El mundo digital ha evolucionado de los antiguos filtros de la app de mensajería Snapchat, que agregaban rasgos de animales o elementos graciosos al rostro de los usuarios, a filtros muchos más avanzados que gracias a la inteligencia artificial rejuvenecen y "mejoran" el aspecto en segundos. Cambiar el color de ojos, levantar los pómulos o aumentar los labios son algunas de las opciones que ofrecen los filtros actuales de plataformas como Instagram y TikTok. Especialistas coinciden en que la tendencia implica riesgos, especialmente para los más jóvenes. "Uno ve que los adolescentes ya casi no suben fotos sin estos filtros (...). El problema es que se genera una comparación entre el yo real y el yo retocado, y ves que cuando te miras al espejo eres muy distinto a la imagen con filtro", comenta Camila Concha, psicóloga infanto-juvenil de Clínica Las Condes. Mientras que María José Figueroa, nutrióloga infantil de Clínica Alemana, comenta que "a partir de la sensación de querer cambiar su cara o su cuerpo, los jóvenes pueden crear hábitos alimentarios nocivos o un trastorno de conducta alimentaria, que puede llevar a problemas de salud mental y a trastornos del ánimo".