Columna de Astronomía | El legado de Stephen Hawking
Hawking ha sido el astrofísico más famoso del último siglo y eso, porque con una inteligencia y una sensibilidad realmente únicas, ha logrado utilizar dos herramientas para encantar a la gente de todo el mundo.
14 de Marzo de 2018 | 16:32 | Por Manuela Zoccali
Por Manuela ZoccaliAcadémica del Instituto de Astrofísica de la U. Católica de Chile
Doctora en Astronomía de la Universidad de Padova (Italia). Fue investigadora postdoctoral del European Southern Observatory en Múnich (Alemania). Profesora titular del Instituto de Astrofísica de la Pontificia Universidad Católica de Chile, investigadora del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (Basal-CATA) y directora del Instituto Milenio de Astrofísica (MAS).
Hoy ha muerto Stephen Hawking. Mejor dicho: ha muerto el cuerpo de Stephen Hawking. Su historia va a seguir acompañando a muchas generaciones.
El legado científico de Hawking, sus trabajos sobre el origen del universo y la termodinámica de los agujeros negros, son tan importantes que son realmente pocos los científicos de su envergadura. Pero no son cero: han habido unos poquitos otros tan buenos como él. Sin embargo, Hawking ha sido el astrofísico más famoso del último siglo y eso, porque con una inteligencia y una sensibilidad realmente únicas, ha logrado utilizar dos herramientas para encantar a la gente de todo el mundo y hacerla soñar.
Su primera herramienta son los agujeros negros. Sin duda, los objetos más misteriosos del universo, que como tales fascinan e impulsan a seguir leyendo, y tal vez a seguir estudiando. Es un tremendo desafío, acercar la física de los agujeros negros a la gente de la calle. Hawking lo ha hecho magistralmente, porque tenía claro algo que a los demás divulgadores a menudo se nos olvida. El objetivo no es que todo el mundo entienda realmente la física de los agujeros negros. El objetivo es que la gente se entretenga lo suficiente como para seguir leyendo, y que, al leer, se vaya imaginando las cosas asombrosas que ocurren, de verdad, en nuestro universo. Que con eso se emocione, y tal vez, si queremos ser muy ambiciosos, que se acerque un poco más a la ciencia.
Su cuerpo ha muerto hoy después de haberle ganado, un día después del otro, más de 50 años a su enfermedad
Manuela Zoccali
A los 17 años, cuando aún estaba en el colegio, leí “Breve historia del Tiempo” y me ha pasado exactamente eso. Hoy trabajo en un Instituto de Astrofísica, tratando de entender el origen de nuestra galaxia. Como la gran mayoría de mis colegas — salvo los pocos que trabajan en el tema — sigo entendiendo muy poquito de la física de los agujeros negros. Pero en mi adolescencia he aprendido a soñar y si hoy sigo disfrutando a concho el estudio del cosmos, se lo debo un poco a Stephen. Por eso le tengo un cariño especial.
La segunda herramienta ha sido su enfermedad. Por supuesto, es mucho menos encantadora que los agujeros negros, pero igualmente impactante y por ello llama la atención. Nadie puede quedarse indiferente a la manera como Hawking logró tener una vida normal, y de hecho llena de gratificaciones, pese a sus enormes limitaciones físicas. Estoy segura que otras personas con discapacidades graves han logrado tener una vida completa, pero lo que le agradezco especialmente a Hawking es que él haya tenido el valor de compartir eso con todos nosotros. De haberle vencido el pudor, no nos habría enseñado que los límites están ahí para ser superados.
A todos los que nos cruzamos con él, directa o indirectamente, Stephen Hawking nos ha dejado algo especial adentro. Su cuerpo ha muerto hoy después de haberle ganado, un día después del otro, más de 50 años a su enfermedad. Su inteligencia, su sentido del humor, su coraje y su sensibilidad siguen viviendo en miles de personas a lo largo del globo. ¡Gracias Stephen! y mucha suerte en tu próximo desafío!