Más preguntas que respuestas certeras hay en este momento en torno a los edificios de Viña del Mar llamados Kandinsky, Miramar Reñaca y Santorini Norte, que se han visto afectados por dos socavones tras las intensas lluvias, y cuyos residentes que tenido que evacuar.
Y es que si bien las autoridades han enfatizado en que lo relevante ahora es resolver la emergencia y, por ende, buscar soluciones en el corto plazo para evitar mayores daños, ya han apuntado a cuáles serían las causas.
La ministra de Obras Públicas, Jéssica López, mencionó la construcción en zonas dunares, el cambio climático y las lluvias. Sin embargo, a ojos de expertos aún no es posible señalar con precisión la razón de lo que ha ocurrido en el lugar.
Por el contrario, estos consideran que se deben hacer más estudios y monitoreos, pero, sobre todo, se debe tener una reacción rápida en cuanto a evitar más erosión.
Continuando con lo expresado por la secretaria de Estado, el gobernador regional de Valparaíso, Rodrigo Mundaca, sostuvo que "es de sentido común que no se puede edificar sobre ecosistemas que se encuentran fragilizados. Esto es un campo dunar que era santuario de la naturaleza y que tenía una superficie inicial de 50 hectáreas protegidas y después las rebajaron a 19".
Por tanto, añadió que "aquí a nadie se le podría ocurrir construir sobre una duna, porque es un suelo y textura que no tiene la mecánica suficiente para poder soportar edificaciones de esta naturaleza". Y, con el fin de que no se "juegue con la integridad y vida de las personas", resolvió que "si hay que demoler, hay que demoler".
En este tema, que inició como una de las tantas consecuencias que dejó el paso de eventos meteorológicos, existen, entonces, varias aristas para analizar. Emol conversó con algunos expertos quienes evaluaron el escenario actual y entregaron sugerencias
Christian Ledezma, profesor de Ingeniería Estructural y Geotécnica UC, dijo que "la información hasta el momento es parcial, por lo que no es posible señalar con precisión la causa raíz de lo observado". No obstante, acotó que una de las hipótesis más aceptadas a la fecha apunta a que "no hubo un control apropiado de las aguas lluvia registradas en la zona". "La lluvia observada puede haber generado flujos no controlados de agua que terminaron removiendo suelo arenoso de la zona en sectores que terminaron siendo críticos para la estabilidad de las laderas", sostuvo.
En ese sentido, afirmó que lo ocurrido muestra la necesidad de buscar "formas de capturar y dirigir de forma segura y controlada las aguas lluvia a sectores no propensos a deslizamientos". En lo inmediato, "los esfuerzos debieran dirigirse a evitar que ocurran nuevos socavones y a impedir el crecimiento de los ya ocurridos, de forma que el frente de los socavones se mantenga alejado de las fundaciones de los edificios cercanos. Proteger los suelos de fundación de las estructuras cercanas es muy relevante, así como que los especialistas involucrados en los proyectos originales revisen el impacto que estos socavones tienen en sus cálculos", puntualizó.
En cuanto a la declaración del gobernador, el experto subrayó que "entendiendo lo delicado de la situación y empatizando con la preocupación de todas las partes involucradas, me parece que es necesario realizar análisis más detallados y profundos para tomar una decisión de este tipo".
Para Jorge Romero, investigador postdoctoral del Instituto de Ciencias de la Ingeniería de la Universidad de O'Higgins (UOH), existe una combinación de factores que propicia la ocurrencia de estos socavones o subsidencias de suelo. Primero, que "las construcciones se emplazaron en un material poco consolidado, compuesto mayoritariamente por arena del cordón dunar y depósitos de dunas más antiguas. Estos materiales son altamente permeables, permitiendo la circulación rápida del agua".
En segundo lugar, manifestó que "es una zona de alta pendiente, que facilita la escorrentía del agua ladera abajo a través del subsuelo. Obviamente la presión inmobiliaria no sólo modifica el paisaje, sino que requiere la construcción de drenajes, desagües y colectores de agua, tanto residuales como de lluvia, que incrementan el riesgo de estos eventos, ya que una ruptura de estos sistemas de alcantarillado transfiere grandes caudales de agua al suelo. Finalmente, con eventos de precipitación extremos como los que hemos visto varias veces este año, la capacidad de estos alcantarillados se excede con facilidad".
Entonces, resolvió que en Viña del Mar hay "una combinación de una subsidencia del suelo, inicialmente desencadenada por el exceso de agua que se transfirió a este, sumada a la alta pendiente de la ladera, que finalmente causa un deslizamiento y el transporte de escombros ladera abajo. Evidentemente, estamos ante una situación de origen socio-natural, que no existiría si la presión inmobiliaria no ocupara estos espacios que, en términos ingenieriles, son poco recomendables para construir".
Así, el escenario que él ve es que "ambos deslizamientos están 'rodeando' las torres, y los escarpes desde los cuales se desprende el material son casi verticales y amenazan la fundación de los edificios". Por lo tanto, "una amenaza real es que ambos deslizamientos se 'unan' formando otro de mayores dimensiones. Es una ladera susceptible a este tipo de eventos".
"Ciertamente este escenario tiene hoy mayor probabilidad, considerando que la zona inestable está sometida a la propia 'carga muerta' de los edificios en su conjunto. Ladera abajo, aumenta el peligro tanto para la infraestructura vial como algunos restaurantes, ya que los materiales desplazados podrían acumularse allí de ocurrir un deslizamiento mayor. Hoy por hoy, cualquier evento de precipitaciones intensas podría desencadenar el empeoramiento de la situación, pero también un sismo de moderada magnitud lo puede hacer", agregó.
Erwin Navarrete, director de la carrera de Ingeniería en Construcción de la Universidad Autónoma, enfatizó en que los socavones "son generados por la mala gestión del plan de manejo de aguas lluvias y la no consideración de efectos de cambio climáticos cuando se proyectaron. Esto causó el colapso de la infraestructura de aguas lluvias construida".
"El real riesgo es el colapso de los edificios", sostuvo y añadió que "cada vez que se agranda el socavón o se satura más el suelo, crece la probabilidad de colapso del edificio. Si bien sus fundaciones o cimientos están sobre terreno firme, el deslizamiento de tierra va disminuyendo el soporte del suelo que, en conjunto con el peso del edificio, podrían hacerlo insostenible". Por lo mismo, acotó que "hay que realizar rápidamente los estudios de suelo y estudios estructurales para generar las medidas de mitigación y refuerzo, y así evitar el colapso del edificio. Esto se debería haber hecho desde el primer día, al igual que el desvío de la evacuación de las aguas lluvias".
Ignacio Fuenzalida, profesor de la Escuela de Ingeniería Civil en Obras Civiles de la Universidad de Talca, indicó en tanto que el riesgo depende del tipo de fundaciones realizadas sobre los edificios. "Si las fundaciones son pilotes los cuales fueron fundados sobre suelo duro, considerando un factor de seguridad adecuado, no debería haber una falla en el corto plazo de los edificios. Sin embargo, si se consideraron losas de fundaciones, al perder capacidad resistente el suelo y ocurrir socavones, estos disminuyen el área para la transmisión de cargas y puede que ocurran inestabilidades".
Desde la misma casa de estudios, Mauricio Jara académico de la escuela de Ingeniería Civil en Minas, sostuvo que "el riesgo hay que entenderlo como las externalidades que puede causar el peligro latente, en este caso el peligro es la pérdida de masa de suelo y que podría seguir extendiéndose si no se estudia bien la mecánica de la falla".
Luego, dijo que "entender si efectivamente la estructuras en campo cercano se pueden verse afectadas y no exponer durante este tiempo a vidas humanas. Evidentemente existe un problema que, de no atenderse, podría atentar contra el buen comportamiento del suelo de soporte de los edificios, comprometiendo la estabilidad de estos o dañándolos por excesivas deformaciones. No se debe olvidar que podría ocurrir un sismo en cualquier momento".
Soluciones en el corto y largo plazo
En el ámbito de las soluciones, según Ledezma, para lo inmediato consideraría el "tener un monitoreo topográfico de las laderas y estructuras del sector afectado". Ahora bien, tanto para el corto como para el largo plazo, afirmó que las alternativas de solución deben considerar, al menos, "un control del tema de infiltración de aguas lluvia; estabilización de las laderas (relleno con enrocados, sistemas de contención, refuerzo de laderas u otros) y una evaluación estructural detallada para cuantificar los posibles impactos de lo ocurrido y los pasos a seguir".
"En un caso extremo en el cual no sea posible estabilizar la ladera, se debería considerar la demolición controlada que evite un deslizamiento sorpresivo de todas las estructuras".
Jorge Romero, investigador postdoctoral del Instituto de Ciencias de la Ingeniería de la UOH
Romero dijo que, por lo que entiende, se realizaron estudios de mecánica de suelos que determinaron que es mejor no habitar, por el momento, estos edificios, lo que es una medida a corto plazo tendiente a resguardar la integridad de las personas. Como una medida a mediano plazo, aseveró que está el procedimiento de emergencia del MOP, a través de una empresa que busca mitigar la situación. Ahora, sostuvo que "si bien se puede intentar mitigar la condición actual, hay que tomar en cuenta que esto ha empeorado con los meses y se vuelve cada vez más complejo de contener".
"No olvidemos que, además de ser un campo dunar, siempre ha sido una ladera de alta pendiente, por lo tanto, sujeta a procesos de remoción en masa como el que estamos viendo hoy", afirmó. Entonces, apuntó a que "se requiere monitorear el movimiento 'silencioso' de la ladera y su deformación" y "como señaló el gobernador, en un caso extremo en el cual no sea posible estabilizar la ladera, se debería considerar la demolición controlada que evite un deslizamiento sorpresivo de todas las estructuras".
Navarrete reiteró por su parte que se deben realizar, en forma urgente, "los estudios de suelo, de mitigación y de la estructura, para así determinar el estado de esta y las soluciones ingenieriles a realizar, que pueden ir desde un muro de contención hasta reforzar la estructura del edificio".
Responsabilidades
Por otro lado, está la arista de las obligaciones. Respecto a eso, el profesor Ledezma dijo que es "prematuro atribuir responsabilidades" y "debe ser materia de un peritaje especializado".
Para el investigador Romero, "se debe investigar quién o qué institución ha desprotegido este frágil ecosistema, con qué argumentos técnicos se proyectaron estas obras y quién fue el responsable de autorizarlas".
A veces, afirmó que "ni siquiera es necesario que los antecedentes considerados sean erróneos, pero la poca previsibilidad también puede facilitar este tipo de situaciones. En este sentido, el riesgo se construye progresivamente a partir de diversos actores y causas".
En la opinión del profesor Fuenzalida, la responsabilidad es "compartida entre las empresas inmobiliarias que no necesariamente consideraron todos los posibles casos de erosión del suelo ante posibles socavones, lo que implica otro tipo de fundaciones (o pilotes) y un aumento en el costo de la construcción, y también de los municipios que autorizaron construir tan cerca de las zonas dunares. No es el caso de Concón, ya que ellos decidieron mantener las dunas como elementos protegidos, sin ocurrir socavones en esas áreas, pero debemos esperar lo que indican las autoridades competentes respecto a las responsabilidades civiles y, posiblemente penales, dada lo compleja de la situación".
Para el académico Jara -en base a imágenes-, "la mayor parte de la responsabilidad va por el lado de quien da permiso para construir. Los proyectos inmobiliarios para ejecutarse requieren de una previa aprobación del municipio (a través de su Dirección de Obras), en donde se revisan no solo los aspectos arquitectónicos y de índole estructural, sino también ambientales y de ordenamiento territorial, en donde están incorporados los riesgos de desastres naturales locales. Da la impresión, debido a la gran cantidad de edificios en la zona, que no se tenía en cuenta el escenario ocurrido y que amerita una revisión del plan regulador sectorial".
Por último, el director Navarrete señaló que, por lo estudiado, "los permisos de edificación están bien otorgados por la DOM. Acá lo que pasó fue que colapsó el ducto de aguas lluvias, y eso es responsabilidad de MOP. Este en su ley orgánica está mandatado a generar los planes maestros de aguas lluvias. Muchas ciudades no los tienen o no están actualizados, en eso estamos al debe".