Columna de Astronomía | ¡Nuestro universo por fin es adulto!
La evolución del cosmos está viviendo un momento crítico: los supercúmulos han dejado de crecer, poniendo fin a la formación de estructura a gran escala.
28 de Septiembre de 2016 | 09:09 | Por Rolando Dünner
Por Rolando DünnerAcadémico del Instituto de Astrofísica de la U. Católica de Chile
Ingeniero eléctrico de la Universidad Católica y doctor en astronomía y astrofísica en esta misma institución, desarrollando su tesis doctoral en la Universidad de Princeton. Actualmente es profesor asistente del Instituto de Astrofísica de la Pontificia Universidad Católica de Chile, miembro del Centro de Astro-Ingeniería UC e investigador del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA).
Ante la fugacidad de la vida, el cosmos nos parece sinónimo de lo eterno, infinito e inmutable. Y en gran medida es así. La vida de un hombre no es más que un diminuto instante en la inconmensurable vastedad del todo. Pero el inexorable paso del tiempo no tiene consideración con nada ni nadie. Todo tiene un principio y un final, incluido el universo mismo.
La ciencia nos enseña que el universo comenzó hace 13.7 mil millones de años. En dicha ocasión, el tiempo y el espacio nacieron juntos, dando origen a todo lo que conocemos. Cual ser viviente, éste ha debido superar diferentes etapas de desarrollo, mientras se expande y enfría progresivamente. Los primeros instantes del universo fueron muy violentos: las altísimas energías dieron origen a los átomos y partículas que conforman la materia, rellenando el espacio como una gran sopa caliente y brillante. Eventualmente esta sopa se enfrió lo suficiente como para volverse transparente, permitiendo así que la luz viajara libremente por el espacio. Fue así como nació el universo que conocemos, amplio y transparente.
El universo infantil no tenía estrellas ni galaxias, no habían nacido todavía. Solo había materia, luz y algunos neutrinos primordiales. Éste es un periodo todavía oscuro para la ciencia, donde recién estamos empezando a entender cómo sucedieron los acontecimientos. Se cree que regiones de mayor densidad (donde se concentraba la materia) empezaron a auto-colapsar atraídas por la fuerza de gravedad, condensándose más y más hasta formar las primeras estrellas y proto-galaxias. Los centros de estas regiones densas habrían sido las semillas de las actuales galaxias, concentrando estrellas y atrayendo a la materia circundante.
Rolando Dünner: Varios cúmulos lograron ligarse mutuamente, formando estructuras enormes conocidas como supercúmulos de galaxias
El universo juvenil vio nacer a miles de millones de galaxias, las cuales trazaron la distribución de la materia a gran escala del cosmos en expansión. La gravedad, siempre atractiva, fue frenando el escape de las galaxias cercanas a los centros de mayor densidad, concentrándolas y formando sistemas ligados gravitacionalmente. Algo así como "sistemas solares de galaxias", o cúmulos. De este modo se fueron generando estructuras cada vez más grandes y densas, separadas por regiones vacías donde la expansión dominaba. En algunos casos, incluso varios cúmulos lograron ligarse mutuamente, formando estructuras enormes conocidas como supercúmulos de galaxias. El resultado se puede imaginar como una gran tela de arañas tridimensional, donde los cúmulos de galaxias están en los puntos de intersección de los filamentos que limitan las zonas vacías. Así es nuestro universo hoy.
Uno pensaría que este proceso continuaría eternamente, produciendo objetos cada vez más grandes. Pero no. Recientemente se ha descubierto que el universo se expande aceleradamente impulsado por algo conocido como Energía Oscura. Dicho fenómeno se opondría al efecto atractivo de la gravedad, evitando que galaxias distantes sean "tragadas" por los cúmulos de galaxias, frenando así su crecimiento.
Hoy vivimos en ese instante único del universo donde las estructuras han dejado de crecer. Es su paso a la madurez. Las estructuras ligadas más grandes que existen, los supercúmulos de galaxias, serán las más grandes que existirán jamás. De aquí en adelante solo le queda envejecer.