SANTIAGO.- Tomar un teléfono inteligente, enviar un correo electrónico y recibir una respuesta en cosa de minutos parece algo cotidiano y sin mayor esfuerzo, sin embargo, no siempre fue así. Claro lo tiene el profesor titular de la Universidad de Chile Florencio Utreras, el precursor de este adelanto tecnológico en el país.
Todo comenzó en 1985 cuando el académico, que en la época se dedicaba a sus investigaciones matemáticas, recibió por parte de una colega en Estados Unidos una dirección de correo electrónico para tener una comunicación más expedita. "En la década de 1980 cuando uno trabajaba con un colega, lo que hacía era por correo, se escribía una carta, se mandaba y luego esa persona le respondía en un periodo de tiempo lo más breve posible que solía ser un par de semanas".
"Una colega con la que trabajaba me pasó su dirección de correo electrónico, me dijo 'mira, estamos comenzando a probar esto, y de aquí en adelante, sería bueno que se comunicaran conmigo por correo electrónico', entonces yo vi por primera vez esta dirección con una arroba entremedio", narra a Emol el investigador.
Así comenzó una investigación que Utreras se trajo a Chile, específicamente a la casa de estudios en la que trabajaba e inició un proyecto para comenzar a conectarse a esta red y poder enviar correos electrónicos.
"En 1985, comencé a pedir, a preguntar si nos podíamos conectar a la red de correo electrónico, y había una iniciativa para construir ya una red de correo electrónico en Chile que había sido generada por el Departamento de Informática y los Centros de Computación de casi todas las universidades chilenas de la época. Me involucré en esa actividad a partir del año 1986, y tuve la suerte de que las cosas comenzaron a funcionar, el año 1987 nos conectamos a BITNET y poco a poco me fui involucrando cada vez más".
Luego a comienzos de la década de 1990 el Consejo de Rectores asumió la iniciativa de crear una Red Universitaria Nacional, dado paso así en 1992 a REUNA, un servicio dedicado a los académicos para que realizaran investigaciones en conjunto con científicos de otras partes del mundo.
El ingenio chileno
Si bien las iniciativas funcionaban y los académicos podían tener contactos más expeditos con sus pares internacionales, no todo era sencillo. En la época aún no existía un protocolo que unificara los sistemas existentes. Había servicios que operaban en algunas máquinas pero en otras no.
"En el año 1987 cuando nos conectamos a BITNET, teníamos por un lado a la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Chile que era un sistema de correo electrónico fundamentalmente basado en las máquinas IBM grandes, y por otro lado el sistema USP que manejaba el departamento de ciencias de la computación, que era basado en máquinas un poco más chicas y que se comunicaban por teléfono", recuerda Utreras.
Con estas diferencias, las máquinas no podían comunicarse entre sí, por lo que "decidimos de alguna manera comunicarlos. Entonces lo que hicimos fue hacer un sistema en el cual descargábamos los correos del sistema IBM en unos discos y los llevábamos al otro lado del pasillo, donde estaban los colegas de Ciencias de la Computación, los subíamos a la red de ellos, y los despachábamos".
"Yo decía que eso era como un 'bioware', no era hardware, no era software", porque era una persona que se encargaba de transportar estos disquetes de un pasillo a otro para lograr la comunicación entre los sistemas.
Este proceso manual se realizaba dos veces al día, todos los días. Algo que poco les importaba, ya que "para los académicos pasar de comunicarse una vez cada dos semanas, a comunicarse una vez al día, era una diferencia fundamental".