BEIJING.- La capital china decretó este domingo la alerta por contaminación de nivel naranja, el segundo más grave tras el rojo, la primera vez que se activa en lo que va de año tras un fin de semana de intensa polución.
Los servicios meteorológicos de Beijing aseguraron que la falta de viento y la humedad prolongarán la contaminación durante al menos dos días más, hasta que se prevé que el miércoles llegue un frente frío, según publica la agencia oficial Xinhua.
De acuerdo al medidor de contaminación de la embajada de EE.UU. en la metrópolis china, los picos de contaminación han llegado a alcanzar 20 veces más de polución de lo aconsejado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Así, se han superado por momentos los 450 microgramos de concentración por metro cúbico de aire de partículas PM2,5, aquellas de un diámetro inferior a las 2,5 micras y las más perniciosas para la salud.
La alerta naranja, que se activó tras dos días de alerta amarilla (en una escala de cuatro en la que la roja es la más grave, antecedida de la naranja, amarilla y azul), obliga a las plantas industriales a reducir o cancelar su producción y que las obras paren el transporte de materiales y desperdicios.
Además, se prohíbe la circulación de camiones pesados por las carreteras y se ha activado la revisión de las licencias a las plantas de carbón, la principal fuente de energía de China y uno de los mayores contaminantes, y también a los "asados" callejeros.
Por su parte, el Ministerio de Protección Medioambiental recomendó a los grupos más vulnerables, los niños y los ancianos, que permanezcan en casa hasta que mejore la situación.
La fuerte contaminación que asuela Pekín y otras partes del norte de China coincide con el inicio de la cumbre contra el cambio climático en París, a donde hoy viajó el presidente chino, Xi Jinping, para asistir desde su comienzo el lunes.
La segunda economía mundial busca un acuerdo vinculante en París que revise los objetivos nacionales cada cinco años, como acordó con Francia, si bien las nuevas cifras de consumo de carbón oficiales (que implican un 17% más de quema de carbón al año desde el 2000) han despertado dudas sobre la capacidad de China de comprometerse.