Un reciente estudio alertó sobre la cantidad de emisiones que se han registrado con la transformación de la música a un plataforma digital por sobre el uso de materiales plásticos para su consumo. A pesar de que los usuarios puedan pensar que el consumo es menor en la actualidad, científicos de la Universidad de Glasgow y de Oslo han demostrado lo contrario.
En el último tiempo, plataformas como Spotify, Apple Music, YouTube o Deezer -entre muchas otras- se ha tomado la industria digital para poner a disposición de las personas gran parte de la oferta musical actual lo que ha cambiado la tendencia al momento de consumir el último single del momento o aquellos clásicos de décadas pasadas.
Una nueva mirada sobre este comportamiento ha puesto en alerta a los usuarios, ya que un estudio publicado por la casa de estudios británica ha demostrado que "el impacto medioambiental de escuchar música nunca ha sido más alto". Ni siquiera en momentos en que el plástico era necesario para reproducir este contenido con el uso de "vinilos, CD y casetes".
Para el doctor Matt Brennan, de la Universidad de Glasgow y líder de la investigación, "el punto de este estudio no es decirle a los consumidores que deberían dejar de escuchar música, sino de alzar la preocupación sobre los cambios en los costos involucrados en nuestras conductas de consumo".
El punto del consumo es explicado por otro de los participantes del trabajo, el doctor Kyle Devine, de la Universidad de Oslo, quien asegura que si bien "desde la perspectiva de la contaminación del plástico, la industria musical ha reducido su impacto desde la época del vinilo [...] en un sentido de las emisiones de carbono, la transición a sistemas de streaming con dispositivos conectados a internet ha resultado en un aumento significativo de estos índices, los más altos en la historia de la música".
61millones de kilos de plástico se produjo en 2000, el mayor año de ventas de CD en EE.UU. en la industria musical
De acuerdo a los expertos esto se debe también a las conductas de los usuarios y a la posibilidad de estar todo el día reproduciendo música con una librería casi ilimitada de contenido, a pesar de la baja en la cantidad de plástico asociada a esta industria.
Si bien en 1977 -el mayor año de ventas de discos LP en Estados Unidos- se produjo 58 millones de kilos de plástico, en 1988 -el récord en casetes- esta cifra alcanzó 56 millones de kilos y en 2000 -con la popularidad de los CD- se llegó a 61 millones de kilos de plástico, para el año 2016 la industria en Estados Unidos sólo generó un total de 8 millones de kilos de este material. Cifras que harían pensar que la huella de carbono sería menor en la actualidad.
"La figura de la 'desmaterialización e la música' podría incluso sugerir que el alza de las descargas y la transmisión desde internet están haciendo a la música más amigable con el medio ambiente", comenta el doctor Devine, agregando que "un escenario bastante diferente es el que emerge cuando pensamos en la cantidad de energía que enfocamos a la música online".
"Almacenar y procesar música desde internet utiliza una gran cantidad de recursos y energía, lo que se traduce en un alto impacto al medio ambiente", puntualiza el experto de la Universidad de Oslo.
Así, para los años de mayor consumo en Estados Unidos, los expertos traducen la cantidad de plástico generado en equivalentes a emisiones de gases de efecto invernadero de 140 millones de kilos para 1977; 136 millones para 1988 y 157 millones para 2000; las cifras para el año 2016 se alzan entre los 200 millones y los 350 millones de kilos de emisiones sólo este país.
Cabe destacar que los investigadores sólo consideraron la cantidad de energía necesaria para reproducir o almacenar esta música en la actualidad y el plástico utilizado en el pasado, sin embargo, dos importantes factores quedaron fuera de este estudio. En el siglo pasado, cuando la música se consumía en formato físico, estas copias debían ser transportadas por todo el mundo, lo que aumentaría su huella de carbono.
En tanto, en la actualidad muy pocas personas utilizan los dispositivos exclusivamente para consumir música, sino que se realiza como una tarea en segundo plano mientras los aparatos realizan otras actividades, por lo que la energía estaría compartida en diversas funciones.