MADRID.- MADRID.- Los óxidos de nitrógeno, gases de color amarillento que proceden de diferentes fuentes, pero una de ellas del automóvil y
protagonista del caso Volkswagen, están catalogados como agente cancerígeno por la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde 2012.
Fue la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, que forma parte de la OMS, la que hizo esta catalogación en junio de aquel año después de analizar en una reunión internacional de expertos las pruebas que avalaban la declaración.
Una catalogación que ya entonces algunos expertos calificaron de tardía, porque ya se llevaban varios años de fuerte dieselización del parque automovilístico europeo.
Los óxidos de nitrógeno, representados como NOx, son la conjunción de dos gases, el monóxido de nitrógeno (NO), también conocido como óxido nítrico, y el dióxido de nitrógeno (NO2), que es el principal contaminante de los NOx y se genera como subproducto en todas las combustiones llevadas a cabo a altas temperaturas, en vehículo motorizados y plantas eléctricas.
El monóxido de nitrógeno es un gas de olor dulce y penetrante a temperatura ambiente, mientras que el dióxido de nitrógeno es un líquido a temperatura ambiente, con un fuerte olor, que se transforma en un gas pardo-rojizo a temperaturas por encima de los 21°.
Los óxidos de nitrógeno tienen un gran protagonismo en la formación del smog fotoquímico, las reconocidas nubes amarillentas de contaminación.
La lluvia ácida es otra de sus consecuencias, ya que el NO2 tiene una corta vida en el aire, convirtiéndose en nitratos (NO3-) o ácido nítrico (HNO3) si éstos nitratos entran en contacto con una fuerte humedad ambiental. La precipitación es la conocida lluvia ácida, que provoca daños en las masas forestales y el agua.
Los óxidos de nitrógeno se generan en distinto origen, entre ellos la propia naturaleza, en la descomposición bacteriana de nitratos orgánicos, incendios forestales, quema de rastrojos y actividad volcánica. También se producen óxidos de nitrógeno en los procesos biológicos de los suelos, ya que en ellos se generan emisiones de dióxido de nitrógeno procedentes de los microorganismos.
Fuera de la naturaleza, los principales focos se encuentran en la quema de combustibles fósiles y en los escapes de los vehículos a motor.
Desde el punto de vista de la salud, los óxidos de nitrógeno son corrosivos para la piel y el sistema respiratorio, llegando a provocar enrojecimientos y quemaduras cutáneas graves.
La inhalación en elevadas concentraciones y durante un corto periodo de tiempo, puede originar un edema pulmonar que tarda en detectarse y que se agrava con el esfuerzo físico. Una exposición prolongada a estos contaminantes puede alterar el sistema inmune y al pulmón, llegando a causar daños irreversibles.
También son usados en la nitrificación de compuestos químicos orgánicos, en la fabricación de explosivos y como conservante para la carne. Con ellos también se produce ácido nítrico, un componente que es utilizado en la fabricación de colorantes, abonos, explosivos, ácido sulfúrico y medicamentos.