Columna de Astronomía | Los árboles y las tormentas solares ayudan a la historia
Los anillos de los árboles conservan rastros de violentas tormentas solares del pasado, los que podrían usarse para establecer cronologías históricas aún inciertas.
07 de Septiembre de 2016 | 09:15 | Por Andrés Jordán
Por Andrés JordánAcadémico del Instituto de Astrofísica de la U. Católica de Chile
Doctor en Astronomía de la Universidad de Rutgers (EE.UU.), y fue investigador postdoctoral del Observatorio Europeo Austral (Alemania) y del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics (EE.UU.). Actualmente es profesor asociado del Instituto de Astrofísica de la Pontificia Universidad Católica de Chile, miembro del Centro de Astro-Ingeniería UC e investigador del Instituto Milenio de Astrofísica y del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA).
La historia de la humanidad con una cronología con años exactos se extiende solo hasta el año 763 AC, a pesar de que sociedades con estados complejos existieron por varios milenios antes de esa fecha. Para periodos anteriores, los historiadores cuentan a veces con cronologías flotantes, es decir se conoce la secuencia con precisión, pero esta no está anclada de manera exacta a nuestro calendario. La astronomía ha sido clave para establecer escalas absolutas en algunos casos. De hecho, la fecha de 763 AC recién mencionada corresponde a un eclipse solar observado en el noveno año del reinado de Ashurdan III, rey de Asiria.
Desgraciadamente la mayoría de los eventos registrados en crónicas antiguas son muy ambiguos o demasiado comunes para poder ser usados como en el caso anterior. Pero hay otra forma. La técnica más usada para tratar de anclar las fechas históricas antiguas es con radiocarbono (carbono 14). El radiocarbono se produce en la atmósfera y se incorpora a las plantas, de las cuales pasa al resto de los seres vivos. Cuando un organismo muere, la razón entre carbono 14 y el carbono normal decae exponencialmente, y esto permite determinar el tiempo transcurrido desde la muerte. Pero desgraciadamente, la calibración de esta técnica no permite obtener fechas más precisas que unos 100 años.
Andrés Jordán: Intensas tormentas solares que aumentan el radiocarbono en la atmósfera, quedando registrado ese aumento en árboles, plantas y todo lo que se deriva de ellos
Se pensaba que la variación de la concentración atmosférica de radiocarbono estaba influenciada principalmente por fenómenos de variación lenta como procesos volcánicos y oceánicos. Pero, hace una década, esta visión cambió totalmente por el descubrimiento de los eventos de Miyake: aumentos significativos y repentinos en la concentración de radiocarbono. El primero identificado fue uno ocurrido entre los años 774 y 775 DC. Se cree que la causa de estos eventos son intensas tormentas solares que aumentan el radiocarbono en la atmósfera, quedando registrado ese aumento en árboles, plantas y todo lo que se deriva de ellos.
Un artículo reciente de investigadores de la Universidad de Oxford propone que estos eventos son ideales para usarlos como un nuevo método de anclar cronologías flotantes. Las razones son los siguientes. Primero, los eventos Miyake son fácilmente identificables por ser saltos repentinos. Segundo, el año exacto en que ocurrieron es fácil de determinar, ya que dejan su huella en los anillos de los árboles. Existen extensos registros de anillos de árboles para los cuales se conocen exactamente sus fechas (registros dendrocronológicos). Finalmente, la huella de los eventos queda "grabada" de manera simultánea en todas las plantas del planeta.
La idea entonces es simple: los eventos de Miyake permiten transportar la cronología conocida de los registros dendrocronológicos a los objetos de madera. Por ejemplo, se puede estudiar el radiocarbono de los anillos de un tronco usado en una construcción para encontrar un evento dado. Luego, se cuentan los anillos hasta la corteza para determinar cuántos años después del evento se construyó la casa. Esta técnica ya se usó para determinar que la capilla de Val Müstair, en Suiza, fue construida exactamente el año 786 DC. Es un ejemplo entre muchos que podrían venir.
Una posibilidad muy interesante es poder fijar la cronología Maya, la que aún es incierta. Algunas de las grandes vigas de los templos en Tikal tienen inscripciones con fechas del calendario maya. Encontrar un evento Miyake —quizás el de 775 que está cerca de la época de su construcción— en una de ellas anclaría toda la cronología de esta civilización. Algo similar podría resultar en determinar con exactitud la cronología Egipcia. Así, los rastros que las furiosas tormentas solares han dejado en las plantas permitirán conocer con más precisión nuestro pasado.