La Superintendencia de Educación entregó información que da cuenta de un aumento de violencia en comunidades escolares y expertos en el tema abordaron cuáles creen que son las posibles causas de ello, pero, además, entregaron propuestas con el fin de encontrar soluciones a la problemática.
La entidad reveló -según consignó El Mercurio- que entre el 1 de enero y el 15 de marzo de este año, de 1.444 denuncias reportadas a nivel nacional, el 25,9% se relaciona con maltrato a párvulos y/o estudiantes.
El porcentaje anterior equivale a 374 episodios de los cuales 230 corresponden agresiones entre alumnos y 144 de adultos a estudiantes. En tal sentido, la Superintendencia acotó que "si se comparan las cifras de maltrato a estudiantes de este año, respecto al mismo periodo de 2022, se observa un aumento del 87%".
Consultados por Emol al respecto, entendidos en el tema entregaron sus puntos de vista. Patricio Saavedra, psicólogo social y político, y académico del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de O'Higgins (UOH), se centró en que la mayor cantidad de denuncias se da por agresiones entre estudiantes y explicó que una posible causa tiene que ver con a falta de interacción, de normas sociales, de límites y de cómo enfrentarse al otro que se pudo dar en situaciones de encierro, tras la pandemia del covid-19.
"Estamos en un periodo en que recién se está reactivando el regreso de los estudiantes al colegio de manera sistemática (...) y esto conlleva a que tengamos estudiantes que, probablemente, y sobre todo aquellos que están en edades críticas que han visto sus interacciones sociales afectadas -y cuando los niños pierden o tienen muy limitada sus interacciones sociales se desfiguran las normas sociales con respecto a cómo relacionarse los unos con los otros- que vean como legítimo el uso de la violencia para resolución de conflicto ante situaciones de estrés entre ellos", afirmó.
Agregó que "tiene que ver más que nada con que el haber estado fuera de los colegios, de las comunidades educativas de manera presencial, haya marcado de forma importante a estos estudiantes y, por tanto, tengan problemas de interacción entre ellos, y al tener eso no hay forma de resolución pacífica de conflicto y en el fondo se llega rápidamente a hechos de violencia".
Saavedra también resaltó el hecho de que los estudiantes pudieron estar expuestos en sus casas a dinámicas familiares "negativas" o también afectadas por el coronavirus como es la "crisis económica".
"Creo que estamos viviendo dos crisis importantes en paralelo: la seguridad pública y la económica derivada de la pandemia. Eso hace que probablemente haya hogares donde los miembros estén altamente estresados por estar endeudado o haber sido víctimas de la delincuencia o tener el temor de ser víctima de la delincuencia, y eso da estrés a la familia, altera a la relación familiar y esas alteraciones las puede estar llevando el niño a la escuela", sostuvo.
Manuel Cuevas, psicólogo de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), mostró una apreciación divergente. En primer lugar, sostuvo que "el encuentro con el otro siempre está tensionado por la pregunta de que quiere el otro, que quiere de mi, produciéndose en ello agresión propia de los afectos humanos: envidia, rabia, y miedo que puede llevar a atacar al otro o a huir".
Pero además, aseguró que habría que preguntarse qué pasa con "el imperio de la ley en nuestra sociedad". "La impunidad de delitos para quienes pueden tener abogados -que se observa en la cotidianeidad-, los abusos en el alza de los precios, la competencia termina por imponer la ley del mas fuerte. A esto podemos llamarlo violencia simbólica y social, primer factor".
De manera adicional, remarcó que durante algún tiempo "se le echó la culpa a la pandemia, como que se habían perdido 'habilidades sociales', casi aludiendo a un embrutecimiento. Se insistió desde distintos actores en que se trabajara el regreso con foco en el encuentro, en la integración, en hacer grupo. El tema es sí se cuenta no solo con orientaciones para el trabajo con los estudiantes, que las hay, sino con la posibilidad de docentes y directivos puedan pensar también en sus propios lazos y sentido de la tarea".
Según indicó, los estudiantes "esperan un rol de autoridad de los profesores que ha cambiado, pero esperan aún una palabra que de sentido en el caos. Cuando pensamos en los grupos que no se conocen, y hay abandono de la tarea de hacer grupo, el grupo busca métodos para saber quién es el otro, qué quiere el otro. De ahí que aumenta la agresión, para saber cómo responde el otro, cómo reacciona, generando una estructura de lugares de quién manda: el más fuerte. Que es más fuerte ante los ojos de sus pares, más fuerte en resistir el sufrimiento".
Eso, dijo que sumado a "un contexto de violencia, donde no hay meritocracia, donde hay una segregación constante, lleva a buscar entonces también otra forma de reconocimiento".
Por otro lado, consideró que la escuela también produce una "violencia inherente a su funcionamiento" y apuntó a la "toma de decisiones de distintos aspectos del quehacer escolar".
"Hay instancias para regular la convivencia, las cuales se han burocratizado y no pasan de simulacros de participación para cumplir con el requisito que la ley exige, en tanto, no todos tienen participación en la toma de decisiones, y estoy pensando en las determinaciones que vinculan a los actores adultos con las nuevas generaciones. Desde el "autoritarismo de 'soy el profesor o el director y mando yo', a el abandono como 'que ponga atención el que quiera', a fin de 'pasar materia', pero sin pensar en el sentido mismo de la educación". "Así como algunos atacan, otros abandonan", puntualizó.
Por último, expuso que otra mirada apunta a "la idea de trastornos psicológicos, que los puede haber, pero no terminan de ser causas sino más bien efectos de la dinámica de violencia social y la que produce la propia escuela, agudizando y exigiendo configuraciones de personalidad ya frágiles".
Por su parte, Nibaldo Benavides, director del Instituto de Investigación y Desarrollo Educacional (IIDE) de la Universidad de Talca, acusó que a su juicio, las principales causas que originan la violencia escolar están asociadas "a la frustración que sienten los estudiantes de cierta forma al contexto sociocultural en el cual estamos hoy en día, parte de las dificultades también de la comunicación y cómo las mismas escuelas abordan los episodios de violencias en sus establecimientos".
Ideas para encontrar soluciones
¿Qué se puede hacer al respecto? Ana Figueiredo, psicóloga y académica del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de O’Higgins (UOH) manifestó una necesidad de "armar o rearmar la funcionalidad de las comunidades educativas y donde eso tenga sí o sí la presencia activa del mismo estudiantado, en el sentido de que si están surgiendo conflictos hacia la institucional o a nivel interpersonal entre estudiantes, pero también a nivel de la relación entre estudiantes y docentes, creo que hay que tener un respiro, pensar bien y hacer un trabajo más activo de la prevención de esta violencia incluyendo a todos los actores que están en la comunidad educativa".
"Creo que hay que tener un respiro, pensar bien y hacer un trabajo más activo de la prevención de esta violencia incluyendo a todos los actores que están en la comunidad educativa".
Psicóloga Ana Figueiredo
Carmen Montecinos, directora del Centro Líderes Educativos PUCV y académica de la Escuela de Psicología, advirtió que "al interior de las comunidades escolares es importante diseñar intervenciones que permitan a estudiantes y docentes desarrollar habilidades para enfrentar las situaciones de estrés que viven en sus hogares y barrios".
Saavedra, a su vez, dijo que "lo que podría ayudar tendría que ver con que los colegios a nivel local empiecen a implementar programas de asistencia a los estudiantes, donde no solo se ponga el énfasis en lo que ha hecho el Gobierno central en hacer volver a los estudiantes y mantener continuidad de las asistencias para retomar los aprendizajes cognitivos, sino también tiene que ver con apoyar procesos socioemocionales en tratar de apoyar la resolución de conflictos entre los estudiantes, el poder apoyar a los estudiantes a ver que hay otras formas de solucionar problemas y que la violencia no puede ser aceptada en la comunidad educativa".
Es decir, "procesos de apoyo permanente psicológico que tiene que ver con intervenciones donde se evalúe como se están llevando a cabo las relaciones entre estudiantes, y eso pueda generar esta especie de saturación del estrés al cual se ven enfrentados los estudiantes".
Finalmente, Benavides manifestó que todo lo anterior "falta abordarlo a través del trabajo en equipo de los directivos, profesores, y también, más entidades de apoyo y ayudar un poco a través del diálogo que sea más formativo".