Los multimillonarios de la tecnología Jack Ma, fundador de Alibaba y Elon Musk no logran ponerse de acuerdo sobre si la inteligencia artificial se va a apoderar del mundo. Ambos empresarios se reunieron en la Conferencia Mundial de Inteligencia Artificial (WAIC) en Shanghai, China. Solo uno de ellos es lo que podría considerarse un tipo tecnológico, y es por esa diferencia que el otro probablemente tiene la razón.
Musk, físico de formación, es un reconocido opositor de la inteligencia artificial (IA) que ve la tecnología como una amenaza para la raza humana porque, a su parecer, inevitablemente superará nuestra inteligencia y empezará a dirigir el mundo sin tener en cuenta nuestras necesidades.
"El error más grande que veo entre los investigadores de la IA es asumir que son inteligentes", dijo durante un debate en Shanghái el jueves. "Comparados con la IA, no lo son".
Comparó la humanidad con un gestor de arranque, una aplicación de software necesaria para prender un computador.
Por su parte, Jack Ma, presidente ejecutivo y fundador del Grupo Alibaba, el cual tiene un reconocido éxito en China, tiene un punto de vista totalmente opuesto. Los humanos, dice, inventaron las máquinas, y "nunca he visto a una máquina inventar a un humano".
Esta no parece el tipo de pelea en la que Musk deba ganar por defecto. El negocio de Ma es el comercio electrónico, en el que la IA solo tiene un rol auxiliar. El fundador de Alibaba ha invertido en algunas aplicaciones prácticas de la IA como el reconocimiento facial y la gestión del tráfico.
Musk, en cambio, ha sido más ambicioso. OpenAI, el grupo de investigación que cofundó (y abandonó este año) ha estado experimentando con la escritura y la narración. El año pasado, uno de los negocios de Musk, Neuralink, demostró algo de progreso en la creación de interfaces cerebro-computadora.
El director de SpaceX, en otras palabras, probablemente tiene una mayor ventana hacia el futuro que Ma y una mejor comprensión técnica del tema.
Pero la disputa dio un giro inesperado cuando el multimillonario chino retó al director ejecutivo de Tesla a identificar una máquina más inteligente que los humanos. Musk empezó a recitar los ejemplos habituales de las computadoras que vencen a los humanos campeones mundiales en ajedrez y Go. "Intentar engañar a una computadora en Go es como intentar luchar con Zeus; no va a funcionar", dijo.
"Es estúpido competir con una computadora en Go", respondió Ma. "Solo los estúpidos compiten con los carros. Son más rápidos. Go está diseñado para que los humanos jueguen entre ellos, el ajedrez está diseñado para que los humanos jueguen entre ellos. Nunca jugaré ajedrez contra una computadora. Que jueguen entre ellas".
En "Juegos de Guerra", la película de ciencia ficción de 1983, una supercomputadora decide no lanzar una guerra nuclear luego de analizar que la única jugada ganadora es no jugar. Ma parece haber llegado a la misma conclusión sobre la IA. Como explicó durante el debate: "una persona inteligente sabe lo que quiere y cómo obtenerlo; una persona sabia sabe lo que no quiere".
El futuro según los empresarios
Si el futuro de Musk es una distopía, en el de Ma los humanos solo aplican la IA para lo que la necesitan, sin competir innecesariamente con ella. En cierto modo, se parece mucho al mundo del ajedrez, en el que, aunque no pueden competir con la fuerza bruta de las computadoras, los principales jugadores aún pueden ganar cientos de miles de dólares al año compitiendo entre ellos y millones juegan simplemente por diversión o para desarrollar sus habilidades cognitivas.
La diferencia entre los mundos futuros de Musk y Ma radica en el acceso. Las entidades con IA solo pueden apoderarse del mundo si se les da acceso a los procesos importantes: los códigos de lanzamientos nucleares en "Juegos de Guerra", por ejemplo, pero también las decisiones de inversión importantes, los flujos comerciales, la formulación de políticas y la regulación. En el mundo de Ma, l
as computadoras no tendrán ese acceso porque la decisión de dárselo depende de los humanos. La IA solo se utilizará en funciones en las que siga siendo una herramienta.
Si las inversiones en IA se enfocan en esas aplicaciones meramente prácticas, las barreras evidentes para su adquisición de una inteligencia similar a la humana (cosas como el sentido común o las emociones) pueden no pasar de la simple investigación. Pero el mundo de Ma no colapsa si los humanos sobrepasan esa barrera. Su argumento depende de la fuerte motivación de los humanos para mantener el control, la misma motivación que, hasta ahora, ha obstaculizado la ingeniería genética que podría llevar a la creación de humanos artificiales.
Mantener el control puede ser poco consuelo; Musk y Ma concuerdan en que la IA superará a los humanos en muchas áreas. Pero ese es otro punto importante: este no es nuestro mundo porque los humanos seamos mejores en todo; es nuestro porque así lo hicimos.