laissez passer. No estoy diciendo que les prohíban a los convencionales comunistas que propongan un politburó. Pero estoy esperando que si los comunistas proponen un politburó para la prensa, todo el resto reaccione con fuerza y claridad, diciendo que es una pésima idea.
"Otro ejemplo de idea completamente irresponsable es proponer la nacionalización de la minería sin pagar indemnización".
"Y en materia de tribunales de justicia, la propuesta de que exista una comisión designada por el Presidente de la República que va a calificar a los jueces según su comportamiento y los va a aprobar o reprobar, está bien, hay gente que piensa eso, pero ¿qué es lo que piensa el otro 80%? ¿Cuál es la obsesión por no debatir?".
—¿Y por qué ocurre eso? ¿Es una forma de “guardarse” para la negociación final?
—Hasta hace algunas semanas, yo pensaba que tenía que ver en algunos convencionales con el deseo de no enemistarse con eventuales votantes que hubieran podido serles útiles para asumir responsabilidades mayores dentro de la Convención: si yo quería ser presidente o presidenta, coordinador de alguna comisión, qué gano con ponerme a confrontar. Pero diría que también hay un problema con la atmósfera, con la forma en que se desarrolla el debate. Se tiende a confundir la tolerancia con la negligencia o la indiferencia. No se dan cuenta de que, dada la naturaleza de este proceso, cada etapa genera inquietud, expectativas, esperanzas. Esta no es solo una responsabilidad de, oye, tengan cuidado, que se va a asustar el PGB. Hay que tener cuidado también ahí, pero estoy pensando más bien en los ciudadanos que quieren los cambios, que han luchado y que sienten durante este tiempo que todo es posible. Nadie les quiere contar que no todo va a ser posible. Y que cuando salga el proyecto de nueva Constitución va a haber cosas que no van a estar ahí, porque no van a lograr los dos tercios, porque no va a haber conciliación. Peor aún, si no hay conciliación, no va a haber nueva Constitución.
—¿Cree que ese es un riesgo real?
—Yo no lo descartaría. En la medida en que pasan los meses, el proceso ha ido superando vallas sucesivas. Incluso hay hechos políticos que se han dado de una manera que hace más factible que esto termine con un proyecto ratificado. Pero es de tal complejidad lo que tiene que resolverse, los nudos, que no podemos en forma seria descartar que, más allá de la buena voluntad y la cantidad de trabajo que le están dedicando los convencionales, más allá de la capacidad de muchos de ellos, si no se corrigen oportunamente algunas cosas, ni la buena voluntad ni el talento van a ser suficientes, si no se produce un cambio en la manera de abordar los debates y se van abandonando el maximalismo y el voluntarismo.
"Es sano y legítimo que los convencionales se muevan por sus convicciones. Lo que es muy peligroso es que haya quienes piensen que sus dichos y hechos no tienen consecuencias. El convencional Martin, coordinador de la comisión de Medio ambiente, dice: “En estos momentos de las deliberaciones no me preocuparía de ninguna frase explícita de ninguna norma, ni aprobada ni rechazada”. Está muy equivocado y alguien tiene que decírselo. La Convención no es una reunión de amigas y amigos en una fogata. Es un espacio político institucional para decidir el futuro de Chile. Lo que se dice y cómo se dice, sí importa. ¡Y sí preocupa!".
—Volvamos entonces a lo que habría que hacer para evitar el peor escenario.
—Yo le hablaba del realismo… También, humildad. Si un jurista italiano, presidente de la Comisión de Venecia, dice algo, tú puedes decir no estoy de acuerdo, pero no debieras salir diciendo este señor no sabe nada de Chile… ¡personas que han dedicado su vida al derecho comparado y que saben seguramente más de la Constitución chilena que el 95% de los chilenos! No quiero poner nombres, pero cuando un convencional dice que la experiencia de elección de la mesa fue más bien frustrante, agotadora, y alguien para responder esa crítica dice que ese fue el mejor ejercicio de democracia… ¿Qué es lo que falta ahí?
—Usted fue candidato a convencional y perdió. Para muchos, esa derrota o la de gente como Jorge Correa fue anticipo de que la Convención seguiría un rumbo complejo. ¿Cómo lo interpretó usted?
—Creo que lo que las mayorías estaban reclamando en ese momento era un tipo de enfoque, de personalidad, de ideas distintas a las que yo ofrecí. Si usted quiere, el Cristo que estaban buscando era el Cristo de la denuncia que echó a los mercaderes del templo y no el Cristo que pide que no lapiden a la mujer adúltera. Mi campaña fue de conciliar, de una Constitución que fuera casa común, que no fuera de izquierdas, que no fuera de revancha; la idea de que había que hacer un Estado distinto, pero no una sociedad distinta. Y la mayoría de los electores del distrito, muy legítimamente, sintieron que, dados los problemas que había, ni mi discurso era suficientemente profundo en su radicalidad ni tampoco mi trayectoria. Seguramente, querían a personas menos ligadas al pasado, al establishment. Yo tengo respeto por eso y asumo con humildad el veredicto. Pero no significa que tú quedaste interdicto de por vida. No hay que olvidarse que personas como Gladys Marín perdieron muchas veces las elecciones y nunca llegaron a la conclusión de que por haber perdido tenían que quedarse calladas.
"En definitiva, lo que espero transmitirle es que
veo que este proceso no va tan bien como piensan algunos convencionales, y espero que salgan de esa ilusión, pero tampoco tan mal como quieren hacer creer algunos que se detienen casi con placer en resaltar cada una de las cuestiones que son más discutibles. Yo voy a hacer todo lo posible para que los temas discutibles se corrijan. Por ejemplo, la independencia de los tribunales de justicia es lejos una de las cosas más importantes de una Constitución, y lamento que, en aras de una cierta reflexión teórica sobre la independencia interna, se haya puesto en duda la independencia externa de los tribunales y de los jueces. Es muy grave. Y también me parece muy negativo que no se acojan indicaciones de los convencionales de Vamos por Chile. ¿Cómo no va a haber alguna idea buena de ellos? ¿Y cómo les decimos después que esta es la casa de todos y todas, si no los dejamos poner ni un clavo? Esas cosas están mal y hay que corregirlas".