El domingo por la tarde, el matrimonio compuesto por Carlos Abello y Elsa Mancilla confirmaron una triste duda que los embargaba por años: La quinta de sus nueves hijas,
estaba sin vida desde hace más de dos décadas. Sin embargo, su deceso estaría en manos de su esposo, un hombre de 65 años que confesó haber
asesinado a la mujer en 1998 y que reconoció también que los restos los enterró en una caballeriza.
Tras concretarse el hallazgo de las osamentas en el lugar señalado por el presunto autor del crimen, el Servicio Médico Legal ahora deberá determinar si efectivamente corresponden a la víctima y, a su vez, la data de muerte. Frente a ello, los padres de la mujer entregaron su doloroso relato a El Austral de Osorno, asegurando que la motivación del cónyuge habría sido "los celos".
"Desde el primer día que C.S, dijo que ella había abandonado su casa, sus hijos y que se había ido a Puerto Montt, nunca lo creímos. Fueron sus celos, ella siempre decía que le pegaba. Ahora ese maldito debería morirse como un perro, no tiene perdón lo que hizo. ¿Por qué mi hijita tuvo que morir así? He sufrido muchísimo y sólo quiero que se haga justicia como debe ser", expresó Elsa.
"Nunca dejamos de buscarla y sabíamos que él nos mentía", agrega la madre de la víctima en medio de lagrimas, luego de haberse enterado hace cuatro días que el esposo de su hija habría confesado el crimen, ocurrido en 1998, y que su cuerpo estaba en una pesebrera del Club de Campo, lugar donde el presunto autor del asesinato alguna vez trabajó.
Junto a su esposo, Carlos Abello, viven en una residencia de la población Quinto Centenario. El padre de la víctima, también afectado por la triste noticia, relató que al esposo de su hija "se le atendía como un yerno. De primera andaba bien, después empezó a mentir... era muy celoso. Mi señora y mi hija iban a vender flores y verduras a Puerto Montt, pero las seguía y se quedaba todo el día allá".
"Mi hija nunca iba a dejar solos a sus hijos, por eso nos pareció extraño todo su relato en esa época", comentó Abello, en alusión a que el propio esposo argumentaba que la mujer había abandonado el hogar por la voluntad propia.
Última celebración
La relación entre la víctima y su esposo comenzó cuando ambos vivían en los Barracones Municipales, un campamento levantado a un costado del ex cementerio en avenida 18 de Septiembre al llegar a Santa María, en la década de los '80. Ellos contrajeron matrimonio y de esa relación nacieron tres hijos, quienes la última vez -al igual que el resto de la familia-, vieron con vida a la mujer el 11 de julio de 1998, cuando llegaron a celebrar el cumpleaños de su sobrina.
"Estuvieron compartiendo en mi casa y luego se fueron a la suya, pero no quiero saber nada de él", expresó brevemente el hermano de la mujer, cuyo cuerpo fue recuperado el lunes y se mantiene en el Servicio Médico Legal de Osorno, a la espera de ser trasladado hacia Concepción para los peritajes junto a las muestras de sangre que le tomarán a uno de sus hijos y a su hermana María Abello, quien es la persona que en el 2007 hizo la denuncia en la PDI por presunta desgracia.
"Pasaron los días y él siempre mantuvo su mentira, se hizo evangélico y siguió guardando la verdad. Sólo queremos que se haga justicia y pague por todo. Es un gran daño que le hizo a nuestros sobrinos. Nos enteramos de muchas cosas, ya que él prohibió que nos visitaran. Los mantuvo todo este tiempo con mentiras y les hizo creer que mi hermana los había abandonado", añadió su hermana, María Abello.
Crimen y peritaje
"Muchos hoy dicen por qué no la buscamos, pero lo hicimos. Yo quedé embarazada y cuando mi hijo estaba crecido, fui quien hizo la denuncia en la policía. Él (presunto victimario) fue llamado a declarar, pero como se había hecho evangélico, llevaba pastores o amigos de la Iglesia y todos atestiguaban a su favor y decían que mi hermana los había abandonado", precisó.
La mujer relató que en los primeros meses de no saber nada de la víctima, una de sus sobrinas comentó que su padre tenía el carnet de identidad de su mamá. "Lo encaré por ello y él me respondió que se había ido a Santiago a comprar mercadería y que había dejado su dinero y su carnet. Desde ahí dudé de su palabra y me alejé porque era peligroso", señala María Avello.
Y agrega: "Fui con todos esos datos a la PDI, pero no hicieron nada. Pedí diligencias y hasta el juez me dijo que sin pruebas no se podía hacer nada y archivó el caso. Hoy se descubre que todo era tal cual como lo dijimos en su momento".
El crimen se habría cometido la madrugada del 13 de julio de 1998. El esposo habría llevado a la víctima, mediante un engaño, a su trabajo: "él confesó a su hija menor que supuestamente la ahorcó con las manos. Al desenterrar su cuerpo vestía con la chomba con la que la vimos la última vez".
Frente a ello, María Abello está citada hoy a una diligencia donde se encontrará con personal de la PDI, el Juzgado de Letras y se enfrentará cara a cara con el asesino confeso de su hermana, una de las diligencias que espera con calma. Además, se prevé que la otra semana se realice el funeral de la víctima.