"Si no llega la luz, me voy a volver loca", "perdí todo, yo y mis vecinos". Las frases se repiten en distintas comunas, en miles de clientes que cumplen una semana sin energía eléctrica luego del sistema frontal del pasado jueves.
A tal punto ha llegado el descontento, que los vecinos de distintas comunas de la Región Metropolitana se han organizado para salir a protestar, incluso con barricadas, para exigir respuestas y visibilizar la crítica situación por la que atraviesan.
Y es que hay varias capas de afectación tras siete días sin energía eléctrica. Por un lado, hay factores asociados a lo doméstico, como poder calefaccionarse, teletrabajar, cargar aparatos eléctricos, entre otras tareas; también hay niveles que comprometen la salud física, como para aquellas personas que requieren tener medicamentos congelados o son electrodependientes.
Hay otras áreas como el daño económico que genera a las familias y a los comerciantes no poder contar con aparatos que conserven los alimentos, y de paso, otros, que se ven obligados a comprar insumos transitorios -como velas, parafina o generadores- para enfrentar estos complejos días.
Pero hay otra dimensión más profunda en la suma de estos factores: los efectos que tiene en la salud mental de los afectados, a raíz de elementos como el estrés y la imposibilidad de retomar rutinas diarias que otorgan estabilidad a la vida.
Valentina Scorzone, psicóloga clínica de la Universidad Autónoma, y magíster (c) en neurociencias aplicadas, detalla que "la salud mental no solamente conlleva situaciones socioafectivas y emocionales, sino que también hay factores neuropsicológicos, como nuestra capacidad de lidiar con el estrés, o afectaciones a los ritmos circadianos, que regulan nuestro sueño y la alimentación".
En ese sentido, añade que el tener una falta prolongada de luz, y sumado a la falta de respuesta o una respuesta insuficiente por parte de la empresa, se convierten en elementos que "claramente van a llevar a una tendencia de generar un impacto significativo en la salud mental de las personas que están transitando esta situación". Esto, sumado a que
Además, "existe un entorno próximo que está sintiendo los efectos en distintos niveles".
Riesgos del estrés prolongados
El psicólogo del COES, Héctor Carvacho, profundiza en la dimensión de estrés asociada a este evento. "Nuestro cuerpo está preparado para lidiar con situaciones estresantes cuando éstas son de corto plazo y se concentran, sin embargo, hay evidencia donde el estrés prolongado tiene un impacto negativo en todos los niveles, y también en la salud mental, que incluso puede tener efectos a largo plazo".
Asimismo, hay personas que, en estos escenarios, pueden ver agudizadas algunas condiciones previas, "por ejemplo, en personas que tengan sintomatología depresiva, cuadros ansiosos".
En la misma línea, Scorzone complementa que, en efecto, "adaptarse al cambio es un aprendizaje", por lo que la extensión de la crisis, marcada por la incertidumbre, "pueden potenciar los efectos sintomáticos de un trastorno de ansiedad generalizado".
A ello, se suma que las personas pueden experimentar "preocupación continua respecto a seguridad y bienestar, lo que viene exacerbando la ansiedad. Es decir, con pensamientos persistentes sobre los posibles problemas a futuro".
De paso, recuerda que es importante considerar que el estrés afecta también al cuerpo, "con tensión muscular o rigidez, por lo que es importante poner atención a la postura, moverse, estirarse, etc., porque sobre lo único que las personas tienen control es sobre sí mismos, en medio de un escenario alterado respecto a los factores ambientales y las respuestas de las entidades responsables de alivianar las consecuencias".
Alteración en los entornos
En estos contextos, y con la detonación de factores como estrés y ansiedad, las decisiones cotidianas se complejizan, "como irse, quedarse, arreglar, esperar una solución, etc. Está bien pedirles a las personas que denuncien por no tener respuestas, pero esto tiene que ser apoyado y respaldado por alguien que no esté afectado y pueda colaborar en eso", dice Scorzone.
Carvacho añade que "las personas lidiamos con nuestros entornos complejos generando contextos que dan regularidad a nuestras vidas; y una situación como esta vienen a desarmar esas situaciones que sostienen la vida cotidiana, y generan presión sobre cómo resolverlas (...) en definitiva, gira todo en torno a este tema y si bien por un rato se puede sostener, luego de un tiempo comienza a repercutir".
Hay otros factores relevantes, plantea Scorzone, como problemas de concentración, por ejemplo, para los niños y estudiantes, y allí "es importante que se altere lo menos posible sus rutinas, como por ejemplo, mantener actividades como jugar o compartir con los padres".
En el caso de los trabajadores, "es importante que los empleadores tengan los cuidados del caso para que los trabajadores puedan contar con opciones para enfrentar esta situación", precisó.