Con su hijo de tres años sólo habla en inglés. “Yeyo”, como el pequeño se autonombró, comenzó a confundirse cuando su madre y padre le hablan en distintos idiomas y tuvieron que optar.
Haberlo tenido pasado los 45 años le giró la vida a este piloto chileno, no sólo porque se va a tener que mantener joven por más tiempo, sino porque las prioridades se reordenaron.
“Quizás la frase más subestimada es aquella de que te va a cambiar la vida cuando tengas hijos. Yo la escuchaba y pensaba que era despertarse en la noche… pero de la manera en que te cambia uno no lo sabe hasta que le pasa”, sostiene.
- ¿Sientes alivio porque no vas a escuchar nunca “papá, deja de correr”?
“Sí, me hubiera puesto en una situación muy difícil, pero también escuche a Marcelo Ríos que dijo que la habría gustado que su hija lo hubiera visto jugar. Me habría encantado que me viera compitiendo, pero no sé si habría tenido la misma intensidad.
“Esa locura de la que hablas ya no la tengo. Hoy, no me voy a arriesgar más de la cuenta sabiendo todo lo que tengo que perder”.
Lleva nueve años junto a Kary Sue Marciniack, 16 años menor que él. La relación ha sido una de las más largas que ha tenido, porque con su primera señora alcanzó a estar casado dos años y con Raquel Argandoña, otros tantos.
- ¿Kary Sue te domó?
“Soy machista en algunas cosas y en otras, feminista. No tengo términos medios, soy de extremos… Soy escorpión; la historia dice que la mayor cantidad de Presidentes de EE.UU. son escorpiones y también la mayor cantidad de delincuentes.
- ¿Qué te queda de machista?
“No hago camas, no cocino y eso es complicado con una mujer gringa, donde no hay empleadas. Pero soy feminista porque creo en su derecho a realizarse y a no depender en nada del marido. Kary estudia psicología y jamás le diría que no hiciera algo”.
- ¿Te pone límites?
“Absolutamente, cuando la conocí tenía 24 años y vivía con sus padres. Después del accidente se fue a vivir conmigo y ahí entendí lo que significaba. He sido siempre gitano, he vivido en millones de casas y no tenía apego a nada. Ella me aterriza, me hace respetar las reglas, es como un cable a tierra porque soy más alocado”.
- ¿Tienen resuelto dónde se van a establecer definitivamente?
“No, estamos en negociaciones. Para ella es complicado; ahora va a estar tres meses seguidos acá, pero vamos a regresar, fundamentalmente porque Eliseo es americano. La ley chilena no le permite ser chileno si no vive acá 365 días continuados, eso es una tontera, y mientras no cambien eso y tenga doble nacionalidad, no va renunciar a la americana. Además, tengo que darle la oportunidad de estudiar allá”.
- ¿No vas a vivir tu retiro en Chile?
“Uno echa de menos hasta el smog y me encantan las empanadas, pero soy práctico y mis prioridades son la familia”.
- Pololeaste con Cecilia Serrano. ¿Buscas mujeres fuertes?
“Uno inconscientemente lo busca, por algo se repite. Me gustan las personas que viven la vida con intensidad”.
La nulidad de su matrimonio con Raquel después de 20 años aún no sale, “faltan algunos detalles”. Pese a lo próximo que puede estar, todavía no habla de matrimonio con Kary Sue.
- ¿Le da lo mismo?
“No creo, tú eres mujer y sabes que no es así. Lo bueno que tiene es que no exige cosas irrealizables en un momento. Las vallas hay que pasarlas de a una… tarde o temprano lo haremos”.
- Yeyo fue fruto de un tratamiento de fertilidad. Esos procesos son fuertes, pero ¿han pensado intentarlo de nuevo?
“Sí (se ríe). Hay que estar en una situación más tranquila; a mí me gustaría y ya que vamos a estar acá unas semanas (ya entre carcajadas) a lo mejor, pero no basta una noche de pasión”.
No fuma, toma una cerveza “una vez a la quinientas”. Tampoco tiene apego a las cosas materiales y por eso, ha perdido buena parte de sus trofeos con tanto cambio de casa. Incluso, no pensaría más de dos veces la posibilidad de vender el auto de carrera con que ganó en Las Vegas y que está afuera de unas de sus automotoras en Santiago.
- ¿Cuál es tu vicio privado?
“¿Algo que pueda salir? El sexo”.
