EMOLTV

Un parque marino, pesquería sustentable y cero plástico: Cómo Robinson Crusoe busca ser un ejemplo en conservación

La zona protegida de 262 mil kilómetros cuadrados, donde el 98% de los recursos naturales son endémicos, ha empleado distintas medidas para preservar su fauna, flora y el ambiente que los rodea. "La gente está tomando conciencia", aseguran los especialistas.

01 de Marzo de 2019 | 14:45 | AFP / Redactado por José Manuel Vilches, Emol
imagen
AFP
SAN JUAN BAUTISTA.- Desde hace casi un siglo, los habitantes del archipiélago Juan Fernández y su famosa isla Robinson Crusoe saben que el futuro de su ecosistema pasa por la conservación de unos recursos únicos.

Situado a 700 km del continente, este archipiélago pasó a la historia por cobijar durante cuatro años y cuatro meses en el siglo XVIII al marinero escocés Alejandro Selkirk, que inspiró al novelista inglés Daniel Dufoe su famosa "Robinson Crusoe" y que ha dado nombre a dos de sus islas. La tercera es Santa Clara.

En esta reserva de la biosfera se creó hace un año el Parque Marino Juan Fernández, superficie protegida de toda actividad extractiva de 262.000 km2, una de las mayores del Pacífico, que se suma a una red marina protegida en Chile de unos 1,3 millones de km2 —un 44% de zona económica exclusiva— y 24% de los mares totalmente protegidos.

"Hasta hace diez años, Chile era uno de los mayores depredadores de los mares del planeta, sin embargo, hoy lo ha revertido y se ha convertido en uno de los líderes en la conservación oceánica con la creación de grandes parques marinos, que van a ayudar en la recuperación de muchas pesquerías. Pero todavía somos un enfermo que necesita recuperarse", dice a la agencia internacional AFP Alex Muñoz, director para América Latina de la ONG National Geographic Pristine Seas.

Santuario de fardelas


La basura, en particular los plásticos, y la introducción de especies invasoras representan las principales amenazas para el frágil ecosistema de Juan Fernández, con unos 1.000 habitantes.

Los gatos, las ratas y los coatíes (mamíferos omnívoros) son la principal amenaza para la fardela blanca (Ardenna creatopus), ave migratoria que solo anida en el archipiélago, donde hay unas 35.000 parejas, y en Isla Mocha (60.000), o el picaflor rojo, único en el mundo.

Llegadas cada año de Estados Unidos y Canadá para procrear en Chile, el ministerio de Medioambiente acaba de integrar la protección de los fardelarios -lugares de nidificación bajo tierra- en el Plan Recoge, destinado a proteger especies amenazadas. Algunos están a escasos pasos de las viviendas de San Juan Bautista, en la bahía de Cumberland.

"La gente está tomando conciencia. Se modificaron las luminarias para evitar que las fardelas chocaran con los árboles. La mayoría de las familias decidieron también cambiar las luminarias en sus casas", dice Pablo Manríquez, coordinador de la ONG Oikonos.

También trabajan en la protección de la luma, el árbol donde nidifica el picaflor rojo, un tipo de colibrí único en el mundo, amenazado por los gatos y por la invasión de especies foráneas como la zarzamora o la murta, que asfixian el árbol.

Pesca sostenible


La pesca sostenible es la principal tarjeta de presentación de Juan Fernández. Ya en 1935, los pescadores establecieron una serie de medidas vigentes actualmente para conservar la principal fuente de riqueza de la isla, la langosta, cuyo principal mercado es China, donde se pagan hasta 200 dólares por pieza viva.

"¡Bajaron un 75% las capturas!", recuerda el pescador Wilson González, hijo y nieto de langosteros.

El resultado de esta política es "la primera pesquería sustentable de Sudamérica, certificada por MCC", asegura Daniel González, presidente del sindicato de pescadores de Juan Fernández y de las islas Desventuradas, situadas a cuatro días de navegación.

Solo se puede pescar del 1 de octubre al 15 de mayo, la pesca de buceo está prohibida y se captura solo con trampas de madera; también hay medidas mínimas de tamaño y las hembras con huevos se devuelven al mar.

El lobo marino de dos pelos, también endémico, cuenta actualmente con una población cercana a los 30.000 individuos pese a que hace cuatro décadas se le dio por extinto.

"El gran activo de Juan Fernández es que la comunidad local es partícipe del cuidado en la preservación de las especies, junto con las ONG", dice la ministra de Medioambiente, Carolina Schmidt, en visita reciente a la isla.

Este paraíso para buceadores y amantes del senderismo, que ocultaría todavía el tesoro que habrían escondido españoles que huían de piratas, empieza a abrirse también al turismo.

Aunque llegar resulta complicado porque los pequeños aviones solo trasladan un máximo de 8 personas —tienen que cargar combustible para poder regresar al continente por si no puede aterrizar— y es caro (unos US$800 o $523.000 el pasaje).

Sin plásticos para 2020


Integrados a la cadena alimentaria de peces y aves, el plástico que llega a la isla por barco desde el continente dos veces al mes y el que arrastran las corrientes marinas es uno de los grandes problemas de estas islas, donde el 98% de sus recursos naturales son endémicos.

A diferencia de Isla de Pascua, que devuelve al continente parte de la basura, en Juan Fernández se incineran todos los desechos que produce: unas 315 toneladas anuales, según la municipalidad.

Muñoz, junto a autoridades locales y la ministra de Medioambiente, acaba de firmar un acuerdo destinado a erradicar los plásticos del archipiélago para 2020.

"Si queremos un mundo cero residuos tenemos que comenzar por un mundo sin plásticos", asegura Schmidt.
EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?