MADRID.- El aislamiento social crónico en ratones podría entregar una respuesta a tratamientos en trastornos de salud mental en humanos. Esto porque cuando los roedores son apartados de sus comunidades, en sus cerebros se comienza a acumular una sustancia química que genera diversas reacciones en los animales y que, al ser bloqueada químicamente, estos se eliminan.
Padecer una situación de aislamiento social crónico tiene efectos debilitadores en la salud mental de los mamíferos y, por ejemplo, se suele asociar con depresión y trastorno de estrés postraumático en humanos. En tanto, en estos animales se representa como mayor agresividad hacia ratones desconocidos, miedo persistente o hipersensibilidad ante estímulos amenazantes.
Ahora, un estudio del Instituto Tecnológico de California y publicado en la revista científica Cell, detalla el rol de ciertos neuropéptidos en este proceso. Los investigadores saben -debido a estudios previos- que en las moscas que son aisladas, la taquicinina cumple un rol fundamental en sus cambios. Es por esto que se dedicaron a estudiar el efecto en ratones.
De acuerdo a la investigación, el roedor debe cumplir un aislamiento sostenido en el tiempo para presentar estos síntomas. Al lograrlo, los científicos comenzaron a inhibir ciertas expresiones para reducir la reacción negativa en los ratones. En estos casos, el gen de la taquicinina (Tac2) codifica un neuropéptido llamado NkB.
Así descubrieron que inhibir la función del gen Tac2 en la amígdala elimina los comportamientos aumentados de miedo, pero no la agresión, mientras que suprimir el gen en el hipotálamo eliminaba la agresión incrementada, pero no el miedo persistente.
Con estos hallazgos, los expertos creen poder perfeccionar un tratamiento para los ratones y que luego pueda ser llevado a pruebas humanas, para así lograr nuevas formas de tratar patologías mentales.