Desde la llegada del covid-19 a Chile en 2020, la demanda que ha tenido el sistema de salud ha sido incesante. Es que mientras en un comienzo se produjo una ola de hospitalizaciones de gravedad debido a la enfermedad, luego vino una masiva campaña de vacunación y la reactivación de la atención de patologías postergadas, que hasta hoy mantiene al sistema en tensión y con una capacidad de camas de cerca del doble de la que existía previo a la crisis. Todo esto ha generado una alta carga de trabajo para los funcionarios, lo que se ha visto reflejado también en un fuerte incremento de las licencias médicas entre los funcionarios. Este es un problema que complica a las autoridades ya que se disminuye la capacidad del sistema, en un momento que se requiere elevar la productividad para comenzar a reducir las abultadas listas de espera. En cifras del Minsal, hasta septiembre de este año, los 42.378 funcionarios de dotación efectivas, suplencia o reemplazo del sistema de salud público habían presentado 435.229 licencias médicas, es decir, un promedio en lo va de año de más de 10 permisos por personas, por un total de más de 4,6 millones de días de descanso.