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"Performance personal", "amateurismo" o investidura del cargo: La errática conferencia de Boric por caso Monsalve al banquillo

Distintas voces ponen en perspectiva la forma en que el Mandatario intentó abordar las dudas que el viernes se multiplicaban en torno a la gestión de la crisis. Para varios, el Presidente olvidó que representa a la Presidencia, y no a sí mismo.

21 de Octubre de 2024 | 20:19 | Redactado por Daniela Toro, Emol.
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Presidente de la República, Gabriel Boric.

El Mercurio/Archivo
"Dado lo relevante del caso, quedo atento a cualquier pregunta que ustedes tengan". Esa fue la frase que usó el Presidente Gabriel Boric el viernes 18 de octubre, tras abordar, por poco más de seis minutos, el caso Monsalve. Hasta ese momento, había emitido una declaración como máxima autoridad del país sobre la relevancia del caso y buscaba aplacar las dudas por la tardía salida del entonces subsecretario del cargo.

Pero el que el Mandatario haya hablado de "cualquier pregunta", daba indicios de que podía haber una salida de libreto. Había una suerte de ansiedad por resolver las decenas de dudas que surgían en torno a cómo La Moneda conoció y abordó el tema; pero hasta el minuto 6, no se avizoraba la errática espiral comunicacional en la que el Presidente se enfrascaría.

Las respuestas se extendieron por 51 minutos más, con episodios inéditos: el Presidente leyó conversaciones de WhatsApp con Monsalve, se enfrentó dos veces a su jefa de comunicaciones -sumando aún más cuestionamientos a su actuar- haciendo caso omiso a las alertas de que "ya era suficiente".

El Presidente continuó. En el minuto 43 insistía en que "yo me he puesto frente a ustedes (los medios) y voy a seguir respondiendo preguntas, porque tengo la tranquilidad de no estar ocultando nada. Si hay cualquier duda, voy a estar disponible para que cualquier persona, cualquier institución realice las consultas que sean necesarias".

"Y esto tiene un trasfondo que también tiene que ver con la declaración que hacíamos ayer. En Chile hay mucha desconfianza hacia las instituciones por buenos motivos, por lo tanto, quienes tenemos responsabilidades, tenemos el deber de hacer todos los esfuerzos por recuperar esa desconfianza y explicar las decisiones que tomamos", añadió.

La declaración a la que hacía alusión el Presidente en esa última frase era la que leyó en La Moneda el jueves, donde llamó la atención del Congreso por las acusaciones constitucionales contra ministros de la Corte Suprema. Allí cuestionó los "efectos complejos y nocivos que puede acarrear para la democracia el mal uso que se puede hacer de las instituciones". A esas alturas, La Moneda ya conocía la denuncia contra Monsalve, y él seguía en su cargo.

Pero 24 horas más tarde, ese "uso" de las instituciones se volcaba en contra del Gobierno y sus personeros, por el caso Monsalve. Y de paso, puso en debate cómo el Mandatario ejerció su rol, con la investidura de su cargo, en esa performance que no hizo más que acrecentar la crisis política que se comenzaba a desatar en torno a la denuncia contra su ex subsecretario.

Los coletazos de la improvisación


"La conferencia será recordada por décadas como un ejemplo de aquello que un Presidente no debe hacer: llevar todos los problemas a su persona y su despacho". Así reflexionó el domingo, Daniel Mansuy, en una columna en Reportajes de El Mercurio.

El doctor en ciencia política expone la serie de hechos que sustentan esa tajante afirmación. Ese viernes, en la conferencia de prensa, "el Mandatario se dio el lujo de narrar pormenores del caso, que son completamente ajenos a su investidura. Logró así una proeza digna de destacar: en lugar de limitar los daños y poner distancia con las inevitables esquirlas del caso, decidió multiplicarlas al infinito".

Y añade otro elemento: fue el Presidente quien decidió hacer esa declaración, pues todos pudieron presenciar que su jefa de prensa intentó detenerlo. Dado aquello, "no es posible responsabilidad a nadie más".

El rector de la UDP, Carlos Peña, también en una columna en el citado medio, coincide con la mala gestión del caso y con los malos réditos de aquella intervención ante los medios. "De lo que no cabe duda es de que (no vale la pena ocultarlo) daña objetivamente la imagen del Presidente y el prestigio del Gobierno (algo que él acrecentó con esa extraña conferencia de prensa) y especialmente de Carolina Tohá".

En la misma línea, Miguel Ángel López, analista político de la Universidad de Chile, dijo a Emol, que "las conferencias de los presidentes y los jefes de Estado son para dar a conocer sus programas, los avances, cuál es la agenda política de mediano, corto, largo plazo, etc. En este caso, se planteó este punto de prensa frente a una situación especial y ahí el gran error de Boric fue que lo hayan visto regañando a la asesora de prensa".

Añade también que la decisión del Presidente de avanzar "por su cuenta" en el punto de prensa, es complejo, porque "es difícil que el Presidente lo sepa todo, por eso siempre se preparan los discursos, para no meterse en asuntos de los cuales no siempre se tiene suficiente información".

"Se notó que el Presidente no estaba totalmente preparado para responder todo eso", añadió López, aunque a su juicio, esto "no afecta la dignidad del cargo. Lo que sí va a afectar es cuál es la percepción que las personas tienen de él".

La "performance personal"


Los expertos han puesto sobre la mesa una cuestión que tiene varias aristas que se mezclaron en el discurso del Presidente. Y es que si bien el Mandatario intentó -y lo remarcó-, ser transparente en torno al actuar que tuvo el Gobierno, su performance adquirió ribetes personales, olvidando que él representa a la Presidencia de la República.

"Alguien podría afirmar que el Mandatario hizo lo correcto si tenemos a la vista la desconfianza generalizada. En esa lógica, necesitamos una honestidad descarnada, y él estuvo dispuesto a responder todas y cada una de las preguntas. Nunca habíamos tenido un Presidente tan sincero, tan honesto y, sobre todo, tan inocente", dice Mansuy.

Pero aquí la arista del debate de fondo: "el argumento falla precisamente porque el asunto no es tanto personal como institucional. Al referirse de ese modo al caso Monsalve, el Mandatario olvidó que no se representa a sí mismo, sino a la Presidencia de la República".

El periodista Daniel Matamala, en su columna en La Tercera, apuntaba a este mismo "error" del Mandatario. "Con sus acciones y omisiones, Boric se puso a sí mismo, y a su Presidencia, en el centro de la tormenta", apuntó.

"Boric no dimensionó la gravedad de los hechos, y, tras estallar el escándalo, se convenció de que su carisma y su credibilidad bastarían para solucionar el impasse. Que poner su grávitas en el ojo público resolvería el entuerto (...) Frivolidad, vanidad y falta de mesura frente a sí mismo: más que implementar una estrategia con destreza de ajedrecista, Boric escenificó una performance desastrosa", comentó.
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