Captación de mujeres en situación de vulnerabilidad para cometer delitos para el crimen organizado. Ese es uno de los principales hallazgos de una nueva investigación en torno al comportamiento de estas organizaciones criminales en la Región de Tarapacá y cómo han ido sofisticando sus fórmulas para continuar con su expansión en el territorio.
La investigación la desarrolló el académico de la U. de Tarapacá,
Roberto Dufraix, tras adjudicarse un fondo de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID).
El estudio se centra en una de las manifestaciones más invisibles de la trata de personas, conocida en el ámbito internacional como
trafficking for forced criminal activities (trata de personas con fines de criminalidad forzada).
"En el ámbito internacional se ha logrado detectar que existen unas especiales manifestaciones del delito de trata, que muchas veces, como en Chile, no aparecen en las estadísticas oficiales, y son completamente invisibles para los operadores del sistema penal, por distintos motivos", comenta el académico en conversación con Emol.
Entre esas expresiones del delito, se ha logrado detectar la trata de personas con fines de explotación criminal. "En estos casos, la víctima no es explotada para que se prostituya o para que realice trabajos forzados, sino que es explotada con el único propósito de cometa delitos", entre ellos, el tráfico de drogas.
Este tipo de captación por parte de las organizaciones criminales no es al azar: los miembros analizan previamente a las personas que serán explotadas, para asegurarse de sus condiciones de vulnerabilidad.
En tanto, hay otros factores que "facilitan" la captación de estas personas, esencialmente mujeres: "la víctima, al verse involucrada en un delito como autora, tiene menos motivos para denunciar, porque ya no sólo teme represalias de parte de sus tratantes sino también al hecho de verse expuesta a un proceso penal. Además, los operadores del sistema penal, al no tener conocimiento del fenómeno", precisa el académico.
Mujeres en situación de vulnerabilidad
En el caso de la Región de Tarapacá, la investigación tuvo por objetivo detectar casos en los que el tráfico de drogas cometido por la clásica "mula o burrero" -esta persona que transporta la droga por las fronteras hasta llegar a Chile-, sean casos en los que ha mediado alguna vía de comisión que dice en relación con la coacción, el engaño o el abuso de una situación de vulnerabilidad.
"Se puede dar cuenta de que efectivamente hay casos en los que la persona que cometió el delito de tráfico que está encarcelada reúne las condiciones necesarias para que sea considerada como víctima".
Roberto Dufraix, investigador y académico U. Tarapacá
Como resultados preliminares, precisa
Dufraix, "
se puede dar cuenta de que efectivamente hay casos en los que la persona que cometió el delito de tráfico de drogas reúne las condiciones necesarias para que sea considerada como víctima".
Pero aquí aparece un problema: "primero, que la explotación criminal como tal no está tipificada en el Código Penal; y segundo, que por ciertas dinámicas que operan en el proceso penal, donde se pone particular acento al procedimiento abreviado más que al juicio oral, los operadores del sistema no logran identificar la calidad de víctima que tiene la persona, con lo cual se produce una doble victimización".
"Es decir, la víctima no sólo no tendrá los derechos que le asisten por ser víctima de trata (visas especiales, asistencia, etc.), sino que además será privada de libertad por un delito que cometió como consecuencia de prácticas explotadoras, como el engaño, la coacción o el abuso de una situación de vulnerabilidad", afirma.
La investigación también recoge los antecedentes disponibles de la población carcelaria en la región. "Tarapacá, por ejemplo, destaca por ser una de las regiones del país que más encarcela mujeres por tráfico de drogas. Es una cifra realmente grosera. Sólo para tener una idea, al 31 de mayor de 2024, de 647 mujeres que están privadas de libertad, 549 lo están por un delito de tráfico de drogas, la mayoría extranjeras".
Lo relevante de aquello es el perfil de esas mujeres, "en general, pertenecen a pueblos originarios, campesinas, pobres, con una dosis de vulnerabilidad bastante acentuada. Suelen ser mujeres que se dedican al cuidado de sus hijos o que tienen un familiar gravemente enfermo. Todas estas características son señales que deberían llamar la atención de los operadores del sistema de justicia criminal".
El investigador señala que si bien este el foco de análisis fue la Región de Tarapacá, no es descartable que este fenómeno también se esté presentando en las regiones de Antofagasta y Arica y Parinacota.
Manifestaciones mixtas de la trata de personas
El investigador también detalla que, de manera preliminar, también se hallaron manifestaciones mixtas en la trata de personas. Esto quiere decir que junto a la prostitución, se obliga a las víctimas a cometer delitos.
"Por ejemplo, una persona puede ser tratada para que ejerza la prostitución, pero al mismo tiempo, puede ser explotada para que cometa delitos como el tráfico de drogas o de armas".
El académico comenta que cuando se penaliza a víctimas de trata por los delitos cometidos como consecuencia de prácticas explotadoras, "se vulnera el principio internacional de non-punishment, un principio que de cierto modo el Estado de Chile hizo suyo al ratificar el Protocolo del 2014 relativo al Convenio 29 sobre Trabajo Forzoso de la OIT".
Además, si una persona es obligada a prostituirse, "probablemente va a tener pocas motivaciones para denunciar a sus tratantes, porque les va a tener miedo, pero además porque puede ser expulsada por su situación migratoria irregular".
"Pero cuando se trata de un delito de trata de personas con fines de explotación criminal, los temores son todavía más profundos, porque además del miedo que se siente respecto a los tratantes, existe el miedo de enfrentarse al proceso penal chileno, porque de ahí puede resultar ya no solo una expulsión, sino que directamente una privación de libertad, que en general va a ser de largo aliento", cerró.