En la foto, Sunita Williams en el simulador de la nave de Boeing.
AP
ST. LOUIS.- Cinco años después que los últimos astronautas de la NASA despegaran desde Cabo Cañaveral hacia la Estación Espacial Internacional, un nuevo grupo se prepara para el viaje, en esta ocasión en una nave espacial privada.
Los experimentados astronautas Eric Boe y Sunita Williams utilizaron simuladores esta semana para practicar el acoplamiento de la nave Starliner CST-100 de Boeing en la estación espacial. La sesión se celebró cerca del aeropuerto internacional de Lambert-St. Louis.
El simulador Crew Part-Task Trainer preparara a astronautas y controladores aéreos para misiones, condiciones de vuelo y situaciones que incluyen el encuentro y estacionamiento en la estación espacial.
"Este es un capítulo realmente emocionante para nuestro país y programa espacial", dijo Williams. "Se reenfoca en lo que realmente importa: planear para las próximas generaciones y pensar en su futuro".
Estados Unidos no ha gestionado un lanzamiento tripulado desde que el Atlantis despegó para la última misión de transbordadores en 2011. Actualmente la NASA subcontrata sus envíos de suministros y le paga a Rusia por llevar a sus astronautas a la estación espacial.
La agencia estadounidense desea seguir subcontratando esas tareas para poder enfocarse en enviar a astronautas a Marte y otros destinos. La NASA está desarrollando la nave espacial Orion y el Space Launch System (Sistema de Lanzamiento Espacial) para trayectos más largos y contrató a Boeing y otra compañía estadounidense, SpaceX, para llevar a astronautas a la estación espacial.
"Si consideras a Marte la cima del Everest y la órbita terrestre baja su campo base, las compañías comerciales que dan servicio a la órbita terrestre baja son los sherpas que llevan y traen cosas", comparó Chris Ferguson, gerente del programa y director del equipo y operaciones de misión para el programa de tripulación comercial de Boeing.
El costo de un trayecto en una nave espacial privada operada por Estados Unidos sería 58 millones de dólares, menos que los 76 millones por trayecto que cobra Rusia, según la NASA. Ambas empresas esperan comenzar los vuelos de prueba a finales de 2017.