"Necesitamos con urgencia más presencia policial en la zona y contar con un Barrio Rojo que regule la prostitución en Santiago". Esa fue la propuesta que hizo ayer el
gobernador de la Región Metropolitana, Claudio Orrego, para enfrentar las incivilidades y la problemática del comercio sexual en la vía pública.
La autoridad regional apuntó a la situación que afecta al barrio 10 de julio, y otros lugares donde se dan estas prácticas, como prostíbulos irregulares que se mezclan con viviendas residenciales.
"Lo venimos discutiendo hace mucho tiempo, y nunca ha habido la voluntad política de discutirlo, ya que lo apuntan como una persona que está validando la prostitución", añadió Orrego posteriormente en conversación con Canal 13.
Un debate de larga data
En efecto, la idea de crear un barrio rojo ha sido observada por varios alcaldes y ex alcaldes, pero nunca se ha concretado. En abril de 2019, el ex alcalde de Santiago, Felipe Alessandri, se mostró partidario de la idea, pero puso en duda que se pudiera instalar en esa comuna.
"Lo planteé cuando fui concejal, pero el barrio rojo es como el vertedero, el relleno sanitario, nadie lo quiere, pero es necesario. Yo soy partidario, pero ¿dónde lo instalamos? Nadie lo quiere", dijo Alessandri. Y añadió: "¿En Santiago, dónde? Si podemos buscar a nivel de Región Metropolitana, no es solución definitiva, pero es un tema que podemos explorar".
El alcalde de Recoleta, Daniel Jadue (PC), se sumó en esa oportunidad al debate. "No tengo ningún drama con que exista un barrio rojo, no sé si soy partidario, pero no tengo ningún drama, porque la zonificación urbana es un tema que ha existido desde siempre", sostuvo a Radio Universo.
Consultado si podría instalarse uno en Recoleta, Jadue respondió que "nosotros tenemos una especie de barrio rojo que es Bellavista, lo conocen hace mucho tiempo, ahí se concentra la bohemia, los restaurantes, las fuentes de soda, discotecas". Y añadió: "Se regula, pero efectivamente se podría hacer y discutir, yo creo que es parte de la realidad".
En mayo de 2019, un grupo de locatarios del centro comercial Lo Castillo, en Vitacura, enviaron una carta a El Mercurio denunciando que la zona se estaba convirtiendo en un barrio rojo, por la presencia de clubes nocturnos, asegurando que aquello había derivado en "dinámicas que se parecen mucho a las de la mafia".
"Informamos y lamentamos que el centro comercial Lo Castillo, ubicado en el corazón del barrio Vitacura, esté convertido en barrio rojo, bajo la complacencia de la alcaldía y concejales. Habrá que tenerlo en cuenta para las próximas elecciones", añadían.
Un proyecto "acotado" y con control de identidad
En conversación con Emol, Uwe Rohwedder, arquitecto y urbanista de la Universidad Central, comenta que "es difícil dimensionar los parámetros de dónde puedo fijar un barrio rojo. Los indicadores que uno debería tomar en cuenta, es el control y la seguridad, y que tiene que haber un proyecto desarrollado y con participación ciudadana, que ellos estén de acuerdo, sin eso, es imposible, no va a funcionar".
"No podemos llegar e instalar algo en un lugar, por muy europeo que suene. En lo personal, me parece bien, porque es mucho más controlable, pero no tenemos una cultura europea, es bien distinto. Acá hay que educar", añade.
A juicio del urbanista, se podría avanzar en una primera experiencia "muy acotada, un pasaje, un boulevard que sea muy controlado, un proyecto piloto, pero cuesta imaginarlo en el centro de Santiago, quizás el borde de alguno de los parques, que no sea tan residencial". Esto, porque "a cualquier persona, con la cultura que tenemos, no le va a gustar que le pongan un barrio rojo".
Además, plantea que una de las medidas de seguridad para el ingreso, debería ser con un control de identidad, "justamente para evitar menores y saber quiénes entran".