PARÍS.- El 24 de agosto de 2006, el Sistema Solar perdía su noveno planeta: Plutón, ese lejano universo de hielo, fue degradado por la Unión Astronómica Internacional (UAI) a la categoría de planeta enano. Desde entonces se han actualizado centenares de enciclopedias y libros de texto, mientras entre los expertos continúan el debate sobre la polémica decisión.
Ésta se debió a la primera definición científica del término planeta, acordada ese día por la asamblea general de UAI en Praga. Y es que ante el creciente número de descubrimientos de cuerpos celestes fuera del Sistema Solar se hizo patente la necesidad de acotar las características de los planetas.
"A finales del siglo XX ya se conocían dos centenares de este tipo de cuerpos, algunos con órbitas similares a la de Plutón y de tamaño casi similar", explica el astrónomo germano Hermann Böhnmardt, del Instituto Max-Plack para la investigación del sistema solar en Gotinga, Alemania.
"Así, surgió la pregunta de qué hacer con estos cuerpos. Si los calificábamos a todos como planetas, iban a ser muchísimos". La clave para la degradación fue el cuerpo celeste 2003 UB313, que al igual que Plutón gira en torno al Sol a continuación de la órbita de Neptuno y posee incluso más masa que el planeta enano.
Sus descubridores, liderados por Mike Brown, del Instituto de Tecnología de California, solicitaron que su hallazgo pasara a ser calificado como el décimo planeta del Sistema Solar. Debido al aumento de casos similares, los delegados de la UAI votaron cuáles eran las características que, desde un punto de vista científico, debía tener un planeta.
"No existía una definición científica", explica Böhnhardt. El término se había ido desarrollando a lo largo de la historia, "procedía de los griegos y significaba estrella errática". En un principio, añade, los planetas eran cuerpos que, al contrario que las estrellas, se movían claramente por el firmamento, de modo que su posición ante las aparentemente inmóviles estrellas variaba.
Según la definición de la UAI, un planeta es un cuerpo celeste que gira en torno al Sol, no es un satélite, tiene un aspecto redondeado (su propia gravedad debe llevarlo al equilibrio hidrostático) y debe haber limpiado la vecindad de su órbita de otros cuerpos celestes. "La consecuencia fue que Plutón ya no cumplía esos criterios", señala Böhnhardt.
Plutón comparte su espacio con numerosos cuerpos celestes. Para el experto, la definición de planeta fue "bastante acertada", aunque cuenta con "escollos emocionales". También es aplicable a otros sistemas similares, es decir, "es válida para los exoplanetas".
Sin embargo, hasta el mismo día de la votación, los astrónomos discutieron acaloradamente sobre los criterios, y el debate está lejos de haberse cerrado. Uno de los más destacados críticos es el astrónomo estadounidense Alan Stern, director científico de la misión "New Horizons", que justo había sido lanzada hacia Plutón el año en que fue degradado.
Después de que el año pasado la NASA publicara las primeras y espectaculares fotografías tomadas por la sonda, Stern dijo al "Zeit online": "Creo que ahora todos ven Plutón y dicen, 'hey, es realmente un planeta'. Los investigadores de planetas seguimos llamando planetas a los cuerpos como Plutón".
Sin embargo, la UAI creó un nuevo término para definir estos cuerpos: "planetas enanos". Se trata de cuerpos celestes que, al igual que Plutón, no cumplen con el último criterio de la definición de planeta. Plutón, cuyo diámetro es de 2.274 kilómetros, fue el primer miembro de esta nueva categoría, a la que también se unió 2003 UB313, denominado como la diosa griega de la discordia Eris, o Ceres, en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter.
Según Böhnhard, la UAI no ha tenido tanta suerte con esta última definición de planeta enano. "Es cierto que se utiliza, pero un poco como concesión al degradado Plutón", apunta.
El descubridor de Eris Mike Brown, cuya cuenta en Twitter lleva el nombre de @plutokiller (asesino de Plutón) y que ha escrito un libro sobre la degradación del planeta, se esfuerza por encontrar un noveno planeta para el sistema solar. Él y su colega Konstantin Batygin han encontrado indicios indirectos que apuntan a un lejano planeta nuevo de un tamaño mayor que la Tierra.
El "planeta Nueve", como reza su denominación de trabajo, podría explicar por qué al menos seis cuerpos lejanos más allá de Plutón poseen sorprendentemente órbitas similares, algo que según los cálculos de Brown y Batygin sólo tiene un 0,007% de posibilidades de suceder.
Brown está convencido de su teoría, "al contrario que otras hipótesis, esta puede demostrarse claramente. Debemos encontrarlo. Lo haremos. Tengo pocas dudas de que lo haremos".