No todo es carrera espacial, varios de los cohetes que despegan de la Tierra tienen un fin militar, principalmente para posicionar satélites en la órbita de la Tierra.
Actualmente la Fuera Área de Estados Unidos está en proceso de definir un contrato que marcará cinco años de lanzamientos en el que participan cuatro entidades de las que solo dos pueden ser elegidas, entre ellas están Blue Origin y SpaceX, firmas privadas lideradas por Jeff Bezos y Elon Musk, respectivamente.
Estos dos multimillonarios, Jeff Bezos es desde el año pasado la persona con más dinero en el mundo según el índice Forbes, han enfocado parte de su fortuna en construir cohetes que les permitan, eventualmente, participar en la carrera espacial que tiene como destino la Luna y, más en el futuro, Marte.
En esta misión, ambos están participando en el proceso que el Congreso de Estados Unidos está evaluando para el periodo entre 2022 -cuando se termina el actual acuerdo- y 2027.
Las dos empresas deben enfrentarse con United Launch Alliance (ULA), un monopolio espacial que surgió de la unión entre Boeing y Lockheed Martin en 2006 y Northrop Grumman.
Hasta ahora, la única firma con la capacidad real de enviar cohetes fuera del planeta para fecha fijada por la Fuerza Aérea es SpaceX con su Falcon 9 y Falcon Heavy, además del desarrollo de su próxima nave -con la que espera realizar también viajes interplanetarios- Starship.
Por su parte, la ULA utiliza un Atlas V que debiese ser retirado en 2022 para dar paso a su sucesor, Vulcan, y dejar atrás la fabricación con piezas rusas. Esto generó un problema en medio de las tensiones entre Rusia y Estados Unidos cuando el país asiático decidió involucrarse en la crisis de Ucrania en 2014 e indexar Crimea.
En tanto, Blue Horizon y Northrop Grumman están en esta competencia con proyectos de naves que estarían listas al momento de los lanzamientos militares que necesite la Fuerza Aérea, pero que por ahora no superan los planos.
SpaceX continua en un camino que puede jugarle a favor, ya que es capaz de mantener los costos de lanzamiento bajos gracias a sus cohetes reutilizables que, al menos en el primer viaje comercial del Falcon Heavy, resultó todo un éxito, incluso tras perder el propulsor central a causa de la marea en torno a su base de aterrizaje en medio del océano.