La agricultura es una de las actividades que más tiempo ha desarrollado el ser humano en su paso por la Tierra. Con el paso de las décadas la inclusión de tecnología ha significado importantes cambios y, actualmente, con el cambio climático que afecta al planeta se está transformando en un importante factor a considerar. Así lo explica Rose Brodick, científica australiana que esta semana estuvo en nuestro país conversando sobre los procesos que pueden ayudar en un mejor uso del agua al momento de desarrollar esta actividad.
Brodick ha liderado investigaciones científicas en la Organización de Investigación Científica Industrial de la Commonwealth (CSIRO) en Australia, un ente dedicado al uso de agua en el país y que ha logrado, a través del análisis de datos obtenidos por sensores instalados durante casi una década, un programa de irrigación de suelos para reducir los costos y aumentar las ganancias económicas con la exportación de los productos.
"Tenemos investigaciones sobre agricultura, minería y uso abierto de agua", conversa la doctora en Filosofía y Agronomía con Emol durante su breve paso por nuestro país. "De acuerdo a nuestros datos, cerca del 70% del agua es utilizada para la agricultura. Además de esto, tenemos que analizar el contexto de este uso, considerando la sequía, las inundaciones".
La experta hace la relación con Chile, especificando que en nuestro territorio se destina la misma cantidad de agua a esta industria, aunque con otros productos ya que mientras aquí las paltas representan gran parte del consumo de agua, en Australia lo hace el algodón.
"En Australia tenemos el algodón que tiene un alto uso de agua. El 26% de nuestros recursos hídricos se van a esta industria, pero el retorno económico que tiene es muy alto. Entonces el balance que se realiza es positivo", comenta.
Esto se logra gracias al uso controlado del agua o, como ella dice, "pensar de otra forma para cambiar la conversación".
El análisis de datos para una correcta predicción
Parte importante del trabajo que Rose Brodick realiza con CSIRO se hace desde un esfuerzo en conjunto con los agricultores. Esta idea que inició hace nueve años les ha permitido instalar sensores en diversos lugares para así tener todos los datos necesarios para generar un proceso automatizado de riego a las plantas.
"Si entiendes y mides la cantidad de agua que se está utilizando, en nuestro caso el gobierno australiano tiene mediciones de uso de agua en todas las industrias y el valor de producción, puedes comenzar a comparar la cantidad de agua que se utiliza", detalla.
"Mi rol es trabajar con los agricultores para revisar la eficiencia con se utiliza este recurso y ver qué herramientas tenemos para poder ayudarles, porque eso es lo más importante: Si tienes mediciones y puedes realizar cambios con esta información, entonces se puede entender realmente el sistema".
Para la investigadora es fundamental que el trabajo se haga junto a los productores de esta industria: "Tenemos que trabajar muy de cerca con los agricultores porque tiene que ser algo que sea útil para ellos, que se ajuste al sistema y represente cambios que sean valiosos".
Para lograr las proyecciones, las investigaciones realizadas desde CSIRO cuentan con sensores que consideran diversos factores como las temperaturas de la región, el estrés de las plantas y los periodos de irrigación, datos que con el cambio climático han ido cambiando y dificultando la tarea. Pero todo esto es presentado a los agricultores "en fácil" a través de una aplicación móvil llamada "WaterWise".
"Lo que hacemos es que tomamos todos los factores en consideración y se lo entregamos a los usuarios de una forma simple, porque si es complicado entonces no vas a tener ningún cambio".
"Es importante que los agricultores también entiendan esta información porque deben confiar en sus decisiones, es un trabajo complejo y ellos no se quieren arriesgar, entonces es importante que sea un trabajo conjunto y así todos tenemos un beneficio", puntualiza.