EMOLTV

Columna de opinión: Preámbulo, la épica del proceso

Una Constitución provee de herramientas para resolver los dilemas que nos planteamos como sociedad. En democracia no es ni una varita mágica ni un texto petrificado. Habrá un preámbulo formal, pero este proceso debe ser la épica conjunta del Chile que despertó.

07 de Mayo de 2022 | 14:09 | Por Camila Miranda
imagen
El Mercurio
La Convención Constituyente enfrenta un nuevo desafío: la redacción del preámbulo de la nueva Carta Fundamental. El preámbulo es el texto que encabeza el conjunto de normas que dan forma a la Constitución, es la apertura de un camino, la expresión del propósito de una comunidad política y de sus desafíos históricos. De allí su trascendencia.

Vale recordar que la Constitución vigente carece de este apartado y que comienza apelando a decretos con fuerza de ley que no hacen sino expresar el carácter autoritario y marcial del texto y la autopercepción de la Junta Militar como poder constituyente legítimo. Distinto es el caso de la Constitución provisoria de 1818, que se abre con palabras de Bernardo O’Higgins que expresan tanto el sentido —"La obligación de corresponder dignamente a la confianza de mis conciudadanos, que me colocaron en el Supremo mando, y en el deseo de promover de todos modos la felicidad general de Chile (...)"—, como el contexto —la rivalidad entre provincias y la guerra civil— en que se produce la propuesta constitucional.

Ese breve recurso a la historia tiene por objeto ilustrar el desafío del preámbulo —no solamente de las palabras específicas que den forma al texto— como expresión del espíritu de los tiempos.

En el debate constitucional en que nos encontramos, se han hecho incontables valoraciones de la idea refundacional, expresión que apunta a la raíz y al presente: "Revisar la marcha de una entidad o institución, para hacerla volver a sus principios originales o para adaptar estos a los nuevos tiempos" (RAE). En esta etapa del proceso constituyente, el preámbulo nos convoca a volver sobre los pasos que nos trajeron a la escritura de una nueva Constitución, más que como un ejercicio de campaña, como la actualización de la pregunta sobre las razones y el sentido del proceso, conectándolo con el cuerpo que ya se encuentra en el borrador de la propuesta de nueva Carta Fundamental.

Tomando esa provocación, la del camino, comienzo volviendo a las calles caminadas desde el 18 de octubre de 2019 y la frase "Chile despertó", y volviendo a preguntar: ¿De qué despertó Chile y por qué? Las precarias condiciones materiales de vida, junto a la invitación permanente a aspirar a otra vida, a la que solo es posible acercarse con inseguridad y endeudamiento; la profunda desigualdad y sus estrategias de camuflaje en la responsabilidad individual, cuasi mártir de que con esfuerzo alcanza; la implosión de las instituciones que pretendían darle sentido y orden a nuestra convivencia —muchas de ellas dispuestas a asegurar privilegios a un pequeño segmento de la sociedad que incluso en circunstancias de graves crisis como la pandemia siguieron acrecentando sus riquezas.

No se trata de desconocer las experiencias que cada quien tuvo estos últimos cuarenta años y cómo logró forjarse un camino, sino que de plantearnos la posibilidad y la necesidad de que pueda haber desarrollo y convivencia sin que ello implique la imposición de la desigualdad, la destrucción de un lugar donde seguir viviendo, la exclusión de muchas y que la soberanía sea más que asentir o no, sino que participar e incidir, porque mantener así las cosas, sí que nos divide.

Pocas son las oportunidades que un país tiene para repensarse. Este inédito ejercicio de democracia que es la Convención Constitucional, por su origen y composición, por su práctica deliberativa, y ahora, también por su contenido: el empeño del pueblo por construir un Estado social de derechos, la dignidad como base del entendimiento como personas y pueblos, la justicia social como medida y la democracia como camino.

Una Constitución provee de herramientas para resolver los dilemas que nos planteamos como sociedad. En democracia no es ni una varita mágica ni un texto petrificado. Habrá un preámbulo formal, pero este proceso es de todas y todos, debe ser la épica conjunta del Chile que despertó, de sus deudas históricas y de sus sueños.

EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?