Funcionarios municipales y de diversos servicios públicos retirando instalaciones de ayuda humanitaria y una veintena de policías peruanos al norte de la Línea de la Concordia o límite internacional de Chile y Perú, custodiando el ingreso a su país por la ruta que une a Arica y Tacna, además de algunos escombros y vestigios de lo que hasta hace poco era un campamento. Ese era ayer el panorama en una desértica explanada ubicada al norte del control fronterizo Chacalluta, que tras 33 días fue desocupada por centenares de extranjeros que se instalaron a la espera de que los dejaran ingresar al país vecino. El Gobierno, mediante su delegado presidencial en Arica y Parinacota, Ricardo Sanzana, durante la tarde señaló que la semana pasada habían 450 personas "ahora no tenemos ninguna". Fue el anuncio de que la zona quedaba despejada de carpas, toldos, estaques de reparto de agua potable y migrantes venezolanos, colombianos, haitiano y ecuatorianos. Según registros de autoridades locales, durante más de cuatro semanas, se congregó un promedio de 300 foráneos, con familias embarazadas, menos de edad, personas solitarios, entre otros. Eran casi todos indocumentados y que habían ingresado a Chile por pasos no habilitados en la comuna de Colchane, más al sur, en el altiplano de Tarapacá.