Un lobo, una cabra, lechuzas y, por supuesto, perros y gatos: el "Hogar para Animales Rescatados", en Leópolis, recibe animales de todo tipo. Todos abandonados por sus dueños, que huyeron de Ucrania tras la invasión rusa.
Un lobo de ojos claros da vueltas en su encierro, una cabra llamada Boris toma un baño de sol en estos primeros días de primavera, mientras que un grupo de lechuzas observan, impasibles en fila, la situación desde su percha sombreada.
Una docena de gatos de Kiev se alojan en un edificio anexo, y los perros aúllan desde un establo llamando a los voluntarios que los recogieron para que los lleven a pasear a un parque cercano.
"De los migrantes que vienen de Járkov, Kiev, Mikolaiv y parten al exterior pasando por Leópolis, muchos dejan a sus animales", contó Orest Zalypskii, gerente del refugio que antes de la guerra solo recibía animales exóticos.
"Esta guerra reforzó nuestro compromiso", señaló el hombre de 24 años.
Según la ONU, más de 3,7 millones de ucranianos huyeron del país desde el comienzo de la invasión rusa el 24 de febrero, y más de dos millones cruzaron la frontera a Polonia, donde AFP vio a muchos con sus animales, en la busca llevarlos a un lugar seguro.
Pero al llegar a Leópolis, última etapa antes de la frontera polaca, a 70 km, algunos desplazados se sienten incapaces de continuar con sus animales.
Animales estresados y abandono
Según Zalypskii, el albergue ha recibido a 1.500 animales desde el inicio del conflicto, muchos de ellos de provienen de los migrantes, pero también de los refugios en "puntos calientes" al este del país.
Entre 10 y 20 animales fueron recuperados en la estación de Leópolis, en el caos de los primeros días de la guerra, cuando pasajeros desesperados invadían los vagones.
"Nosotros no tenemos un sistema organizado", dijo el gerente del refugio. "Solo tenemos muchos voluntarios recogiendo" a los animales.
Un perro que llegó de una región desgarrada por la guerra en el este no ha salido de su encierro por dos semanas. Un gato, abandonado por su dueño de siete años, está completamente perdido.
"Hemos sido mordidos y arañados", contó Zalypskii. "Los animales están muy estresados".
Sin embargo, los animales abandonados aquí no permanecen mucho tiempo. Unos 200 han sido adoptados por habitantes de Leópolis, mientras que muchos otros fueron llevados por voluntarios a Alemania, Letonia o Lituania.
Actualmente no quedan gatos por adoptar, todos están a punto de partir a Polonia.
Un paseo melancólico
No es ni mediodía y Zalypskii acaba de firmar la tercera adopción de perro del día. El refugio ha sido invadido por parejas, amigos y familias que llegan a llevar perros a su paseo de fin de semana.
"Los ucranianos realmente adoran los animales", sostuvo Kateryna Chernikova, de 36 años. "Lo llevan en su ADN".
Junto a su marido Igor y su hija de cuatro años, Solomiia, Kateryna huyó de Kiev una semana antes del inicio de la guerra.
La joven familia y sus dos conejillos de indias, Apelsinka y Limonadka viven en la relativa seguridad de Leópolis, relativamente a salvo de la violencia, pese a que los ataques hirieron a cinco personas el sábado.
La mañana del sábado tomaron dos revoltosos perros de caza atados con una correa y salieron del refugio, sobre el cual ondea una bandera ucraniana.
"Nosotros no estamos bajo condiciones de guerra, pero igualmente es muy duro psicológicamente", admitió Kateryna. "Cuando uno pasea con un perro, tiene la impresión de llevar una vida normal".