La comisión de Medio ambiente y modelo económico está en proceso de sistematización de 400 normas de sus últimos bloques temáticos: estatutos comunes, modelo económico y derecho humano a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado.
Camila Zárate (Pueblo Constituyente), egresada de Derecho y coordinadora de dicha instancia, señala al respecto que "nos estamos poniendo de acuerdo en mesas transversales, sobre todo con las fuerzas de izquierda transformadora, para poder generar una buena propuesta al pleno".
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¿Cómo evalúa el trabajo desarrollado al interior de la comisión durante estos cinco meses?
—Ha sido un trabajo bien ordenado, en términos que hemos tenido muchos ajustes de cronograma y metodología y siempre hemos llegado desde los acuerdos para enfrentar los distintos procesos. Iniciamos generando espacios de conversación y discusión con las organizaciones sociales y los mismos constituyentes. Posterior a eso, hicimos un trabajo de consenso de las normas del paraguas general, que definen una Constitución ecológica, y si bien tuvimos algunas dificultades en el primer informe, ahora contamos con la aprobación del informe de reemplazo, donde se establecen algunos principios ambientales, los derechos de la naturaleza y de los animales.
—El artículo 12 del informe de reemplazo, sobre los bienes comunes naturales, fue rechazado en particular por el pleno y debe ser sujeto de una segunda propuesta. ¿Por qué cree que se rechazó y por qué es importante para usted este artículo?
—Hubiese sido bueno tener ese artículo aprobado, ya que los bienes comunes naturales son paraguas de temas que estamos viendo hoy y eso ha significado algunas dificultades. En particular, en este artículo, no hemos llegado a un acuerdo en el inciso 4 relacionado con los pueblos originarios, principalmente con los pueblos originarios del norte, donde faltó estipular de manera más clara que el derecho preferente de los pueblos originarios respecto de los bienes comunes que están en su territorio no constituye propiedad. Eso es importante, ya que si los bienes comunes son considerados elementos de la naturaleza que no son susceptibles de apropiación, entonces la regla tiene que ser consistente para todos los actores.
"Hay complejidades respecto de cómo ellos comprenden la propiedad, que no es la misma comprensión que nosotros tenemos. Aún nos falta tiempo de conversación, pero son temas bastante profundos, sobre todo considerando que nosotros tenemos un fin mayor, que es la desprivatización, y que dentro de ese fin mayor, también tenemos que conversar con las necesidades de los pueblos originarios para que puedan subsistir a través de los elementos naturales".
—¿Cuál es su propuesta de modelo económico?
—No queremos cerrarnos a ningún modelo, pero estamos buscando un objetivo de buen vivir entendido como la importancia de generar una relación recíproca entre los sistemas económicos de producción, distribución y consumo con la naturaleza y tratando de hacernos cargo de ciertos principios y cosmovisiones que también son importantes en términos de la relación territorial.
"Proponemos establecer los principios ecológicos de la solidaridad, la reciprocidad y ecosistémicos para que generemos una armonía distinta con la naturaleza. Buscamos un nuevo modelo económico que incorpore nuevas actorías colectivas al mercado, como son las comunidades; que se estipule en la Constitución un apoyo a las economías solidarias y a las economías locales, de manera de lograr una diversificación de la matriz económica y, por ende, lograr una democratización económica. Además, queremos que el Estado tenga un rol preponderante en la entrega de servicios públicos, que planifique la economía de forma democrática y con apoyo a las comunidades locales (...). Mientras que los privados van a seguir existiendo en la economía y se tendrán que ajustar a estas nuevas reglas con una regulación mayor y en torno a ciertos principios comunes".
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¿Qué opina de la teoría del decrecimiento? ¿Es buena idea sacrificar el crecimiento por el medio ambiente?
—Nosotros no hemos planteado ningún modelo de decrecimiento. En lo personal, creo que el decrecimiento es una teoría que lo que viene a hacer es desacoplar esta idea de que la economía, sí o sí, tiene que seguir creciendo. Los límites planetarios son claros y lamentablemente en esta idea de crecimiento también se ha olvidado que hay muchos elementos de la naturaleza que no son renovables, que tienen límites.
—Muchas industrias han dicho que las normas de nacionalización y fin de concesiones terminarán con la inversión. ¿Comparte esa opinión?
—Todavía no hemos cerrado las propuestas en torno a esa línea. Además, la nacionalización y la expropiación siempre han estado presentes. Yo puedo entender que si se plantean estos temas sin plazos y sin explicación, pueda generar temor a los privados. Aquí lo que se quiere hacer es un llamado a la tranquilidad, de que en caso que se mencione alguno de estos temas, siempre será con un criterio de realidad.
—¿Cómo convive el derecho de los animales, como sujetos de especial protección, con la industria alimentaria?
—Cada una de las actividades específicas que hoy utilizan animales tendrán que adecuarse a esta nueva figura de protección. Ahora a los animales constitucionalmente se les va a garantizar una vida libre de maltrato, que no es otra cosa que el delito de maltrato animal, pero esta vez constitucionalizado y pensando que los animales son los sujetos de ese delito. Como antes los animales eran cosas, el delito del maltrato animal era más bien una potestad humana para que nosotros, los humanos, veláramos por los objetos. Ahora los animales serán sujetos jurídicamente protegidos; por lo tanto, desde ahí la temática del maltrato va a cobrar más fuerza. Además, es bueno aclarar que, con este artículo, a los animales no se les está dando constitucionalmente el derecho a la vida, sino que constitucionalmente se les está dando el derecho de una vida libre de maltrato.
—Se acaba de promulgar la reforma al Código de aguas. ¿Qué le parece esta reforma?
—En esta reforma subsiste la idea de los derechos de aprovechamiento de aguas, que en el fondo es un derecho real de propiedad a los particulares. A su vez subsisten ideas de cómo se gestionan las aguas desde quienes son propietarios a través de las juntas de vigilancia, comunidades de aguas y otras organizaciones de usuarios de aguas que se basan todas en la apropiación; entonces entendemos que el corazón de este Código de aguas está pensado siempre en la utilización del agua desde la propiedad y la productividad.
"Nosotros buscamos un código que ponga en el centro los ecosistemas con la protección de aguas con consejos plurinacionales de cuencas, la administración por cuenca, la visión ecosistémica y la prioridad de uso ecosistémico".