Traslados de cinco mil kilómetros, en promedio, desde sus lugares de origen -Venezuela y Colombia, principalmente-, pasando por hasta cinco países de la región, tanto en vehículos como a pie con extensas caminatas de hasta 45 kilómetros al día en zonas selváticas, desérticas y altiplánicas. A lo anterior se sumo, según registros de investigaciones policiales y de fiscalías, que muchos son abordados por redes de organizaciones criminales internacionales que les realizaban cobros de hasta US$ 5 mil, por persona, para resguardar los viajes y ubicarlos en rutas de acceso a su destino final. En ese contexto, y con el cruce irregular por pasos fronterizos no habilitados, se produce la llegada de inmigrantes a comunas del extremo norte de Chile. Un grupo de ellos, 109 en total, fue entrevistado para un estudio focalizado en la evaluación de su estado de salud y que fue elaborado por la Universidad de Tarapacá. El análisis se extendió por dos anos y sus resultados revelaron, entre otros aspectos, que casi la mitad de los consultados (49,5%) reconoció sentirse "muy angustiado" por su situación. Además, un 15,4% de los entrevistados -denominados "migrantes caminantes" y en movilidad hacia otras zonas del país- también reconoció "problemas graves en el lugar donde vive debido a la presencia de personas con enfermedades mentales". Se trata de una problemática que también refleja el programa de salud mental del Ministerio de Salud en las primeras comunas del país que reciben ese flujo de extranjeros. En Arica, por ejemplo, la cantidad de foráneos diagnosticados más que se duplicó en un periodo de cuatro anos, hasta representar más del 7% del total. Una situación que se replica en Alto Hospicio y que supera el 6% en Iquique.