Un cambio de discurso, de tono o una muestra de "realismo" político. Así han descrito distintos analistas el giro que ha dado el Presidente Gabriel Boric en las últimas semanas y sobre todo en los últimos días, cuando se refirió por primera vez a "actos terroristas" en La Araucanía, cuando habló de que la izquierda se "embriagó" con los resultados del Plebiscito de entrada y la elección de convencionales, y cuando señaló, resumiendo todo esto, que "otra cosa es con guitarra".
Lo que se vio, según estos analistas, es bastante claro. La incógnita es a qué responde este cambio y en eso hay varias miradas, pero una respuesta que cruza a todos: la "necesidad de gobernar".
"El Presidente ya claudicó en su estrategia original consistente en un programa de transformaciones estructurales", plantea el analista político de la U. de Talca,
Mauricio Morales. Según Morales, se debería a la derrota en el Plebiscito y a la grave crisis económica, política y en seguridad que está atravesando el país.
"El Boric de hoy es diametralmente distinto al Boric de primera vuelta y parcialmente similar al de segunda vuelta, reconociendo- incluso- los errores de la izquierda al enfrentar el proceso constitucional y lo distinto que es gobernar a ser oposición. Estamos frente a una figura muchísimo más moderada y consciente de la situación crítica por la que atraviesa el país", asegura.
"Está menos romántico, y dejó de estar preso de una ideología que, con toda seguridad, mandaría a su gobierno por el despeñadero, tal como ocurrió con el proyecto de nueva Constitución. Afortunadamente, Boric está gobernando en función de las dos grandes urgencias de Chile: orden público y economía. No debiese salir de ahí, pues el despegue de su gobierno depende casi a plenitud de la gestión de crisis", opina Morales.
Según el director de la Escuela de Gobierno de la U. Central, Marco Moreno, estos ajustes en la comunicación "muestran que el Presidente está entendiendo que se hace campaña en verso, pero se gobierna en prosa, por las complejidades que tiene el proceso de gobernar, porque este gobierno no tiene mayorías políticas y tiene que construirlas y eso implica no solo acciones que deba realizar, sino también un relato, un discurso".
"Creo que lo que se busca atacar son dos cosas: construir apoyo y legitimidad para sus políticas teniendo como elemento fundamental la comunicación de gobierno", asegura Moreno.
No obstante, señala un punto relevante: esto también se debería traducir en "acciones". "No basta con palabras ni discursos ni relato, esto tiene que ir acompañado de acción. La gente creería que ese discurso que él plantea debiera acompañarse de acciones y que hubiera coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, porque
hasta ahora lo que la gente observa es que esa coherencia no es tan clara", remarca el académico.
La búsqueda de "coherencia"
Para el analista político y académico de la U. de Valparaíso, Guillermo Holzmann, se trata de "un cambio de discurso, de actitud, que va a traer probablemente réditos". Réditos, según dice, en el sentido de que será más fácil abrir un espacio de negociación en el Congreso. Pero también tendría costos.
"Le genera costos en términos de que en Apruebo Dignidad, el Frente Amplio, PC, no van a estar muy de acuerdo con lo que están señalando. Vamos a tener que ver ahí cómo el Presidente se juega su liderazgo en la coalición primaria que lo está apoyando", plantea Holzmann.
Según el académico, el cambio de discurso sería "un guiño" respecto de las propias conclusiones del cónclave en Cerro Castillo. "Si eso se va a mantener o no en las semanas siguientes es el desafío que tiene, el darle forma a sus dichos y al cambio de opinión. Va a tener que explicarlo bien a las fuerzas que lo han apoyado", señala.
En este aspecto, Holzmann coincide con Moreno: "me atrevería a decir que la baja en las encuestas se va a mantener por varias semanas,
hasta que no dé cuenta de que lo que está haciendo ahora es coherente con lo que haga la semana siguiente", dice.
La necesidad de gobernar
El punto de la coherencia también es clave para el abogado Gonzalo Cordero, que se pregunta si "¿cuando el FA y el PC vuelvan a ser oposición, van a seguir reconociendo todas estas cosas? ¿O van a volver a la posición anterior en la cual a un gobierno de centroderecha no se le reconoce ninguna de las atribuciones que les permite hacer eso?".
El cambio de tono, a juicio de Cordero, "se debe a la necesidad de gobernar, a que hoy día el Frente Amplio, el PC y en particular el Presidente, tienen que gobernar el país y eso significa, para legitimarse en su función, resguardar el orden público, dar seguridad a las personas, significa dar ciertas condiciones para que se desarrolle la vida económica".
Pero según dice,
el cambio tendría "poco valor", porque "defender todas estas cosas son importantes y tienen valor democrático cuando se reconocen, se respetan y se defienden desde la oposición, pero no cuando se está en el gobierno, porque
si se llegó al gobierno y quiere gobernar, necesita hacer todas esas cosas".
Nueva agenda política
Para el analista político de la Universidad Tecnológica Metropolitana, Máximo Quitral, el Mandatario mostró "realismo político", pero "no puede quedarse solamente en el análisis o la crítica, autocrítica. Debe traducirse en una nueva agenda política que le dé salida y respuesta a los problemas que hoy aquejan al país y están suficientemente claros".
"En la medida en que no se observe eso, la opinión pública y la ciudadanía no va a comprender o va a mantener esa distancia con el Gobierno y probablemente las críticas se pueden ir agudizando con el correr de las semanas", explica.
Para Quitral, el cambio de tono se debe a entender que hubo una "equivocación" previamente. "Es entender que su agenda es muy distinta a la realidad país, y que a partir de la situación y todo lo que ha ido pasando bajo su Gobierno, evidentemente ha comprendido que la situación es mucho más compleja que lo que se percibió un tiempo atrás y por lo tanto requiere de un cambio de agenda que responda a esas necesidades".