NUEVA YORK.- Los restos de un mamut que fue cazado hace unos 45.000 años han revelado la primera prueba conocida de la presencia humana en el Ártico.
Las marcas en los huesos hallados en el remoto norte de Rusia indican que la criatura fue apuñalada y descuartizada. El extremo de un colmillo estaba dañado de una forma que apunta a actividad humana, quizá para la fabricación de herramientas de marfil.
El descubrimiento, de una antigüedad mínima estimada en 45.000 años, amplia el espectro conocido de la presencia humana en el Ártico en al menos 5.000 años.
El yacimiento en Siberia, cerca del mar de Kara, es de lejos el signo más septentrional de presencia humana en Eurasia antes de hace 40.000 años, explicaron Vladimir Pitulko, de la Academia Rusa de Ciencias de San Petersburgo, y sus colegas en una investigación publicada el jueves en la revista Science.
También hicieron una breve referencia a pruebas de caza humana en aproximadamente la misma época, según un hueso de lobo hallado muy al este. Eso indica una ocupación extendida, aunque la población probablemente era escasa, señalaron.
Daniel Fisher, experto en mamuts en la Universidad de Michigan y que no participó en el estudio, señaló que las marcas en el hueso de mamut son una sólida pista de caza humana. Tiene sentido concluir que los cazadores eran de nuestra especie en lugar de Neandertales, indicó en un correo electrónico John Hoffecker, de la Universidad de Colorado en Boulder.
Pero Robert Park, arqueólogo en la Universidad de Waterloo, en Canadá, y que ha estudiado los huesos de animales cazados muy al norte, describió las pruebas de caza humana como "bastante marginales". La bestia se encontró con restos de su grasa, y se hubiera esperado que los cazadores se llevaran la grasa como alimento y combustible, señaló. Además, el esqueleto mostraba menos restos de descuartizamiento de lo que uno hubiera esperado, señaló.
Park hizo hincapié en que no descarta la idea de que el mamut fuera cazado.
Si había gente viviendo tan al norte en esa época, señaló, implica que no sólo tenían la capacidad técnica de cazar mamuts, sino una organización social lo bastante compleja como para compartir la comida de estas presas relativamente poco frecuentes.