La reapertura de acceso principal del Metro Baquedano, el miércoles de la semana pasada, había concertado una gran expectación para gran parte de los capitalinos, especialmente aquellos que viven en las cercanías de la llamada "zona cero", tras el estallido social de 2019.
Esto, porque han pasado casi cinco años desde aquel 18-O, y diez meses desde que se iniciaron las obras que preparaban la reapertura. Esto, en medio de un intenso debate y diferencias de opiniones respecto al destino de la Plaza Hundida, que a partir del estallido fue cerrada y tomada por los manifestantes como un "sitio de memoria", también denominado "Jardín de la Resistencia".
Pero este proceso, pese a ser uno de los más llamativos,
no es el único que se ha estado dando en materia de avances para la recuperación de algunas zonas del centro post estallido. El martes, el Ministerio de Bienes Nacionales inició el proceso de traspaso de la
iglesia San Francisco de Borja -antes iglesia de Carabineros- al Arzobipado de Santiago.
La cartera mantenía el templo bajo su administración desde abril de 2023, luego que la institución policial se lo cediera por los altos costos que implicaban su reconstrucción. Así, a través de una concesión de uso gratuito de largo plazo, ahora será la administración eclesiástica la que estará a cargo del proceso.
"Esto va a significar un símbolo de que el sector ha ido recuperándose de a poco, ya que hay una motivación desde el Estado para que este polo, que fue muy afectado, vuelva a recuperar su carácter", dijo al respecto la ministra de Bienes Nacionales, Marcela Sandoval.
Otro recinto que fue destruido, en el contexto de la conmemoración del estallido social, en 2020, fue la parroquia de la Asunción, ubicada a metros de Plaza Baquedano. Sobre ese inmueble, la directora nacional de la organización Ayuda a La iglesia que Sufre, Magdalena Lira, comentó que "se ingresó el proyecto a la Dirección de Obras Municipales de la Municipalidad de Santiago, en cuanto salga la aprobación, podremos comenzar las obras". En una primera etapa, dichas obras consideran reforzar muros, pintura y mejorar el suelo.
Otras iniciativas, como el proyecto de limpieza y recuperación de fachazas, financiado por el Gobierno Regional Metropolitano hace un año, llegó en octubre al 100% de avance, e incluyó la limpieza de edificios como el Colegio de Arquitectos, la propia iglesia San Francisco, y la Escuela Ecuador. El proyecto, además, se enmarca en el nuevo Eje Alameda-Providencia, al igual que el nuevo acceso de Metro Baquedano.
En octubre, además, reabrió el
café literario del Parque Bustamante, luego de tres años cerrado a raíz del saqueo y posterior incendio por parte de vándalos durante la ola que dejó el estallido.
En conversación con Emol, urbanistas abordan las señales de avance que representan este tipo de iniciativas e hitos en el proceso de recuperación de la ciudad. Hay consenso en que se trata de "un primer paso", que ha sido de larga data, y que aún quedan tareas pendientes en la dimensión económica y social. Hacer de la "zona cero" un espacio menos hostil y que llame a la inclusión, es uno de los grandes desafíos.
"El inicio de algo que estaba pendiente y atrasado"
"Hay que celebrar el proyecto de recuperación de fachadas iniciado por el gobierno regional metropolitano, y ahora se suma la apertura del acceso de Plaza Baquedano. Son señales de que estamos dejando atrás la violencia y el impacto de la violencia urbana que se vivió al margen del estallido social, y eso hay que celebrarlo como una buena noticia, pero yo diría que son los primeros pasos", comenta Pablo Allard, decano de la facultad de Arquitectura de la UDD y socio de Allard & Partners.
"Son señales de que estamos dejando atrás la violencia y el impacto de la violencia urbana que se vivió al margen del estallido social, y eso hay que celebrarlo como una buena noticia, pero yo diría que son los primeros pasos".
Pablo Allard, decano facultad de Arquitectura UDD
"Nos tomó tiempo. Van a ser casi cinco años desde el estallido, pero sabemos que el covid-19 dificultó las cosas. Yo celebro estas iniciativas, de limpieza, mantención y recuperación de fachadas. Tenemos que perseverar en esto, pero claramente quedan todavía muchas cosas por hacer", complementa el arquitecto.
Asimismo, plantea que "era muy egoísta y una acción muy violenta lo que pretendían hacer algunos grupos radicales de dejar este acceso antiguo al Metro, esta especie de plaza hundida, vandalizada, rayada, como una especie de memorial de lo que fue el estallido. No tenía sentido, y menos ahora que nos hemos dado cuenta que el costo de esa violencia y esa forma radical y excluyente de ocupar el espacio, no es lo que queremos la mayoría de los chilenos".
La misma opinión tiene Uwe Rohwedder, director de la carrera de Arquitectura de la U. Central y miembro del directorio nacional del Colegio de Arquitectos, sobre los avances de estos últimos días. "Esto es el inicio de algo que está pendiente y bien atrasado. Por suerte ya hay un rediseño en la bajada del Metro, porque creo que las plazas hundidas son un problema".
"Poco a poco hemos ido reparando cosas. La zona luce un poco mejor, se llevaron el monumento del General Baquedano, aunque nadie sabe muy bien qué va a pasar con eso, arreglaron una de las bajadas del Metro que estaba inutilizada, y han hecho trabajo de mejoramientos de algunas fachadas, se recuperó el césped en la rotonda de la Plaza Baquedano, y la iniciativa de recuperar las iglesias, que resultaron bastante dañadas", reconoce el arquitecto.
Los desafíos para la zona cero
Pese a los avances, para los expertos aún quedan varias tareas pendientes. Una de esas dimensiones dice relación con la recuperación económica, especialmente para los locatarios que resultaron afectados por saqueos y destrucción de sus negocios; malogrados por la pandemia y el contexto económico general del país, lo que ha hecho más largo el proceso.
Allard comenta que "una cosa es la recuperación física del entorno, y otra tiene que ver con la recuperación económica y social de los propietarios. Es impresionante la cantidad de locales comerciales que no sólo siguen atendiendo bajo cortinas de acero, sino que muchos de ellos tienen las cortinas abajo porque están desocupados o esperando ser arrendados".
Rohwedder, por su parte, repara en la necesidad de que el lugar considere una adaptación a eventos masivos, "porque esto va a seguir sucediendo, independiente de que tengamos mañana alguna manifestación, para mi es un problema latente, y este lugar debería adecuarse y tener espacios más aptos para ello".
En esa línea, Allard recuerda que el nuevo acceso al Metro quedó determinado de esta manera puesto que formará parte del rediseño que tendrá el sector a raíz del proyecto Nueva Alameda-Providencia, donde "se va a adaptar ese espacio para que siga cumpliendo con su función, el gran lugar de eventos masivos como es Plaza Baquedano, y por otro lado, eventualmente se va a dejar un espacio para que se invite a artistas o se haga un memorial sobre el proceso constituyente y el estallido".