"Entender que en nuestras diferencias hay grandes riquezas para afrontar los desafíos del futuro, no hay razón de división. Si somos capaces de escribir un nuevo texto, pero no somos capaces de escribir una nueva convivencia o pacto social y terminamos tan divididos como veníamos, el proceso no logrará todos sus objetivos".
De esta forma, el director ejecutivo de "Tenemos que hablar de Chile", Hernán Hochschild precisó que debería ser el trabajo de la Convención Constitucional para concretar un proyecto de Carta Magna que represente a la ciudadanía, el cual tenga la misma "adhesión" que tuvo el plebiscito del 25 de octubre de 2020, cuando se aprobó iniciar un proceso de "cambio".
El proyecto es encabezado por la Universidad Católica y de Chile, y nace antes "del plebiscito que aprobó este proceso constituyente". Es más, según contó Hochschild a Emol, fue creado después del estallido social "por la idea de que hay que ser muy cuidadosos de atribuirse como una hegemonía de la voz del pueblo, y que una de las herramientas que tenemos para contra llevar eso, es producir la participación ciudadana desde una forma de escucha y de vínculo".
De acuerdo con lo relatado por el también ingeniero civil con un máster en Filosofía, y ex director de Elige Educar, la iniciativa en los últimos dos años, ha realizado más de 52 mil horas de participación ciudadana en las cuales cerca de 110 mil personas han sido partícipes "en los distintos procesos que hemos hecho, todo ese trabajo queda registrado y analizado, y nos ayuda a complementarse ciertas lecturas que se hacen de lo que puede estar pasando en el país".
Desde esa vereda, Hochschild asegura que están tratando de aportar al proceso constituyente: "Hemos trabajo intensamente por llevarles esa información a los convencionales, por producir minutas, ayudarlos en el proceso, reunirnos con ellos". Sin embargo, reconocer que se trata de un "proceso que es complejo, que es rápido, que hay poco tiempo, y que
ha sido muy difícil de informar y construir espacios de relación con la ciudadanía". -¿Cómo ha percibido la ciudadanía el proceso desde antes que iniciaran las discusiones en el pleno a cómo lo percibe ahora con todo lo que ha significado el debate?
En Chile efectivamente hay un anhelo de cambio y que el proceso constituyente logra recoger ese espíritu y en ese sentido logra una expresión mayoritaria en la ciudadanía, pero al mismo tiempo es un proceso muy complejo, sobre todo en el vínculo que va manteniendo con el tiempo con la ciudadanía y en la conversación que va produciendo. Uno de los grandes desafíos que mantiene la Convención es cómo las personas van entendiendo lo que se está proponiendo, cómo se hacen parte del contenido y cómo también el proceso recoge que no sólo la voz de los grupos organizados alrededor del proceso, sino que también de las personas desorganizadas.
Hay que ser muy cuidadosos de que el proceso logre convocar adhesiones mayoritarias. Es decir, el inicio de este proceso logró producir esperanza y una adhesión popular masiva, pero tenemos que lograr que el término del proceso también logre una adhesión masiva. Para ello, debe haber espacios en la discusión, debe haber espacios a la crítica, a las opiniones y a las diferencias. Hay un anhelo muy grande de reconocer las vivencias del país y al mismo tiempo de complementarnos en ella y no dividirnos en ella.
-¿Cómo se logra eso si dentro de la misma Convención hay una falta de diálogo que ha sido mencionada por los mismos constituyentes?
La deliberación nace de un entendimiento hacia las ideas del otro y hay muchos ejemplos de Constituciones que son capaces de leerse no en una clave ni de izquierda ni de derecha, que la lectura es capaz de integrar distintas posturas y miradas. No es un proceso fácil, es un proceso complejo, los convencionales lo saben y lo viven todos los días, pero al mismo tiempo es un hito único en nuestra historia, por eso nos debemos el máximo esfuerzo posible porque salga bien, porque el resultado sea capaz de convocar mucha adhesión popular y para eso deben haber puntos de cuidado: los conceptos e ideas con las que se trabajan deben tener un arraigo popular, no puede ser difíciles de leer para la ciudadanía; dos, se debe producir una respuesta de cómo ve la ciudadanía algunas ideas desconocidas, por eso la Convención tiene que abrirse y no tener susto a la crítica. El diálogo no significa acallar nuestras diferencias, sino producir un entendimiento.
-Considerando que el proceso lleva un gran avance en la discusión de las normas, ¿cuál podría ser el impacto en la ciudadanía si se concreta un proyecto de nueva Constitución que no fue mayormente de concordancia entre los convencionales?
Por las reglas que hay, el documento que salga va a tener concordancia entre los constituyentes, ese no es el problema. Acá hay que hacer una lectura del documento de cuánto es la adhesión popular que uno espera que esto buque al cierre del proceso. Este proceso parte con una adhesión popular muy grande y lo que esperaría es que llegue con una adhesión popular muy grande, es lo que le debemos a la ciudadanía que anhela los grandes acuerdos. Por eso, no es sólo importante lo que los convencionales van a escribir, pero hay algo de igual es importante y es la forma de convivencia sobre el cual vamos a enfrentar los próximos 30 años del país. Entender que en nuestras diferencias hay grandes riquezas para afrontar los desafíos del futuro, no hay razón de división. Si somos capaces de escribir un nuevo texto, pero no somos capaces de escribir una nueva convivencia o pacto social y terminamos tan divididos como veníamos, el proceso no logrará todos sus objetivos.
-En estos días han surgido unos movimientos que han reclamado y han solicitado a la Convención que haya un proceso de unidad y diálogo, ¿cómo se podría llevar este diálogo que impulsa ‘Tenemos que hablar en Chile’ a la Convención?
No es fácil, es una tarea muy compleja. Nosotros entendemos que en las próximas semanas, en un tiempo corto debiese haber nuevamente espacios de diálogo, y yo diría que ojalá las personas se organicen. Si se organizaron los 'Amarillos' ojalá que se organicen muchos más, para que podamos tener un momento muy crítico, que critiquemos el contenido, que tengamos una reflexión como país y que discutamos sobre lo que se está haciendo, que los convencionales puedan alimentarse de esa conversación, de las cartas, de las columnas, pero también de la participación, de lo que estamos haciendo nosotros y otros espacios.
Que podamos traer a las personas que están desorganizadas o que no han participado en el proceso y que las podamos incluir y hacer parte de la participación, porque sobre esta nueva Constitución va a haber mucha exigencia de la ciudadanía, hay un anhelo y una expectativa grande. Necesitamos entonces que quede bien y eso lo vamos a lograr en la medida que nos abramos en este momento a una gran conversación crítica sobre el contenido, necesitamos que los convencionales estén dispuestos a pactar internamente y muy abiertos a lo que está pasando hacia afuera.
-¿Cree que esta nueva Constitución podría ser una base para dialogar entre las diferentes posturas y miradas de mundo que hay en Chile?
En este proceso se juegan las votaciones populares y en esas votaciones se juega cuánta complementariedad va a permitir la Constitución, cuánto espacio a la colaboración va a facilitar la Constitución y cuánto espacio a las diferentes alternativas y miradas de mundo va a permitir la Constitución. Estamos en el tiempo preciso para que el país se abra a la crítica, para que se abra a la discusión y creo que es fundamental que la misma Convención se abra a que está reticente, a que quizás no está entendiendo algunos de los conceptos y que se abra a intentar entender cuáles son los resquemores y críticas que hay desde otros espacios. Porque no estamos sólo construyendo un texto constitucional, sino que es un texto para convivir y para los desafíos que tenemos. En esa forma debe haber un espíritu en el que haya espacio a la complementariedad y no sólo espacio a la hegemonía de las ideas de unos y otros, que quizás fue la tónica que se ha vivido.
-En base a lo que la ciudadanía pide de este proceso, ¿cree que los mensajes que ha enviado la Convención Constitucional han sido los correctos?
Todavía está por verse, ese es el gran desafío y va a depender mucho de la votación en particular y de cómo entendemos la gestión de nuestras diferencias, de cómo entendemos el sistema política, el Estado. ¿Qué hemos aprendido nosotros? Hemos aprendido que la descentralización del Estado no es lo mismo que la descentralización política, que la descentralización del Estado significa que las capacidades se dividen equitativamente por todo el territorio. La que la descentralización política significa que lo que se visibiliza no sea lo que ocurra en Santiago, sino que también lo local.
En ese aspecto, hay que tener mucho cuidado con lo que se logre en los temas en particular, porque un estado fragmentado puede perder capacidades y las personas quieren que el Estado tenga las capacidades desplegadas en el territorio. Lo segundo es que las personas no quieren un Estado capturado por la política, sino que quieren una política que sepa recoger muy bien los problemas de la ciudadanía. Ese juicio de la ciudadanía va a estar muy presente y va a ser muy exigente con esta Constitución, por eso tenemos que hacer que funcione bien para que logre los cambios en la ciudadanía.
-¿Cómo proyecta que va a finalizar este proceso constituyente una vez que el proyecto de nueva Constitución enfrente el plebiscito de salida?
Espero que los convencionales estén pensando en ese proceso de salida, en la búsqueda de una alta adhesión popular, en la búsqueda de un entendimiento muy alto, que no estén pensando en el número aritmético específico, sino que también en el espíritu con el que va a terminar este proceso. Si vamos a ser capaces de producir ese pacto que ropa la lógica de la hegemonía política de un sector frente a otro o la lógica de divisiones, pero al mismo tiempo hay muchas dudas, es un proceso difícil y el mundo está enredado, y en esas dudas nos debemos atrevernos a trabajar con mucha fuerza porque el proceso salga bien y que se abran las puertas desde la Convención para enriquecer todo lo que se va a hacer.