A diferencia de otras regiones del norte, Arica no tiene como pilar económico a la minería, pero sí a otras actividades, como el comercio, los servicios y, sobre todo, la agricultura. Y potenciarlos, en medio de un desafiante escenario económico, político y climático, requiere no solo de inversión, sino que de conocimiento, datos, estrategias e investigación que facilite la toma de decisiones y la creación de políticas públicas, por ejemplo, para enfrentar la falta de agua en el desierto, las amenazas naturales, episodios de contaminación, entre otros. Y justamente estas son algunas de las áreas sobre las cuales operará el centro de inteligencia artificial que se busca construir en la región, y que se perfila como el mayor complejo en su tipo destinado a fines públicos en Latinoamérica. Ahí, las aplicaciones abarcarán diversos ámbitos, como la medicina, para el tratamiento de enfermedades; la industria de alimentos, con la recopilación de antecedentes para mejorar los conocimientos de sistemas proteicos; el avance de la astronomía, y el uso de energías renovables no convencionales, como la solar que abunda en el norte, entre otras.