Una compleja tarea es la que ha tenido que enfrentar durante estos cinco meses de gestión la ministra de RR.EE., Antonia Urrejola, complicada por una serie de polémicas provocadas por errores no forzados de su cartera y otros problemas que desde el punto de vista del Gobierno han sido amplificados por presiones externas.
La lista no es corta y ha impedido a la secretaria de Estado desplegar la agenda que le encomendó el Presidente Gabriel Boric al inicio de su mandato, la cual tiene que ver con volver a poner el foco en Latinoamérica y recuperar el liderazgo regional, además de impulsar nuevas temáticas, como la política exterior turquesa y feminista.
De partida, enfrentó reproches por la designación de embajadoras que fueron consideradas como "premios de consuelo" desde la oposición, como
Bárbara Figueroa en Argentina y
Paula Narváez en la ONU, así como también la nominación de amigos del Mandatario, como
Sebastián Kraljevic en la OEA y
Javier Velasco en España.
Las criticas crecieron con la situación de Sebastián Depolo en Brasil, quien aún no recibe el beneplácito, y la determinación de bajar el nombre de Andreas Pierotic en China, en circunstancias de que el abogado ya había sido aceptado por el gobierno chino y estaba listo para viajar a Beijing.
A ello se sumó la advertencia del cónsul de Chile en Madrid, Jaime Ferraz, por la designación de Germán Berger, hijo de la diputada del PC, Carmen Hertz, lo cual le mereció una calificación de demerito, y la tensión que generó la resolución de Boric de no respaldar la candidatura del abogado Claudio Grossman a la Corte de La Haya.
Adicionalmente, existe resistencia al subsecretario de Relaciones Económicas, José Miguel Ahumada, por su visión critica de los tratados de libre comercio, y ahora se generó un impasse con Argentina por vuelos no autorizados en espacio aéreo del país vecino, hecho que motivó un tuit del ministerio que luego tuvo que ser eliminado.
Disputas internas y externas
En medio de ese escenario, Urrejola también ha tenido que saber enfrentar una serie de presiones, tanto internas como externas. Entre las primeras, la propia titular de RR.EE. ha reconocido diferencias con la jefa de asesores del segundo piso de La Moneda, Lucía Dammert, quien ha ejercido una fuerte influencia en Boric en materia internacional.
Esa situación, que cobró mayor visibilidad durante la gira del jefe de Estado a EE.UU., motivó el respaldo del PS a la ministra, quien posee estrechos nexos con el Socialismo Democrático. Sin embargo, ello no la ha blindado de los comentarios de ex autoridades diplomáticas del sector, que no ven con buenos ojos el manejo de la cancillería.
Según comentan fuentes de la cartera y del mundo diplomático, dicha visión
se enmarca dentro de una batalla generacional que se está librando en materia exterior. Por una parte, están quienes han conducido los destinos de Chile en los últimos 40 años, y por otra, los profesionales jóvenes que se integraron con la llegada de Boric al poder.
Esa situación está tensionando la gestión de Urrejola, quien se encuentra justo en el medio de ambos mundos, ya que posee nexos con gente como el propio Grossman, y ex cancilleres como Heraldo Muñoz o José Miguel Insulza por una parte, y formó parte de la plataforma Nueva Política Exterior, de donde provienen las nuevas camadas.
Asesores y autoridades como el subsecretario Ahumada o el consejero en materia internacional del Presidente, Carlos Figueroa, fueron activos colaboradores de ese think tank, el cual se define como "una red progresista y no partidista orientada a generar conocimiento, promover el diálogo político y contribuir a la formulación de políticas".
Un ejemplo de esas diferencias se dio en el caso Grossman. Mientras los ex cancilleres de la Concertación y la Nueva Mayoría se jugaron por el jurista, el director ejecutivo de Nueva Política Exterior, Cristóbal Bywaters, defendió la decisión del Gobierno de no nominarlo, al privilegiar la postulación del país al Consejo de DD.HH. de la ONU.
Postergación de nominaciones
Al interior del Ejecutivo no hay dobles lecturas. El propio Presidente, al momento de justificar su decisión sobre la candidatura a La Haya, sostuvo que "se ha planteado acá por parte de algunos sectores que se creen dueños de la cancillería que acá hay un veto a Claudio Grossman y eso no es cierto".
El mensaje del Mandatario no fue casual, y es que el sentimiento que cruza Teatinos 180 es que hay un grupo de ex autoridades y diplomáticos que perciben que ya no tienen influencia en política exterior. "Sienten que perdieron el control", aseguran desde la cartera, junto con advertir que la cancillería aún es un reducto de una "elite".
La propia Urrejola ha reconocido en entrevistas la presión que recibido de parte de esos grupos, sobre todo a la hora de diseñar la lista de representantes de Chile en el exterior.
"La cantidad de gente que pide ser embajador es abismante", ha señalado, junto con reconocer que los llamados también se extienden a otras decisiones.
En ese contexto, tanto el jefe de Estado como la ministra han evaluado postergar la designación de diplomáticos en los países que aún están vacantes, con el objetivo de detener las criticas y tensiones que han generado ese tipo de decisiones. Ello aplicaría a las embajadas en México, Colombia, Italia y Costa Rica, entre otros países.
El argumento es que cualquier nombre que se proponga será sometido a reproches, en medio de la campaña al Plebiscito de salida del proceso constituyente. De hecho, hay una nómina que el jefe de Estado ya visó, pero la cual permanecerá en reserva hasta después del referéndum, para evitar nuevas polémicas.
En esa línea, han desmentido la designación de ex miembros de la Convención Constitucional, como la ex presidenta del órgano, Elisa Loncon, cuyo nombre fue asociado a la embajada en Ciudad de México, y el ex coordinador de la comisión de Sistema Político, Ricardo Montero (PS), que fue mencionado para la de Costa Rica.