NASA/Goddard/Conceptual Image Lab
Después de cuatro años en el espacio, la misión MMS de la NASA finalmente ha logrado las primeras misiones de alta resolución de una onda de choque interplanetaria. Este programa, llamado así por las siglas de Multiescala Magnetoesférica en inglés, se dedica, precisamente, a estudiar estas ondas que están formadas de partículas y ondas electromagnéticas lanzadas por el Sol.
La importancia de estas formaciones es que les entregan a los científicos importantes datos acumulables que pueden ser utilizados para aprender sobre fenómenos universales más grandes. El problema está en que medir las ondas de choques interplanetarios es todo sobre estar "en el lugar correcto en el momento indicado".
A diferencia de otros choques en el Universo, estos tienen la particularidad de que no son colisiones realmente, sino que existe una transferencia de energía a través de campos electromagnéticos en vez de choques entre sí. Estos eventos ocurren una y otra vez en todo el Universo y en diversos cuerpos celestes, desde supernovas hasta agujeros negros.
Para obtener los datos de estas ondas de choques interplanetarias la NASA tiene la misión MMS que estudia los fenómenos que ocurren en torno a la Tierra y así ampliar la compresión de estos en todo el Cosmos.
Mirando el Sol
Las ondas de choque interplanetarios que se estudian con el instrumento de la NASA comienzan en el Sol, que libera continuamente corrientes de partículas cargadas llamadas viento solar. Este viento solar generalmente viene en dos tipos: lento y rápido.
Cuando una corriente rápida de viento solar supera a una corriente más lenta, crea una onda de choque, al igual que un barco que se mueve a través de un río crea una ola. La ola luego se extiende por todo el Sistema Solar.
Fue esto lo que el MMS logró captar. Tal como ocurrió en 2015 con las ondas gravitacionales, el pasado 8 de enero de 2018 el instrumento de la NASA estaba en el lugar preciso y en el momento correcto para ver un choque interplanetario mientras pasaba por nuestro vecindario astronómico.
Uno de los instrumentos a bordo de MMS es el Fast Plasma Investigation, una herramienta capaz de medir iones y electrones alrededor de la nave espacial hasta 6 veces por segundo, algo que parece muy rápido, pero que es necesario ya que este fenómeno sólo pasa por los satélites por una fracción de segundo.
Al observar los datos del 8 de enero, los científicos notaron un grupo de iones del viento solar. Poco después, vieron un segundo grupo de iones, creado por iones que ya se encontraban en el área y que habían salido del impacto al pasar. Analizando esta segunda población, los científicos encontraron evidencia para apoyar una teoría de la transferencia de energía que se planteó por primera vez en la década de 1980.