El estudio del Observatorio de Ciudadanía, Convivencia y Bienestar Escolar (OCCBE) de la Universidad de La Frontera, dio a conocer que hay una tendencia sostenida al alza en violencia escolar desde el año 2019 hasta la fecha.
Según el estudio, el número de denuncias ingresadas durante el año pasado relacionadas al ámbito de convivencia escolar llegaron a 12.052 casos, revelando un alza de 37% en relación con 2019.
Asimismo, las mayores alzas en los temas del ámbito de convivencia fueron maltrato, entre párvulos y/o estudiantes y de adultos hacia párvulos y estudiantes (62,8%), medidas disciplinarias de suspensión y expulsión (10,4%), discriminación, especialmente por necesidades educativas especiales y permanente (10,2%) y situaciones de connotación sexual entre párvulos y/o estudiantes y de adulto a párvulos y/o estudiantes (9,4%). Este resultado se observó en todas las regiones del país.
"Esto se explica, en parte, por el contexto de pandemia y lo cierto es que revelan una tendencia al alza de la violencia escolar, tendencia que viene desarrollándose desde las últimas décadas, a pesar de los esfuerzos de la política pública. Y representa un problema de magnitud grave para nuestra sociedad presente y futura", aseguró la Dra. Mónica Bravo-Sanzana, directora del OCCBE, quien junto al investigador Patricio Ramírez desarrollaron el informe.
La investigadora indicó que existen dos grandes áreas de estudios para comprender el origen de la violencia escolar. La primera, estudios desde una perspectiva sociológica y antropológica que identifican el origen de la violencia escolar en las condiciones estructurales económicas, sociales y culturales de nivel global, por tanto, el origen de la violencia es externo a la escuela.
La segunda área, los estudios que explican la violencia escolar a partir de las características individuales de las personas (el carácter, por ejemplo, o los comportamientos no deseados), psicologizando la violencia y responsabilizando al individuo.
Los expertos a cargo del análisis sotuvieron que las políticas en educación para la convivencia escolar debiesen ser sistemáticas y de largo alcance. "Son los adultos los que primero deben capacitarse y reencantarse con el proceso pedagógico y el compromiso formativo. En esta perspectiva, la evidencia científica es contundente, no hay efectos positivos significativos en la convivencia de una escuela mientras sus grupos directivos no estén altamente capacitados y ejerciendo un liderazgo que movilice y refuerce los compromisos y el esfuerzo constante de los profesores, asistentes y familias para frenar la violencia y aumentar el bienestar escolar", detalló Bravo-Sanzana.