La vocera de la Corte Suprema, Soledad Melo.
Aton
A paso tranquilo, ayer en la tarde, la ministra de la Corte Suprema
María Soledad Melo (61) caminó por el segundo piso del Palacio de Tribunales tras terminar su jornada de trabajo. La imagen era todo lo contrario a lo que se había visto en la víspera en esos mismos pasillos, cuando el pleno extraordinario de la Corte Suprema la eligió como la nueva vocera del máximo tribunal, en medio de la crisis que enfrenta por el denominado caso "WhatsApps". Asumía en el cargo en días marcados por la tensión y malestar en el máximo tribunal, y fue justamente ese escenario el que obligó a reponer una labor que, a su vez, no ha estado exenta de polémicas. La razón: la salida a mediados del año pasado de su antecesora, la ministra Ángela Vivanco, hoy vinculada con los cuestionados chats. Los dichos de esta última sobre el fallo de las isapres, en cuanto a que este no tenía "alcances generales", sino que las devoluciones de excedentes solo corresponderían a quienes habían demandado —lo que después, precisó, era una interpretación personal y no de la sala—, hizo que sus pares quedaran con un sabor amargo, pues su intervención pública no solo había generado roces internos, sino que también había expuesto a la
Corte Suprema a críticas tanto del mundo político como jurídico.
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