SANTIAGO.- Con la misma tecnología que emplean los teléfonos móviles se creó a "Taote", un ecógrafo portátil de bajo costo que tendrá la misión de acercar la "especializada" rama de la radiología a los médicos que trabajan en los lugares más remotos de Chile.
"Este equipo está orientado a la medicina general, a las enfermeras o técnicos médicos, ya que hoy día es impensable llevar un especialista a lugares que con suerte tienen un médico de familia", señala a Efe Vader Johnson, el ingeniero civil eléctrico detrás de la fabricación de este producto.
Taote, que en el idioma rapa nui significa "médico", nació como una idea del radiólogo John MacKinnon, también el primer inversionista de la iniciativa con su compañía MacKinnon & Asociados, que junto a un grupo de investigadores de la Universidad de Chile llevó a puerto este emprendimiento tras cinco años de estudios sobre el tema.
Con el propósito de "reducir la cantidad de exámenes innecesarios" que se realizan tanto en el sistema de salud público como en el privado, este aparato de fácil utilización pretende "dar al médico un elemento más de juicio a la hora de revisar a un paciente", según comenta Johnson.
Sobre las posibilidades de Taote dentro del mercado, este profesional destaca que, si bien existen otros ejemplares portátiles, el negocio se está moviendo "con equipos cuyas características no promueven el buen uso", debido a sus baterías de corta duración, una imagen de baja calidad, entre otros inconvenientes.
El prototipo piloto del ecógrafo cuenta con una batería recargable que funciona durante dos horas, un peso de 800 gramos y lentes para ver las figuras creadas por las ondas electromagnéticas en tiempo real, ventajas que se suman a su bajo costo de producción.
El invento, apoyado en su proceso de investigación por la Corporación de Fomento (Corfo), Megasalud y la Universidad de Chile, tiene como foco responder a las necesidades actuales de la salud primaria y también suplir la escasez de especialistas que hay a lo largo del país, con énfasis en las atenciones de emergencia en zonas aisladas.
Tras dar el primer paso y con un molde en funcionamiento, los especialistas preparan un equipo final con la capacidad de conectarse a una red WiFi o a otro aparato mediante Bluetooth.
"Tal vez un trabajador de la salud no pueda interpretar las imágenes que toma a un paciente. Sin embargo, puede enviarlas desde un lugar a otro para obtener un diagnóstico", indica el ingeniero.
En manos de la empresa Medical Innovation, el patrocinio de UDD Ventures, un fondo de Corfo y la colaboración del Centro de Biotecnología y Bioingeniería, Taote espera su ingreso al mercado chileno en junio próximo con cinco ejemplares con un precio de 6.000 dólares, bastante menos que 100.000 dólares que cuesta un ecógrafo tradicional. Las primeras unidades serán vendidas a la Universidad del Desarrollo para ser usadas por alumnos de la Escuela de Medicina.
"La innovación en Chile es un área donde nos falta bastante por avanzar. Hay muchos programas de apoyo, pero son burocráticos y lentos con los emprendimientos, una materia en la que la velocidad es clave", comenta Johnson en relación al desarrollo tecnológico en el país.
En el caso de los dispositivos médicos, los procesos tienden a ser largos. "Pero para cualquier otra iniciativa, una demora de años puede resultar una eternidad y finalmente, la obsolescencia de una idea", señala.
En la misma línea, Johnson alude a la "carencia cultural" en temas de investigación que existe en Chile, donde el panorama para la creación se complica aún más. "Somos muy conservadores y en la innovación se trata de ser más bien disruptivo", dice.
El año pasado, los inventores del ecógrafo portátil se trasladaron durante un mes a la cuna de la tecnología, Silicon Valley, en California, con el propósito de mejorar sus propuestas, enfocar los beneficios del producto y proyectarse en el tiempo.
Por ahora, Taote se encuentra iniciando su etapa de producción a pequeña escala, mientras sus creadores están buscando una entrada al mercado hospitalario de países como Perú y Colombia, en primera instancia. Sin embargo, no todos los científicos corren con la misma suerte. "Cuesta mucho convencer a la gente para que cambie sus costumbres e incorpore algo hecho en Chile. Ahora, si viene de Europa o de Estados Unidos, nadie pone objeciones. Así es muy duro", sentencia el ingeniero.