SAN PEDRO DE ATACAMA.- Han pasado menos de dos años y medio desde la inauguración del radiotelescopio ALMA, instalado en el desierto de Atacama, a una altura de cinco mil metros sobre el nivel del mar. Pero pese al poco tiempo, los resultados son más que positivos.
"Tuvimos una revisión con un panel internacional a fines de abril. Nos fue bastante bien", dice Pierre Cox, director de ALMA, durante una reciente visita al centro.
El astrónomo francés asumió la dirección del radiotelescopio en abril de 2013, poco después de la inauguración del centro y a casi dos años del inicio de las observaciones (que empezaron con 16 antenas instaladas).
Hasta ahora los resultados son claros. Según un reportaje publicado en abril en el diario español "El Mundo", las observaciones de ALMA han generado centenares de artículos científicos, de los cuales un 8% ha aparecido en las prestigiosas revistas "Nature" y "Science".
Pese a los buenos resultados, Cox es claro y dice que "todavía tenemos mucho que aprender, del funcionamiento de las antenas, y también de cosas como el personal. No es algo fácil de hacer y no hay un precedente de un proyecto así".
El director dice que ahora ALMA está entrando en una fase de operación "mucho más estable de lo que teníamos cerca de la inauguración o incluso después". Esto ocurre después de haber terminado la instalación de las 66 antenas (54 de 12 metros de diámetro y otras 12 de siete metros), y con tres ciclos de observación cerrados (el cuarto –el primero anual– parte en octubre).
Por ejemplo, Cox destaca que hace un par de semanas se logró la primera observación con 62 antenas al mismo tiempo. Consultado sobre si alguna vez se espera usar las 66 en simultáneo, dice que sería algo muy raro.
"Son muchas las razones. Cuando mueves una antena, no puedes usarla de inmediato. Puede que tengas un problema con un componente, un receptor o algo electrónico. Siempre se trata de mantener las antenas para constantemente tener el número máximo de antenas disponible para la ciencia", dice.
"Lo que queremos para esta etapa de operaciones estables es estar siempre con una capacidad de 85%. Esto sería 58 antenas, pero hay momentos en que tienes más o menos", agrega.
Actualmente trabajan más de 250 personas en ALMA, con un porcentaje importante de chilenos. Esto incluye los equipos de mantención, y operaciones, con un sistema de turnos que hace que ALMA nunca deje de trabajar. Una parte clave de la operación es correlacionador, un supercomputador que recibe y compila los datos de las antenas, usando un servicio de fibra óptica de Telefónica para comunicarse con ellas y con los científicos que reciben las observaciones.
"No es un ambiente fácil", dice Cox sobre el llano de Chajnantor, la zona que alberga las 66 antenas en un diámetro de 16 kilómetros, además del correlacionador. "Hay que hacer mucho mantenimiento para las antenas. Queremos que este sea un proyecto de 30 años y tenemos que aprender a hacer este tipo de tareas".
"Toda la organización del observatorio es como un ente, es un desafío", afirma sobre el proyecto que requirió 1.400 millones de dólares de inversión y que es financiado por instituciones de Estados Unidos, Europa y Japón. "Es realmente un milagro que funcione".