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Columna de opinión: La pelota en la cancha republicana

Los elementos coyunturales no anulan las cuestiones de fondo que requieren de ajustes institucionales profundos.

29 de Mayo de 2023 | 08:51 | Por Camila Miranda, presidenta de la Fundación Nodo XXI
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El Mercurio
A días de culminar la primera etapa del proceso constitucional con el anteproyecto de la Comisión Experta, desde el Partido Republicano, tienda que tendrá el protagonismo del Consejo Constitucional, se asevera que cambiaron las condiciones políticas y que, por lo tanto, hay que buscar “otros consensos”. Estas declaraciones contradicen los amagues de “moderación” expresados por algunos de sus voceros durante estas semanas e importan porque la orientación del proceso constitucional estará en sus manos.

¿Qué condiciones cambiaron según los republicanos?

Ciertamente el contundente triunfo que obtuvieron puede ser leído por ellos mismos como un respaldo a su programa conservador, contrario a los cambios y a la propia idea de una nueva Constitución. Es una lectura cómoda para quienes han resultado vencedores en la contienda electoral.

Sin embargo, una mirada más larga a la crisis social y política chilena, que se haga cargo de las demandas que hace décadas viene levantando la sociedad, permite plantear que su propio ascenso se debe, en una medida no despreciable, a elementos coyunturales que esta tienda ha capitalizado de manera exitosa, como la crisis de seguridad y la crisis migratoria, o el enojo de la ciudadanía con la política y con el gobierno, pero no a un respaldo ideológico firme a su programa. Y, por lo mismo, es preciso reconocer que esas condiciones coyunturales no borran las causas de fondo que hicieron que Chile estallara en 2019.

La realidad no cambia, o al menos no completamente, de elección en elección. Cambia el ánimo social, las preferencias, pueden ganar unos y perder otros, pero la crisis acumulada por décadas no baila al ritmo de las contiendas electorales, y si sus causas no se enfrentan, lo lógico es que se mantenga y se ahonde. Por lo mismo, los elementos coyunturales no anulan las cuestiones de fondo que requieren de ajustes institucionales profundos: agotamiento del modelo de desarrollo, malestar con las desigualdades sociales, crisis del sistema previsional y de salud, una arquitectura de seguridad efectiva, por poner algunos ejemplos. Cuestiones ante las que no sirve agitar los problemas de seguridad o migratorios o intentar mantener el corazón de la Constitución vigente y perpetuar sistemas que estamos viendo fracasar frente a nuestros ojos y que son contrarios a la definición de un Estado social.

Un ejemplo reciente. Estos días se ha escuchado fuerte la voz de los republicanos alegando la exclusión en el anteproyecto de cuestiones como la libre elección en materia de salud o el insuficiente contenido en relación con cuestiones de seguridad. Además de crear dicotomías falsas como si la seguridad social y la seguridad pública compitieran, lo que se esquiva es resolver de manera contundente las deudas en materia social que arrastra el país. Una Constitución que sirva debe dotarnos de una arquitectura de seguridad, no de un poder de seguridad que rememore el cuarto pilar de la dictadura, y a la vez debe posibilitar que todas las personas tengan asegurada salud digna y para ello brindar al Estado las herramientas necesarias para hacerlo.

La defensa que los republicanos hacen de la libre elección en salud esconde una defensa del actual sistema, ese que tras años de judicialización, de exclusión selectiva de la población de edad avanzada o con preexistencias y de castigos tarifarios a mujeres en edad fértil, se encuentra en una crisis terminal. Un Estado social, que no impide la existencia de prestadores privados en salud, es precisamente uno en el que estas situaciones no son admisibles, porque una cosa es que existan prestadores privados y la otra es que se constitucionalicen sistemas de abuso. ¿Está el P. Republicano disponible para un verdadero cambio de paradigma en esta materia o seguirá atrincherado en la defensa de principios contrarios a un Estado social?

Es difícil prever qué actitud tomará el partido de José Antonio Kast en el Consejo Constitucional. Sus últimas actuaciones en el Congreso, como votar en contra de las 40 horas o del aumento del salario mínimo, no son buenas señales. Lo que sí sabemos es que construir una identidad política en base a la impugnación y apelar al malestar de amplias capas sociales con la política es muy distinto a liderar un proceso de elaboración de una propuesta constitucional que sirva para que Chile supere la crisis en la que se encuentra inmerso hace años. La pelota está esta vez en la cancha republicana.

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