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El drama de habitar el patrimonio: Vecinos abordan el momento de Valparaíso a 20 años de la declaración de la Unesco

Abandono a vecinos del Barrio Puerto y Cordillera, poca promoción al comercio local, mala convivencia entre el turismo y residentes de los cerros Concepción y Alegre, además de una falta de política de Estado, han marcado estos 20 años en la ciudad.

04 de Julio de 2023 | 08:15 | Por Marcelo Silva, Emol
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Marcelo Silva, Emol
Buscando una dirección me detengo en Plaza Echaurren, nacida en la época colonial como Plaza de Armas, corazón del Barrio Puerto de Valparaíso. A comienzos del siglo XX, en pleno auge de la ciudad, era uno de los principales lugares comerciales del continente, donde recalaban mercantes europeos y americanos intercambiando productos provenientes de distintas partes del mundo. En 2023, el panorama es deprimente. Distingo la vandalizada estatua de Jorge "El Negro" Farías, hijo ilustre de la ciudad que entregó su himno más reconocido a nivel nacional, la 'Joya del Pacífico'. A su alrededor, abuelos y mendigos matan las horas conversando y tirando migas a las palomas, aseadores municipales descansan y decenas de personas transitan comprando en los pequeños locales comerciales insertados en casonas antiguas y poco mantenidas que rodean la plaza.

A dos cuadras de distancia me espera Lizbeth Pulgar, presidenta de la Junta de Vecinos número 134 del Barrio Puerto para charlar sobre Valparaíso y su condición de Patrimonio de la Humanidad, una declaración realizada por la Unesco que este año cumple dos décadas. "Nosotros somos los más detractores de que Valparaíso se haya postulado como Patrimonio", me dice de entrada. "Cada vez que alguien quiere hacer algo en alguna propiedad es una tranca. Si se quiere hacer una actividad es un problema. Cualquier cosa que se quiere hacer dentro del patrimonio tiene demasiadas reglas, mucha burocracia y cero aporte de las autoridades", argumenta su drástica postura.

Valparaíso recibió el título de patrimonio un 2 de julio de 2003 tras proceso de postulación que se extendió por ocho años, desde que la idea fuera emanada en la Quinta Jornada de Preservación Arquitectónica Urbana convocada por la Universidad de Valparaíso en 1995, y que daba respuesta a una necesidad planteada por los habitantes de la ciudad que acusaban a las autoridades de turno abandono, precariedad, desempleo e inseguridad a inicio de la década de los '90.

Una de las protagonistas de ese proceso fue la arquitecta Cecilia Jimenez, quien trabajó en la delimitación del área patrimonial cuando estaba a cargo de la Dirección de Obras Municipal bajo la alcaldía de Hernán Pinto. "Yo participaba tanto en la Municipalidad como en el Colegio de Arquitectos que también estaba muy atento. Destaco también a la Universidad de Valparaíso donde se hicieron varias publicaciones, de las cuáles yo participé, y se decía que la ciudad tenía los atributos suficientes para ser declarada patrimonio", cuenta.

"El patrimonio tenía que ser un agente de desarrollo y una mejora en la calidad de vida de la ciudad", expone Cecilia Jiménez. Con la declaración porteña se buscaba emular algo como lo sucedido en Salvador de Bahía y el barrio de Pelourinho, zona vulnerable que a partir de la segunda mitad de la década de los '80 se transformó en un espacio cultural y turístico de uno de los destinos más visitados de Brasil en la actualidad.

A veinte años, los problemas en Valparaíso son evidentes -y siguen siendo los mismos-. Inseguridad, cesantía y abandono. Y para las personas que habitan en los 477.586 metros cuadrados de sitio patrimonial, la declaración ha significado un fuerte dolor de cabeza.

Lizbeth Pulgar sostiene que al hablar de Patrimonio la opinión se enfoca en lo superficialidad. Lo arquitectónico. En lo que puede resultar atractivo para el visitante. Pero nadie toma en cuenta las necesidades de los que habitan el lugar: "No hay habitabilidad", plantea.

Comenta sobre la poca mantención de las propiedades de Barrio Puerto. Relata que la mayoría de las tiendas comerciales tienen circuitos eléctricos antiguos, donde a la mayor sobrecarga generan cortocircuitos que originan incendios, que combustionados por el material ligero, consumen las propiedades. O emanaciones de gas como las que provocó la tragedia del 3 de febrero de 2007, cuando una casona antigua de calle Serrano explotó y generó, además, un incendio en el edificio de enfrente -Subercaseaux-. El siniestro dejó el saldo de cuatro personas fallecidas.

Con aquel hito, Calle Serrano pasó de ser una de las principales arterias comerciales de la ciudad a una calle fantasma, y ambos edificios afectados por la explosión hace 16 años atrás yacen en ruinas.

Remodelar una vivienda en el sitio patrimonial no es algo sencillo. Pintar una fachada, por ejemplo, requiere de una serie de permisos a diferencia del mismo trabajo en cualquier otro lugar del país, donde solo se precisa obtener una facultad municipal. Para estos casos, además del documento solicitado en una casa consistorial, se debe contar con la aprobación del Consejo de Monumentos cuyo trámite puede demorar hasta dos años, según aseguran vecinos. El color no puede ser a gusto del propietario, debe ser elegido entre una limitada gama de colores pasteles que las propias autoridades fijaron.

El alto costo de mantener una casa patrimonial ha llevado a que varios propietarios descuiden las viviendas, aumentando el abandono en las zonas y generando el riesgo de que ésta sea ocupada ilegalmente.

Calle Serrano con escasas tiendas abiertas. Créditos: Marcelo Silva, Emol.

Para el comercio la situación tampoco es distinta. La presidenta de la Cámara del Comercio y Turismo (CCTV) de Valparaíso, Evelyn Henríquez, señala que el problema se da por una falta de reordenamiento público en la ciudad por parte de la Municipalidad: "Se debiera tener una propuesta más proactiva. El comercio se rasga con sus uñas y quiénes le dan continuidad. La apuesta en Valparaíso es más de corazón que de bolsillo, en términos de la retribución".

El sitio patrimonio, tras el estallido social, se ha visto fuertemente afectado en el rubro comercial. En 2019, la CCTV contaba con más de 25 mil patentes inscritas. "Hoy, eso está un poco más de 5 mil", señala Henríquez, con calle Condell y Esmeralda como las más vulnerables: "Más de 26 locales han sido cerrados en Esmeralda y 14 en calle Condell".

La representante del comercio porteño plantea que este escenario afecta al tejido social y económico de Valparaíso. Muchos comerciantes han decidido emigrar a comunas aledañas, otros definitivamente no vuelven y los que deciden abrir son mayormente almacenes minoritarios, importadoras de productos chinos y salones de juegos de azar, conocidos popularmente como "Chumbeques".

La monotonía comercial eliminó el denominado "vitrineo" y por consecuencia la promoción natural de las tiendas.

Turismo y habitabilidad, una relación poco amigable


A diferencia de Barrio Puerto, tras la declaración, el Cerro Concepción y Cerro Alegre recibieron una importante inversión público y privada que transformaron la zona en un bello paseo peatonal. Cada fin de semana cientos de turistas, entre extranjeros y chilenos, transitan por Pasaje Gálvez, calle Urriola y Templeman. Toman fotos hacia la bahía desde el Paseo Atkinson, Gervasoni y Dimalow, o cenan en casas patrimoniales que fueron transformadas en restaurantes y bares. Algunas también se erigieron como hoteles.

Pero para los vecinos no ha sido más que un dolor de cabeza.

"Cuesta mucho hacer la concordancia entre el negocio, el restaurante, el hotel, el comercio en general y los residentes. Cuesta compatibilizar esa relación. Los más beneficiados con la nominación de Patrimonio primero es el comercio y el turismo, en desmedro de la vecindad", dice Manuel Ibaceta, presidente de la Junta de Vecinos Cerro Alegre Parte baja.

Ibaceta relata que el barrio cambió drásticamente a partir de 2003. Pasó de ser un sector residencial, con calles donde se realizaba "vida de barrio", a estar repletas de restaurantes y hoteles que molestan a los residentes por la fuerte música que está hasta altas horas de la noche. "Yo no logro entender por qué un bar o un hotel o un restorán necesite poner la música tan fuerte para poder llamar a sus clientes. No creo que sea necesario".

Pero no solo el ruido genera molestia. La geografía porteña y la forma en cómo se ha construido la ciudad tiene como resultado calles estrechas y pasajes dónde solo se puede acceder a pie. Un vehículo mal estacionado copa prácticamente toda una vía y la solución es aparcar en la vereda, impidiendo el libre tránsito de peatones que se ven obligados a caminar, en ciertos momentos, por el asfalto.

Pasaje Gálvez, Cerro Concepción. Créditos: Marcelo Silva.

"Los fines de semanas largos son catastróficos. No respetan nada, ni sillas de ruedas, se suben a las veredas. Imposible que entre un vehículo de emergencia. Es complicadísimo", sostiene Enzo Gagliardo, presidente de la Junta de Vecinos del Cerro Concepción y ex comandante del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, quien advierte sobre la peligrosidad que puede significar frente a una emergencia, como un incendio, el que muchos autos estén estacionados en zonas tan limitadas de espacio.

Tanto Gagliardo como Ibaceta concuerdan en que falta fiscalización por parte del Municipio. "No hay una fiscalización debida para todos estos excesos que se producen, tomas de vereda de los locatarios, de sus restaurantes. (...) va todo en desmedro del vecino. Hay un sector específico que ponen unas banquitas afuera y el peatón. La Municipalidad cae en la falla de no tener la gente o la cantidad necesaria de fiscalizadores para regular bien esto", dice este último. Aunque Gagliardo subraya que la autoridad comunal ya se encarga de estos asuntos pero no tiene un financiamiento acorde a la mantención del sitio patrimonial.

La seguridad es otra temática que a este sector. A tres días de que terminara 2022, el alcalde Jorge Sharp anunció la incorporación de siete camionetas para la naciente Patrulla Municipal que comenzó a funcionar este año las 24 horas del día, los siete días de la semana en coordinación con Carabineros. Su principal función: "Velar por la seguridad de los vecinos y turistas", como aseguró el jefe comunal.

"No porque estén estos vehículos de seguridad ciudadana ha bajado o mermado la actividad delictual. No tiene ninguna relevancia ni autoridad para actuar ante una situación", denuncia Manuel Ibaceta. Subraya que los trabajadores municipales no tienen un trato directo con Carabineros y que hasta ahora su actuar dicta de ser efectivo.

El auge del turismo trajo consigo un aumento de la delincuencia en los cerros Alegre y Concepción. Ambos dirigentes vecinales recuerdan con pesar el asesinato de tres personas en los últimos años: El del científico canadiense Peter Winterburn, apuñalado en 2019 por dos sujetos que le robaron su celular en Calle Templeman; y el de dos jóvenes -ambos en distintas circunstancias- que fueron baleados en el paseo Dimalow (2021).

Como solución piden más presencia del Estado en el lugar, pero también instan a la Unesco a ser parte protagonista.

Algo que concuerda Evelyn Henríquez del CCTV: "El plantear a Valparaíso como Patrimonio Mundial tiene también la Unesco harto que decir. No puede venir cada 20 años a ver cómo anda la cosa y después volver a hacer un informe así como anda la ciudad. Tiene que haber un acompañamiento más cercano pero además de ir poniendo ciertas visiones respecto al desarrollo y la promoción, al resguardo de los bienes patrimoniales.

Todos los entrevistados para este reportaje reclaman que, en los veinte años del Patrimonio, no existe una política de estado para la administración del sitio.

Corporación para la Administración del Sitio Patrimonio Mundial


En medio de rumores de que Valparaíso pierda su condición de Patrimonio, la subsecretaría del Patrimonio Cultural y la Municipalidad firmaron un acuerdo en diciembre de 2021 para la creación de la Corporación Municipal para la Administración del Sitio Patrimonio Mundial, que comenzó a funcionar este año.

La entidad está integrada por universidades, representantes vecinales, la Cámara del Comercio Regional, el gobierno y la Municipalidad, que la preside a través de su directora Macarena Carroza.

En estos meses, la corporación se puso como objetivo darle más habitabilidad a la ciudad y para ello se ha trazado reducir la burocracia -como para realizar obras menores- haciendo modificaciones a la normativa junto al Ministerio de Vivienda, la Dirección de Obras de la Municipalidad y el Consejo de Patrimonio. "El habitar hoy día dentro del espacio patrimonio es muy restrictivo y nosotros pensamos que hay ciertas normas que se pueden flexibilizar", dice Carroza.

También está la iniciativa de establecer un subsidio para propietarios de viviendas patrimoniales que no tienen los recursos para remodelar los inmuebles y adoptarlo a la fisionomía del lugar. "Tenemos que lograr que las propiedades privada, de aquellas personas que tienen recursos, puedan dar cumplimiento básico a sus inmuebles para que se reintegren al paisaje".

Barrio Puerto y la falda del Cerro Cordillera será el primer sector intervenido por parte de la administración, que ya cuenta con varios proyecto anunciados, como el Palacio Subercaseaux, que se transformará en el Archivero regional; el edificio Maluc que pasó como donación al Municipio porteño y será la próxima Escuela de Arte y Oficio de la ciudad; el edificio 'La Nave', próxima sede municipal; el nuevo Centro de Neurociencias de la Universidad de Valparaíso en el sector La Matriz; y un inmueble ubicado en calle Serrano y que se extiende hasta Merlet que fue comprado por el Ministerio de Culturas para erigir una nueva biblioteca pública nacional.

Sitio donde se levantará el Centro de Neurociencias de la Universidad de Valparaíso en el sector La Matriz.
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